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Una ciudad fantasma

MELILLA HOY 27 03 2024

Carta del Editor

MH, 27/3/2024

Enrique Bohórquez López-Dóriga

Viernes 22 de marzo, 9 horas de la mañana, me dirijo en coche al periódico. Cruzo calles y calles.. y no hay nadie. Melilla es una ciudad fantasma. Muchos melillenses se han ido de la ciudad, días antes de que empiece la Semana Santa. Los colegios están cerrados. Los musulmanes están en su Ramadán, con su única comida nocturna. Los presos de Coalición por Melilla siguen en prisión. La delegada del Gobierno, que se ríe mucho y hace nada, ahora es también secretaria general del PSOE melillense. Supongo que CpM está más cerca de la desaparición que de cualquier otra situación. El PSME -denominación melillense del PSOE- va por el mismo camino, la desaparición casi absoluta, en nuestra ciudad. La publicidad institucional -en manos del presidente Imbroda- está ahora peor que nunca y con un Plan dantesco asomando en el horizonte.

Viernes 22 de marzo, 9 horas de la mañana, me dirijo en coche al periódico. Cruzo calles y calles.. y no hay nadie. Sábado, 24 de marzo. Ha empezado la Semana Santa. Poquísima gente en el maravilloso Parque Hernández. Melilla parece una ciudad fantasma

Cuando todas las cosas pertenecen a todos -el comunismo, predominante en Melilla-, nadie cuida de nada, decía Aristóteles, que postulaba que el poder político debería readaptarse una y otra vez al equilibrio cambiante de las fuerzas económicas. Aquí casi nada cambia desde hace 39 años, la fecha que tengo más controlada, porque ese año, 1985, nació MELILLA HOY, el decano de la prensa de Melilla.

Sábado, 24 de marzo. Ha empezado la Semana Santa. Poquísima gente en el maravilloso Parque Hernández. Además, llueve y los dos Pasos del día dan marcha atrás. Cuesta reunir los porteadores necesarios: ¡lo que va de ayer -mi infancia, por ejemplo- a hoy! La desertización avanza en Melilla.

No es analfabeto aquel que no sabe leer, sino el que sabiendo leer, no lee

Termino de leer, el sábado, nuestro Semanario, económico, QUEZ, y de nuevo aprendo sobre lo que, al menos en teoría, sé más, sobre economía. Leo -en un periódico deportivo que imprimimos nosotros en Melilla que se vende conjuntamente con el Melilla Hoy en nuestra edición de papel, o sea El Marca- que “no es analfabeto aquel que no sabe leer, sino el que sabiendo leer, no lee”.

El Semanario económico QUEZ está dedicándose, cada vez más, a analizar la moribunda economía melillense, a proponer soluciones. “¿Se acabará volviendo al sistema de bonificación del 50%? Bajo el gobierno de Sánchez, imposible. El regreso del anterior sistema de bonificación, en el aire”, fue el título de la portada de un extraordinario artículo, el sábado pasado, comentando una tomadura de pelo más a los melillenses, protagonizada perpetuamente por el Gobierno Sánchez y su delegada en Melilla, Sabrina Moh.

Mi sorpresa, el martes, no fue lo de la inactividad de Sabrina Moh -lo sorprendente hubiera sido que hiciera algo que beneficiara a Melilla– sino que uno de los máximos responsable públicos de apoyar el imprescindible desarrollo económico de Melilla ni siquiera sabía que existe el Semanario QUEZ.

El que no lee, acostumbra no saber. Sólo sé que no sé nada, decía Sócrates. Lo sé casi todo, dice -y cree- el que sabe muy poco. Con el conocimiento no se nace, sino que se adquiere, y mejora, leyendo, aprendiendo de los que saben. Mientras escribo esto oigo la marcha nupcial de “El sueño de una noche de verano”, de Félix M. Bartholdy (la M es de Mendelssohn). Todo el mundo la ha oído, probablemente casi todos los matrimonios del mundo, pero casi nadie sabe quién la compuso. Yo lo sé…porque lo he leído. Me habría gustado lograr lo de Max Roser, economista y profesor en Oxford, fundador de Our World In Data, la base de datos que 100 millones de usuarios consultan al año para testar cómo va el mundo, pero, de momento, me conformo con publicar, dentro de unas semanas, el tomo II de las memorias de Melilla.

Espero que, alguna vez, el espíritu de dominio del conocimiento venza al espíritu de resignación, que impera en Melilla

En la Nueva Atlántida, del político y filósofo Francis Bacon (1561-1626), se gobierna poco, porque los gobernantes están más ocupados en lograr dominar la naturaleza que regir la vida del hombre y allí, en esa utópica y feliz Nueva Atlántida, se ha cumplido el sueño de sustituir al política por el científico. Yo sueño que en esta MELILLA, una ciudad laboratorio en la que se podrían hacer/probar tantas cosas, alguna vez empecemos a intentar algo así. Espero que, alguna vez, el espíritu de dominio del conocimiento venza al espíritu de resignación, que impera en Melilla.

 

 

 

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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