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Carta del Editor

Graves problemas políticos

melillahoy.cibeles.net fotos 1112 LOS PAJAROS QUE METEN MIEDO

“Y el problema político fundamental de Melilla es que el Gobierno local está casi paralizado, es un deudor pertinaz, no encuentra soluciones para resolver sus problemas más importantes, y que la oposición no se vislumbra como alternativa sólida. Si ahora hubiera un Gil por ahí, o cualquier cosa nueva mejor y con un poco de sensatez, volvería a pasar lo mismo que le ocurrió entonces al gobierno del ahora rencoroso y lamentable Ignacio Velázquez cuando dirigía el PP local y presidía el Gobierno de la Ciudad. Me parece a mí”

Estoy en Madrid y me encuentro, en mi biblioteca casera, un libro del ruso Evgueni Evtushenko, "Siberia", que compré en una librería de viejo en Melilla en noviembre de 2006 y que no había leído, porque para leer a los escritores rusos, siempre tan enamorados de su madre patria, siempre con tanto frío y tanto miedo al fondo, siempre tan críticos con una sociedad a la que quieren tanto, hay que tener tiempo y paciencia. Me llamó especialmente la atención un párrafo del libro en el que un niño le pregunta a su abuelo "¿acaso se puede construir todo sobre el miedo? Depende de qué miedo se trata, le contesta el abuelo. "Si por ser mi jefe te temo y cumplo tus órdenes, pero no te respeto, éste es un mal miedo, un miedo perjudicial, que también es malo para el cumplimiento de las órdenes, pues por miedo cumpliré tus órdenes de un modo estúpido y, aunque las órdenes sean inteligentes, yo, por miedo, las estropearé. Y también es malo para el pueblo, pues el miedo de uno se contagia al otro y el resultado es un gran temor, una especie de incendio invisible, en el que no parece que nadie se queme, pero todos terminamos reducidos a cenizas".

Me parece la respuesta del abuelo una definición magistral de lo que ocurre en los regímenes totalitarios e incluso en los que no lo son tanto, porque el totalitarismo tiene grados y en los partidos políticos españoles, por citar un ejemplo próximo, no deja de estar presente tan señalado mal y su inevitable consecuencia: el miedo perjudicial. El miedo a no ir en las listas electorales. El miedo a contrariar al jefe al tomar cualquier decisión, con el inevitable resultado de no tomar decisión alguna. El miedo a cualquier clase de autoridad, justa o injusta. El miedo a lo que existe y a lo que puede pasar. El miedo en el que no parece que nadie se queme, pero todos terminamos, o terminaremos, reducidos a cenizas, en vida.

Algo parecido a lo que va a ocurrir en Melilla si desde el Gobierno de la Ciudad no se desbloquea la situación de parálisis administrativo/pública en la que Melilla está sumida, acogotada por el miedo a las innumerables denuncias que, si son todas como la que hicieron por lo del campo de golf los Cabanillas, Dionisios y Liartes, con el camaleónico Ignacio Velázquez al fondo sin dar la cara, como es costumbre, si las demás denuncias son así, no van a significar más que una pérdida de tiempo de la administración pública en general y unos daños morales a personas inocentes, en particular, además de un inmenso golpe al partido en el Gobierno, el PP, que es el verdadero objetivo buscado por los políticos que en las urnas son incapaces de lograr ese poder que tanto ansían. Un golpe dado en el trasero de los ciudadanos y las empresas melillenses, dicho sea de paso, aunque eso es realmente lo más grave.

Menos mal que, de vez en cuando, hay algún soplo de aire fresco, distinto, en la política española. Estos días, en Madrid, he tenido ocasión de hablar y conocer, en mi despacho de Gacetas, al candidato del PSOE a la alcaldía de la capital en las elecciones del próximo mayo, Antonio Miguel Carmona. Fue una reunión sumamente agradable, con una persona inteligente, no con un sectario (como Dionisio Muñoz, por ejemplo). Con un político que es un gran profesor, según sus alumnos, y que repite una y otra vez que si no consigue lo que promete (bajada del IBI, un Madrid limpio, mayor peso de las juntas municipales de los distritos, etc) dejará de ser alcalde, un puesto que afirma estar seguro de lograr en mayo. "Voy a ser un alcalde de centro, un alcalde decente", repite Antonio Carmona, que, además tiene un gran sentido del humor (cuando le pregunté cómo le gusta que le llamen, Antonio o Antonio Miguel, me contestó "lo que tu quieras, con tal de que no me llames Manuela"). Y otras opiniones políticas sobre las que me contestó cosas muy curiosas, tras advertirme que, si las publicaba, diría que jamás las había dicho. Sería muy interesante publicarlas, pero no lo voy a hacer, por ahora, para evitar cualquier posibilidad de dañarle internamente en su camino hacia la alcaldía, propósito en el que parte con ventaja respecto a sus adversarios, especialmente el PP, que todavía no ha decidido quién será su candidato o candidata, mientras que Antonio Carmona lleva ya casi dos meses pateando incansablemente la ciudad.

Pero de manera general es muy preocupante lo que está pasando en la política española y en la melillense también. Decía Federico Jiménez Losantos, denostado y admirado más o menos a partes iguales, creo, en una de sus columnas del diario El Mundo que Tsipras y Varefakis, primer ministro y ministro de economía griegos, " no son peores que Iglesias y Monedero (los de el español Podemos). Unos admiradores del gorilato venezolano y del kirchnerismo sólo pueden traer violencia y corrupción y para eso necesitan una mayoría aplastante de la Izquierda y el separatismo, que es exactamente lo que dibuja el CIS (en su última encuesta)". "El problema esencial de Podemos -añade el polémico periodista- es que le sobran la libertad y la nación. El problema esencial del PP de Rajoy, y de todos los españoles, es que le importan un bledo". Yo no creo que eso sea exactamente así, pero la cosa tiende a parecerse a lo que Federico dice.

Y el problema político fundamental de Melilla es que el Gobierno local está casi paralizado, es un deudor pertinaz, no encuentra soluciones para resolver sus problemas más importantes, y que la oposición no se vislumbra como alternativa sólida. Si ahora hubiera un Gil por ahí, o cualquier cosa nueva mejor y con un poco de sensatez, volvería a pasar lo mismo que le ocurrió entonces al gobierno del ahora rencoroso y lamentable Ignacio Velázquez cuando dirigía el PP local y presidía el Gobierno de la Ciudad. Me parece a mí.

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