Carta del Editor MH, 17/4/2024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
Del desastre
Domingo, 14 de abril. Juego al golf, en un campo antes atrayente, ahora infecto, aunque todavía vivo, de milagro. Termino de jugar y de sufrir por cómo está el campo de golf, que podría ser uno de los grandes atractivos turísticos de nuestra ciudad y que ahora, con la habitual pasividad de la administración pública, es un desastre impresentable. Tratando de olvidar, me pongo a pasear y me deja atónito la belleza del cielo de Melilla, la belleza de la luz de ese día en nuestra ciudad. Paseo por la calles, miro el horizonte, y me maravilla lo hermoso del entorno, la resplandeciente naturaleza brillando en Melilla. ¡Qué pena tanta belleza, tanta historia, tantas posibilidades subdesarrolladas y desaprovechadas!, pienso, mientras disfruto del espectáculo de nuestra ciudad, tranquila y resplandeciente bajo el sol.
A la esperanza
Buscando algún atisbo de cambio positivo en España leo que José Luis Escrivá, ministro para la Transformación Digital y la Función Pública -que es, rara avis, un ministro socialista reformista- pretende ahora reformar la Administración: que el sueldo de los funcionarios esté ligado a lograr objetivos, evaluación anual de los más de tres millones de empleados públicos, la movilidad laboral, un MIR para acceder a puestos tecnológicos y que los empleados públicos se puedan jubilar antes o demorar el retiro, etc. Va a ser una batalla dura y larga, de incierto resultado. Ojalá la gane.
Y a la ilusión de una nueva Melilla
Horas después, mediodía del lunes, 15 de marzo, asisto a la presentación, en el hotel Melilla Puerto, invitado por el presidente Imbroda, del Plan Melilla Invierte 24-27, el Plan de inversiones de la CAM para el período de cuatro años -del que casi ha transcurrido uno- del Gobierno Imbroda.
Habla Juanjo Imbroda con gran entusiasmo, con mucha ilusión. Comenta sobre construcción de viviendas (“doscientas treinta y tantas”), sobre inversiones por valor de 169 millones € …. Se van a hacer muchas cosas, “una vez superado el inmenso galimatías heredado”. Asegura que se va a cumplir lo que prometen (el punto débil de la mayoría de los políticos es la diferencia entre lo prometido y lo realizado) y dijo estar “orgulloso del equipo que tenemos”, o que él tiene, si se quiere ser más preciso.
Terminó su discurso -del que publicamos amplia información en nuestro periódico de ayer- dando las gracias a la prensa -había lleno de periodistas en el acto- y respondiendo a todas las preguntas. Insistió -y eso me parece muy, muy importante- en que “no tenemos tiempo”, tiempo que perder, creo, supongo y espero. Para ello, añadió, “la simplificación administrativa es fundamental y tengo un estudio en mi despacho, sobre ello”. Con la burocracia -más bien burrocracia- actual cualquier cambio es imposible y por fin parece que se va a intentar, de verdad, terminar con el paralizante abuso burocrático. Imbroda reconoció que en nuestra ciudad existe desmoralización, pero, me decía mi amigo Juanjo al final de su exposición: “Va a ser una nueva Melilla, Enrique, pero de verdad”.
Ojalá sea así, ojalá lo anunciado y prometido se cumpla, ojalá se entienda que la administración pública, sin contar de verdad con el apoyo de los empresarios, no conseguirá “levantar” -como dijo Imbroda- la moribunda economía local. Las intenciones están bien, pero lo importante son los hechos. En ese empeño de lograr “una nueva Melilla”, tan ilusionante y tan necesario, siempre encontrará el Gobierno local nuestra colaboración y nuestras iniciativas. Se vuelve a abrir la ilusión.
Memoria histórica: mi libro MELILLA, ESPAÑA, EN PELIGRO
Leyendo sobre Lenin, el considerado como padre de la revolución rusa de 1917 -aunque inicialmente estuvo dirigida por Kerensky, al que el sanguinario Lenin eliminó, como a los mencheviques (los miembros de la minoría), favoreciendo a sus bolcheviques (los miembros de la mayoría)- me llama la atención que Alexandra Kollontai fue la única mujer entre los 12 ministros del dictador. Evidentemente Pedro Sánchez no sigue los pasos de su ídolo, Lenin, y tiene muchas más ministras que ministros. Quizás porque el primer ídolo de Sánchez es… él mismo.
Lo que no cambia, ni entonces, ni ahora, es la obsesión, denunciada por Orwell, de controlar el futuro mediante la manipulación del pasado, que es lo que están haciendo Pere Aragonés y Pedro Sánchez con lo de la amnistía, por ejemplo. Para que no se olvide nuestro pasado, destaco que ya queda menos de un mes para la presentación del segundo Tomo de mi libro MELILLA, ESPAÑA EN PELIGRO, un repaso a lo acontecido en nuestra ciudad en 1999, finales del siglo XX, y durante los primeros cuatro años del siglo XXI. Sorprenderá lo que pasó… pero eso fue lo que pasó.
