Es ya un clamor: cambiar el sistema electoral español. La S del PSOE no es, ahora, de Socialista, es de Sánchez, dice Joaquín Leguina, un socialista histórico. Pensando sobre ello, se actualizan viejas preguntas: ¿Hay una izquierda en España que defienda la Constitución? (Vox sí está dentro de la Constitución) ¿Va a sobrevivir el PS (de Sánchez) OE a esto, incluso después de haber perdido un escaño más -tras el voto CERA- que hace imprescindible el voto afirmativo de Puigdemont a Sánchez? (ahora la situación es 172 escaños para la derecha, 171 para el actual Gobierno Frankestein)
Once millones de votos demuestran que España no es de izquierdas, que la mayoría social española es de derechas. Que el Partido Sanchista Obrero Español no es un partido de Estado. Que el PP deje de pelearse con Vox sería más que conveniente (sobre todo para Vox, que está empezando a recorrer el mismo camino de Ciudadanos). Que la batalla cultural no hay que darla por perdida a favor de la izquierda. Que ya no hay, gobernando, socialistas buenos y malos, solo hay socialistas que quieren mantener la paguita.
Los datos son aún más claros, a favor de la derecha, si utilizamos, como hace Juan Ramón Rallo, los conceptos de izquierdas periféricas (ERC, Bildu, BNG) y derechas también periféricas (PNV, Junts). Un PNV, partido de derechas y más meapilas que otra cosa, no debería estar muy cómodo gobernando con el comunismo ateo. Junts y ERC son enemigos electorales natos en Cataluña. En fin, el nacionalismo marca gobiernos y mientras no se cambie el sistema electoral en España- PP y PSOE juntos tienen votos y escaños suficientes para hacerlo- esto tiene muy mala pinta (para España, claro).
Lo que será inevitable es la factura económica nacional, provocada por una larga interinidad tras el 23 de julio, con el agravante de que los Presupuestos Generales del Estado para 2024, los primeros desde la irrupción de la pandemia, deberán ajustarse a las reglas fiscales comunitarias de déficit y deuda pública, como señalaba el diario económico Expansión esta semana. Ya no podrá haber más déficit público, más gasto público que ingresos (impuestos directos e indirectos).
¿Que ocurrirá en estos próximos y calurosos días? Pues la tesis dominante es que Sánchez terminará siendo presidente “porque tiene más ganas”, según escribió Salvador Sostres en ABC, el jueves (dudo que tenga más ganas que Feijóo, pero no dudo de que Sánchez tiene menos escrúpulos para conseguirlo). Y porque, como dibuja el genial Ramón en una de sus viñetas: “Suena raro, pero no gobierna quien gana sino que gana quien gobierna.
No hablo, en esta Carta, de Melilla. Hasta ahora solo hay nombramientos públicos y propaganda política -no pagada- del nuevo Gobierno, que gobierna -numerosos vacacionistas aparte- con un cómodo colchón popular, la creencia de que por muy mal que lo hagan, nunca podrán llegar a la maldad infinita del Gobierno anterior. La comparación constante con/contra lo anterior es humanamente comprensible, pero el camino se hace andando y superando obstáculos, empezando por los más importantes, como, por ejemplo, el trato estable y democrático con los medios de comunicación, algo que ya se hizo hace bastante tiempo en nuestra ciudad hermana, Ceuta.
Filosofemos
Para sobrevivir, tomémoslo con filosofía. Epicuro decía que para vivir una vida feliz es importante superar el miedo a la muerte “la muerte no nos concierne”, “pues mientras existimos, la muerte no está presente, y cuando llega la muerte nosotros ya no existimos”. Séneca (solo sé que no sé nada, pero quiero saber) y sobre todo Marco Aurelio (Alejandro de Macedonia y su mulero, una vez muertos, se convirtieron en lo mismo, escribió ese epicúreo que fue emperador romano)
Ellos -Epicuro, Séneca y Marco Aurelio- “me han ayudado a encontrar la felicidad”, declara un campeón de natación, rumano, el nadador más rápido del mundo, David Popovici, de solo 18 años. Tan joven y tan admirable como Carlos Alcaraz.
