“Si Podemos sería, en caso de tener alguna capacidad de gobierno, una catástrofe monstruosa para España, el PPL de Velázquez y Liarte sería un desastre, una hecatombe, una tragedia, una calamidad y un drama insoportable para Melilla” Quevedo es uno de los grandes escritores españoles del siglo XVII, nuestro Siglo de Oro. Era un enorme luchador y un crítico brillante. Sirva de ejemplo su frase de que donde hay poca justicia es un peligro tener razón. Se llevaba muy mal con otro de los célebres escritores de su tiempo, Góngora, que tenía una nariz muy grande y al que dedicó uno de sus más famosos y temibles sonetos: "Érase un hombre a una nariz pegado/ Érase una nariz superlativa/…Érase una nariz sayón y escriba/…Las doce tribus de narices era".
Si sustituimos la palabra nariz por tontería (Érase un hombre a la tontería pegado/ Érase un tonto superlativo/ Érase un tonto sayón y escriba/ Las doce tribus de tontos era) tenemos un buen retrato del político Julio Liarte, al que uno de sus compañeros me lo definió, muy acertadamente, como un tonto cum laude, apelativo al que hace justicia con su cotidiana labor política.
Y si cambiamos la palabra nariz por mentira (Érase un hombre a una mentira pegado/ Érase un mentiroso superlativo/ etc) tendríamos una buena definición de lo que, por desgracia, es hoy el político Ignacio Velázquez, por quien tanto luché, a quien tanto ayudé, con quien tan poco se parece hoy, ya convertido en un político embaucador, rencoroso, rastrero, mentiroso hasta la náusea.
No se cansan de hablar esos dos políticos, el tonto y el mentiroso, del campo de golf, de las once personas que un increíble capitán de la Guardia Civil (que, repito, hace un daño inmenso al buen nombre del Cuerpo) ha llamado a declarar intentando, además, humillarlas (las denuncias contra el capitán por parte de los cinco miembros de la Junta Directiva del Club ya han sido admitidas a trámite), en medio del clamor del mentiroso y el tonto políticos, con el dinero, millones de euros, que la administración pública le otorga al monopolista Gustavo Cabanillas, en los medios de comunicación y propaganda que dominan. Es una batalla que tienen perdida de antemano, porque en el campo de golf de Melilla lo único que hemos hecho es trabajar, lograr éxitos impensables y no cobrar ni un euro, con el único fallo, ya reconocido públicamente por mí, de haber confiado en un gerente, muy bien pagado, que demostró su tremenda incapacidad y su vagancia, además de otras cosas que ya, basándonos en una auditoría profesional, hemos denunciado en el juzgado. Con datos, no con teorías imposibles ni con ruidos en las redes, muchas veces escondidos bajo seudónimos como Salander (¿Nos dirá algún día, si es que no lo ha hecho ya, Nieves Vida quienes se escondían bajo el delictivo seudónimo?)
La mentira tiene las patas muy cortas y la tontería es ya coja de nacimiento. ¿Creen Velázquez y Liarte, los cabecillas del PPL, que, mintiendo y a base de tonterías, me van a asustar? ¿Opinan quizás que, a base de calumnias, van a conseguir que yo pierda unos votos en unas elecciones, a las que no me presento? ¿Imaginan que, haciendo lo que hacen, me van a convencer, a mÍ o a nadie, de que ellos son mejores que los que nos gobiernan ahora? ¿No se dan cuenta de que, haciendo lo que hacen y como lo hacen, consiguen demostrar que lo que hay es mucho mejor, aun suponiendo que fuera muy malo, que lo que ellos son? Pues no, no se dan cuenta, porque el rencor, la envidia y sus limitaciones les impiden ver más allá de su propia bilis.
El político mentiroso, y doblemente condenado, y el tonto, que todavía no ha justificado los casi 9.000 euros que se embolsó de la administración pública por su curso particular de inglés, ni la razón por la que sigue cobrando, tanto, por asesorarse a sí mismo, siempre han mantenido que yo defiendo a Imbroda porque su administración le da mucho dinero al Melilla Hoy. Siguiendo su, para variar, falso y tonto razonamiento, ahora que no paga la Ciudad Autónoma, nosotros en general y yo en particular debería adherirme a la petición que el viernes hacía el diario El Mundo de que Rajoy eliminara a Juan José Imbroda de la lista del PP a las elecciones de mayo. Pues no. No estoy de acuerdo, porque me parece que aquello de lo que se le acusa no tiene consistencia y porque eliminarle de la lista sólo significaría la victoria de una práctica rastrera, liderada por políticos mentirosos y tontos, asustadores de empleados públicos, incapaces de vencer en las urnas a sus adversarios políticos. Si Podemos sería, en caso de tener alguna capacidad de gobierno, una catástrofe monstruosa para España, el PPL de Velázquez y Liarte sería un desastre, una hecatombe, una tragedia, una calamidad y un drama insoportable para Melilla.
