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Carta del editor.

Imposturas o imputaciones calumniosas

melillahoy.cibeles.net fotos 1633 pagina 3

Cualquiera de las muchas personas que me conocen, aunque sea un poco, saben que soy biológicamente incapaz de obedecer sin razones y el hecho de que me manden o de venderme no está precisamente entre mis ilusiones, sino todo lo contrario.

La pretendida superioridad de lo público sobre lo privado es algo tan extendido como falso. Y esa es una afirmación basada no en ideología alguna, sino en la simple constatación de los hechos, en mi experiencia personal, por una parte, y, lo que es más importante, en lo experimentado por la humanidad durante muchos siglos. Por supuesto que en las sociedades modernas, complejas, algún tipo de organismo público ha de existir. Como los partidos políticos, por ejemplo, que son consustanciales con la democracia, sin duda el menos malo de todos los sistemas políticos conocidos, como genialmente la definió Winston Churchill. Como la hacienda pública, un organismo harto desagradable pero necesario para que, entre otros, los políticos y los colocados en la administración pública puedan cobrar de los demás, trabajando algunos, no trabajando o haciéndolo mal muchos. Pero o estamos ideológicamente ciegos o es imposible que un ser humano normal, pensante, experimentado, pueda creer que lo público funciona mejor que lo privado, porque, sencillamente y como los hechos demuestran, no es así.

Hay muchas personas cultas que, por razones ideológicas, son ciegos ante la realidad. El socialista Juan Francisco Martín Seco, ex alto cargo de un gobierno socialista (naturalmente) es uno de ellos. En un artículo publicado el pasado martes en El Mundo, Martín Seco contrapone, como es norma y propaganda habitual de los políticos socialistas, el "Estado social" al "Estado liberal", al que achaca "la dictadura del dinero, la más terrible de todas las dictaduras", que sólo se puede evitar, según Martín Seco, "interviniendo el Estado en el ámbito económico…mediante la constante intervención en el ámbito económico", asumiendo "la necesidad de la constante intervención, control y dirección estatales, el especial protagonismo de los poderes públicos en el proceso económico" y añade que los socialistas "Blair en Gran Bretaña, Schröder en Alemania, Felipe González en España, y tantos otros, han sido los causantes de la muerte de la socialdemocracia" y, como consecuencia (según el autor del artículo) del triunfo del "actual capitalismo depredador". Stalin y Hittler (vidas paralelas, según el gran historiador Alan Bullock) son dos buenas referencias, como lo de Venezuela, Cuba o Corea del Norte, de lo 'conveniente' que puede llegar a ser el intervencionismo estatal, dicho sea de paso y a modo de recordatorio.

Quizás yo sea, sin darme cuenta, sin haberme dado cuenta en todos los años de mi ya larga vida empresarial, un miembro, inconsciente, de ese terrible capitalismo depredador que Martín Seco y tantos y tantos otros socialistas, prácticamente todos sin haber creado un sólo puesto de trabajo en su vida y sin haber trabajado jamás en lo privado, denuestan. Yo sí he creado, y mantengo desde hace ya muchos años, bastantes puestos de trabajo. Yo sí conozco a muchos pequeños y medianos empresarios y autónomos que trabajan duramente para sobrevivir y que tambien son, como yo, inconscientes de pertenecer al terrible capitalismo depredador. Yo sí he comprobado, una y otra vez, sin excepción alguna, cómo todos esos empresarios a los que he conocido se quejan de la administración pública, a la que consideran como algo que en general no está al servicio de los ciudadanos, como debería ser, sino que a menudo son un obstáculo para que los ciudadanos puedan actuar con libertad y eficacia, con las menores trabas posibles, creando los puestos de trabajo que necesiten sin que el Estado les obligue a una especia de matrimonio irrompible con el contratado, sea bueno o malo, eficaz o ineficaz, necesario o innecesario en un mundo cambiante. Por eso, y con sentencias como las de algunos jueces de lo laboral, no se crean en España los puestos de trabajo que se podrían crear y se crearían si la legislación laboral, en vez de endurecerse, como los socialistas y populistas proponen y hacen, y los consevadores aceptan, se pareciera más a la de los países desarrollados, en los que el nivel de paro es mucho más bajo que en España (y eso, una vez más, es un hecho, no una opinión). Como lo es, por poner un ejemplo propio, que la mayoría de las personas que trabajan en mis empresas lo hacen prácticamente desde su creación, hace ya bastantes años (treinta y uno, en el caso de MELILLA HOY). Sin duda yo no he depredado tanto como Martín Seco y tantos y tantos otros socialistas creen que es propio que un empresario haga, en su terrible (bien que inexistente) afán empresarial de portarse mal y depredar sin cesar.

Sobre imposturas, sobre imputaciones calumniosas se pueden aportar, desgraciadamente, muchos ejemplos. Un amigo melillense me muestra un twitter de uno de los tipos más dañinos y nefastos que hay en Melilla, José Alonso. En la foto de su twitter Alonso aparece, muy contento, con el por entonces recién condecorado, incomprensiblemente premiado, injustamente enaltado, teniente de la Policía Judicial de la Guardia Civil de cuyo nombre, como El Quijote respecto de su lugar de nacimiento, prefiero no acordarme. Lo curioso es que si hay un melillense que ha atacado con saña a la Guardia Civil ese es el nefasto José Alonso, como bien pueden atestiguar la veintena de guardias civiles que fueron juzgados en buena medida por las denuncias del tal Alonso. Sorprendentemente Alonso se muestra muy contento con el capitán que tanto daño ha hecho a tantos melilenses y, con la demostrada cobardía del tal Alonso, con la habitual cobardia de los malvados, el sujeto acompaña su fraternal fotografía con un comentario en contra de "un editor de periódico mafioso y subvencionado por la Ciudad Autónoma". Obviamente, no se atreve a decir quién es el citado "editor mafioso" subvencionado, pero le animo a hacerlo, aunque sé, porque es un cobarde, que no lo hará. Pero le aclaro que no todos somos como él y que yo de mafioso, como de depredador, no tengo nada y de obediente en cuanto que subvencionado aún menos, si eso fuera posible. Cualquiera de las muchas personas que me conocen, aunque sea un poco, saben que soy biológicamente incapaz de obedecer sin razones y el hecho de que me manden o de venderme no está precisamente entre mis ilusiones, sino todo lo contrario. Lo que he logrado en mi vida, mucho o poco, lo he logrado a base de mucho esfuerzo y mucha dedicación, superando muchos obstáculos, algunos provenientes de la administración pública local, otros de personas que hacen comentarios tan despreciables y tan falsos, tan sin fudamento, como los que hace el tal José Alonso.

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