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Los problemas que parecen lejanos acaban afectándonos. Corrupción no castigada es igual a corrupción alentada

Por: J.B.

Silogismo: Razonamiento que está formado por dos premisas y una conclusión que es el resultado lógico que se deduce de estas. «Los filósofos medievales empleaban el silogismo para explicar fenómenos de la naturaleza».

Ejemplo de silogismo: Todos los automóviles tienen motor. Todos los motores utilizan aceite. Por lo tanto, todos los automóviles utilizan aceite.

Otro ejemplo de silogismo, en este caso sobre la corrupción (cada vez, por desgracia, más generalizada en España y Melilla): La impunidad alienta el delito. La corrupción es un delito. Por tanto, la impunidad alienta la corrupción.

La cantidad de ejemplos de corrupción/delitos impune/es necesitaría de varias vidas para ser descrita y enumerada, pero me vienen a la cabeza un caso deportivo sangrante, a nivel nacional (con alcance internacional), y varios casos a nivel local (los trataré de forma genérica porque, ¿quién soy yo para hacer lo que la oposición de turno no se atreve a hacer (¿quizá porque también lo hacen cuando les toca gobernar?)?).

En Melilla se compran votos (con dinero y/o con favores); el porcentaje de voto por correo sobre el total no para de subir (¡qué casualidad!); las empresas afines a los gobiernos de turno se llevan las obras de mayor envergadura (en algunos casos, empresas de fuera con nulo o escaso bagaje); hay empresas, que reciben obras y concesiones, que colocan a amigos/parientes/enchufados por “recomendación” de los políticos de turno (en algunos casos, los agraciados cobran sin tener que trabajar); se usa la publicidad institucional como un arma para intentar controlar los medios de comunicación; etc.

Lo peor de todo lo enumerado en el párrafo anterior es que es una corrupción impune y poco menos que aceptada como algo inevitable por la gran mayoría de los ciudadanos que asisten a ella (unos paralizados, otros favorecidos, algunos impotentes y la gran mayoría resignados). No les pasa nada, nadie les persigue de forma sería y, por tanto, el silogismo sigue su cauce.

En España hay un caso de corrupción deportiva de alcance mundial, el “caso Negreira” , en el que está inmerso el FC Barcelona y sus directivos (se les acusa de múltiples delitos derivados de haber tenido a sueldo – más de 7 millones de euros- a un vicepresidente de los árbitros), que parece que se desinfla y pierde actualidad: El presidente de la UEFA ya no habla de sancionar al Barcelona; La justicia deportiva española no puede actuar por haber prescito el plazo para poder castigar al club catalán; La justicia ordinaria tardará muchos años (otro silogismo: si una resolución es muy lenta, no se hace justicia; como va a ser lentísima y larguísima, no habrá justicia) y es muy probable que los responsables se vayan de rositas de la mayoría de los cargos (por falta de pruebas). El silogismo sobre la corrupción sigue, también en este caso, su cauce: muchos equipos podrán pensar que les vendría bien dar “ayuditas” a árbitros o directivos de estos, porque no les pasará nada si lo hacen. Muchos se preguntarán, ante tanta impunidad: ¿Por qué no dar también “ayuditas” a los jueces para que nos favorezcan en litigios de cualquier ámbito?

Ucrania. ¿Ya no nos preocupa?

Hasta no hace mucho el tema de la guerra en Ucrania estaba en todas partes. A cualquier hora, en cualquier medio (tv, radio, redes sociales, periódicos, etc.), en las tertulias de los bares o en las conversaciones con amigos y familiares, se hablaba de la guerra y de las consecuencias para nosotros (que la vivimos desde la distancia).

Como los combustibles han bajado un poco su precio y el precio de la electricidad está más controlado, nuestra preocupación ha disminuido de forma notable. ¡Gran error!

Las desgracias de los ucranianos, que ahora vemos tan lejanas, nos seguirán afectando (materias primas para la ganadería mucho más caras o nuevas subidas en los precios de los combustibles cuando se acerque el invierno y no haya acabado la guerra, etc.) y no es la cuestión económica la más importante a la hora de no dar la espalda a los ucranianos (aunque el egoísmo natural de nuestra especie nos incite a ello); lo más importante es no dejar que una dictadura encubierta (la Rusia de Putin) tome por la fuerza los territorios de una nación soberana.

Otro silogismo: La impunidad alienta el ansia de conquista de un dictador. Un dictador quiere conquistar nuevos territorios sin recibir represalias. Por tanto, si hay impunidad, habrá nuevas conquistas (otros países serán atacados y, porque no, también España).

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