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El valor de elegir

MELILLA HOY 24 04 2024

Carta del Editor

MH, 24/4/2024

Enrique Bohórquez López-Dóriga

 

El pasado 20 de abril, un día antes del 39º aniversario de MELILLA HOY, se cumplieron 29 años del atentado de ETA contra el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, en la calle Arturo Soria, de Madrid, muy cerca de mi casa en la capital. Yo estaba en casa ese día, oí la explosión del coche bomba y noté el temblor del suelo. No se me ha olvidado. Pensé entonces en mudarme a la calle Libertad, de Madrid. Todavía no he abandonado la idea, todavía no he elegido.

Cuando veo un libro que trata sobre la libertad, lo compro. Así compré, el 5 de diciembre de 2003, un libro de Fernando Savater, que hacía referencia a la ordalía, un medio de averiguación o prueba usado por algunos pueblos primitivos y fundado en el sometimiento ritual a prácticas destinadas a establecer la certeza de algunos casos, principalmente con fines judiciales.

Casi cada día y a cada paso -sin llegar a los extremos de la ordalía- llegamos al momento, incierto y fatal, de la acción

Cuenta Fernando Savater, en uno de los capítulos de su libro “El valor de elegir”, que Frank R. Stockton escribió un cuento, titulado ¿La dama o el tigre? En la remota antigüedad un rey bárbaro, para castigar los delitos especialmente graves, imaginó una singular ordalía: El acusado era conducido a la arena de un circo en cuyas gradas se apretaba todo el pueblo reunido. Ante él se abrían dos puertas. Tras una de ellas aguardaba un fiero tigre hambriento; tras la otra estaba una hermosa y virginal doncella. Sólo el rey conocía al inquilino que aguardaba en cada puerta. El reo debía elegir forzosa e inmediatamente una de las puertas, su suerte estaba echada. Si aparecía el tigre, moría destrozado en segundos; si salía la dama, debía desposarla sin dilación, derogándose cualquier matrimonio o compromiso que pudiera haber contraído antes. Queda a gusto de cada uno determinar cuál era el destino más cruel…En cierta ocasión, el criminal estaba acusado de un delito especialmente grave: cortejar, siendo un plebeyo, a la hija única del rey, que le correspondió apasionadamente. Convulsa, la princesa amante y presente en el juicio se vio lacerada por una doble angustia: ver el cuerpo tan querido despedazado a zarpazos, o contemplar a su enamorado unido conyugalmente con una señorita preciosa. Con ardides, la princesa logró enterarse de cuál era la puerta que en la arena correspondía a cada uno de los indeseados destinos. El muchacho apareció sobrecogido en el circo, conocía el dilema de su amada y le lanzó una mirada de súplica: ¡solo tú puedes salvarme!. Con gesto discreto, la princesa señaló la puerta de la derecha, y por ella optó sin vacilar el condenado. Fue ella, la enamorada, la que tuvo el valor de elegir.

Stockton concluyó su relato: “El problema de la decisión de la princesa no puede considerarse con ligereza, por lo tanto, dejo que respondan ustedes: ¿quién salió por la puerta abierta…la dama o el tigre?

Tal es la acuciante cuestión para cualquiera de nosotros, cuando casi cada día y a cada paso -sin llegar a los extremos de la ordalía- llegamos al momento, incierto y fatal, de la acción. Así concluye, sabiamente, Fernando Savater el capítulo 2 de su libro, “El valor de elegir”.

Entre Melilla y Sánchez, sin ordalía de por medio, Sabrina Moh ya ha elegido

Un ejemplo local

Lo de la apertura de la aduana comercial de Melilla con Marruecos es, sobre todo, una tomadura de pelo más del Gobierno Pedro Sánchez, comunista, a los melillenses… excluyendo, claro, a la eternamente risueña delegada del Gobierno en Melilla y ya secretaria general del PSOE local, que se sigue riendo de todos nosotros: ¿No os hago caso? Pues os aguantáis, a mi -impar Sabrina Moh- solo me preocupa, asuntos personales aparte, mi amado líder -residente en La Moncloa y que tan maquillado sale a diario de su casa, a veces en coche escoltado, en el Falcon casi siempre- y que, como deberíais comprender, simplones melillenses, no está en la alta política para atender menudencias como las que vosotros planteáis, así que… me sigo riendo (de vosotros). Ella, entre Melilla y Sánchez, sin ordalía de por medio, Sabrina Moh ya ha elegido.

 

 

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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