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Carta del Editor

"Cada día confío menos en nuestro Estado de Derecho"

melillahoy.cibeles.net fotos 1548 pagina tres

“Debería bastar, para demostrar la magnitud del error de la condecoración y el homenaje a quien no se lo merece, la contemplación de la fotografía que publicó el martes este periódico, en la que aparecen dos funcionarios públicos, uno de ellos bajo las órdenes del capitán Rodríguez, mofándose de aquellos a los que van a investigar y, si pudieran, detener, a aquellos a los que -según la investigación de otros guardias civiles- dicen, literalmente, odiar”
Un filántropo es una persona que se distingue por su amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la humanidad, un altruista. ¿Es un filántropo Sergio Rodríguez, capitán de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla y firmante de varias de las "investigaciones" que han causado tanto daño injusto a tantos melillenses y que fue homenajeado el pasado miércoles? Por lo que nosotros sabemos de él podemos asegurar que no, que no es ningún filántropo, sino todo lo contrario. Por supuesto que cualquier persona que quiera homenajear a alguien, se lo merezca o no (como, según la opinión de muchos melillenses y la mía también, es el caso de Sergio Rodríguez) está en su derecho de hacerlo, pero ese derecho es más que dudoso, en este caso, para los que ostentan un cargo público y cobran por ello. Y digo que es más que dudoso el ejercicio de ese derecho por ese tipo de personas, por no decir que es injusto y un error muy grave. En este sentido debería bastar, para demostrar la magnitud del error de la condecoración y el homenaje a quien no se lo merece, la contemplación de la fotografía que publicó el martes este periódico, en la que aparecen dos funcionarios públicos, uno de ellos bajo las órdenes del capitán Rodríguez, mofándose de aquellos a los que van a investigar y, si pudieran, detener, a aquellos a los que -según la investigación de otros guardias civiles- dicen, literalmente, odiar.
¿Es justo y merecido criticar a Mariano Rajoy por las cinco propuestas que ha hecho públicas en aras de intentar desbloquear la situación política en la que nos encontramos y que nos conducirá, como yo creo desde hace tiempo, a la repetición de las elecciones en junio (algo que, se diga lo que se diga, no es tan malo, aunque pueda resultar incómodo para los que ya tienen un puesto ganado en las elecciones últimas)? Pues lo primero que habría que hacer, para criticarlas o no, es conocer esas cinco propuestas, esos cinco objetivos enunciados por el presidente en funciones, que son los siguientes: crecimiento económico; mantenimiento del Estado del bienestar; defensa de la unidad de España; lucha contra el terrorismo; lucha contra la corrupción. Objetivos que podrían compartir PSOE y Ciudadanos, a los que va dirigida la propuesta, con la intención de formar una coalición conservadora-socialdemócrata que, como ocurre en 15 de los 28 países que conforman la Unión Europea, permita gobernar el país.

El crecimiento económico, bien que relativo y todavía no consolidado, es uno de los logros del gobierno de Rajoy, que al menos y a falta de mayor decisión y medidas más audaces, ha permitido que los españoles podamos trabajar, ahorrar y mejorar nuestras economías, único camino para que mejore la macroeconomía, la economía del país. Si no hay crecimiento económico no se podrá mantener el actual nivel de Estado del bienestar, y eso, se quiera o no, guste o disguste, es una inevitable evidencia. Si España se rompe en pedazos, ni habrá España, ni avanzaremos en el sentido de los actuales tiempos, que van en la dirección de la concentración, no en la de la disgregación. El terrorismo, provenga de donde provenga, es un mal innegable, como tratar igual a víctimas y asesinos; luchar contra él es una necesidad indiscutible (aunque algunos la discutan). También lo es la corrupción, de la que ahora se conoce más y que es consustancial con el poder excesivo; se puede discutir sobre las medidas más eficaces para luchar contra esa lacra, que tiene muchas facetas, pero no sobre la necesidad de que, dado que eliminarla es imposible porque la corrupción va con la naturaleza humana y el poder, al menos hay que luchar para disminuir su nivel y que los demostradamente corruptos paguen por ello.

Pero lo que no se debe hacer, aunque poderse hacer, como vemos, sí se puede, es convertir la presunta, y tantas veces inexistente, corrupción en un arma que, vía la denuncia en los juzgados, o en la Guardia Civil, o donde sea, y a través de actuaciones tipo Elliot Ness y su calculada y tantas veces preparada repercusión mediática, se convierta en una trama y un instrumento político para subvertir el resultado de las urnas e intentar usurpar el poder que legalmente no se pudo lograr. Y lo que ya resulta verdaderamente repugnante e inquietante, es que -como ha ocurrido en Melilla- en esa trama participen funcionarios y empleados públicos (guardias civiles, policías nacionales y locales, funcionarios de Justicia y otras áreas, algunos jueces y fiscales -por acción u omisión-), sumados a miembros de algún partido político opositor y algún empresario que, despechado porque no le dan más dinero de los ya varios millones de euros que anualmente recibe, subvenciona denuncias falsas y panfletos repulsivos.

Veo en una televisión a Ignacio Peláez, uno de los abogados que, algunos de los amigos más valiosos y expertos en Derecho que tengo, me han recomendado para ayudar a intentar terminar con algunas de las monstruosas injusticias que se están cometiendo en nuestra ciudad y que han causado un daño irreparable a Melilla entera y a muchos melillenses, yo incluido. Peláez es fiscal en excedencia, el abogado que contribuyó decisivamente para que el juez Baltasar Garzón fuera expedientado y finalmente expulsado de la carrera judicial, y el actual defensor de Mario Conde, que ha sido de nuevo encarcelado. "Cada día confío menos en nuestro Estado de Derecho", exclama Peláez. También veo al alcalde de Granada, José Torres Hurtado, que denuncia que le han sometido a una detención ilegal, sin autorización judicial, y que le han practicado -como a mí y a varios otros, que ni siquiera hemos sido detenidos- la "denigrante", y en nuestro caso ilegal, reseña (toma de fotos, huellas, etc). Me uno, tras padecer lo que las tramas "criminales" -según la definición de los investigadores de la Guardia Civil- melillenses han hecho, al sentimiento de Peláez (cada día confío menos en nuestro Estado de Derecho), un sentimiento que, como las encuestas nos dicen, comparto con muchos millones de españoles. Una situación que sólo podemos contribuir a erradicar si no nos rendimos ni asustamos.

Domiciano fue el emperador más cruel que padeció Roma. Terminar con él y sus monstruosas injusticias se convirtió en una necesidad para Roma y para los romanos. Cuando Marcio, un gladiador, está intentando convencer a otro para que le ayude a cumplir con la misión que el consejero Partenio le había encomendado, el gladiador le contesta: es una locura y nos matarán, pero me parece una muerte épica; cuenta conmigo. Consiguieron su objetivo y acabaron con la tiranía.

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