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¿Último aniversario del cierre de la aduana?

El cierre de la aduana comercial de Melilla cumple cinco años, causando un gran impacto económico y la caída del tráfico de mercancías. Se estima una pérdida de negocio de alrededor de 200 millones de euros. No hay indicios de que se vaya a reabrir la aduana.
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Ayer fue el quinto aniversario del cierre de la aduana comercial de Melilla. Cinco años ya desde aquel 1 de agosto de 2018, con Pedro Sánchez recién llegado a La Moncloa tras conseguir sacar adelante con éxito la moción de censura contra Mariano Rajoy. Desde entonces, nada nuevo bajo el sol en lo que a la aduana se refiere, salvo ríos de tinta y pruebas para una supuesta reapertura que nunca llega. Y, mientras tanto, el agujero económico que pretendía hacer Marruecos en Melilla con su maniobra sigue creciendo.

Es imposible saber cuánto ha dejado de generar la aduana desde el cierre hasta la actualidad, sobre todo porque en estos cinco años hemos vivido también una pandemia. Pero podríamos hablar de un volumen de negocio de alrededor de 200 millones de euros, ya que en el año previo a su clausura, la aduana había generado una facturación de 40 millones de euros en operaciones comerciales.

Otra consecuencia negativa también muy evidente para Melilla es la caída del tráfico de mercancías en nuestro puerto, que acumula años de capa caída por el fin de la aduana y del comercio atípico. Hemos dicho adiós a más de dos tercios de mercancías que nos llegaban por mar para pasarlas a Marruecos por cualquiera de las dos vías. Las pocas que entran a Melilla son para el consumo propio, exclusivamente, porque Marruecos se está encargando de que no lleguen allí ni siquiera por el régimen de viajeros, a pesar de que ese tránsito sí es posible al revés. La preocupación empresarial al respecto no se ha traducido tampoco en ningún movimiento por parte del Gobierno.

Y el ejemplo visual de una aduana inoperativa lo tenemos en un polígono industrial lleno de naves muertas, cerradas y sin actividad. Un desierto desangelado donde antes la actividad era frenética. Las empresas que daban vida a ese polígono ya no existen en Melilla. Muchas han cerrado, otras se han mudado y esta ciudad ha perdido no sólo parte de su tejido empresarial, sino también muchos empleados que se marcharon de Melilla con sus familias en busca de un futuro segado por la decisión poco amistosa del país vecino.

Lo que deseamos todos es que el de ayer fuera el último aniversario del cierre de la aduana, porque eso significaría su puesta, de nuevo en funcionamiento. Lo que nos tememos es que seguramente se quedará en eso, en un deseo.

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