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Concienciación

Hay que hacer infinitamente más de lo que se hace para lograr una mayor concienciación ciudadana hacia este problema, aunque solo sea para que se aborde con más respeto y responsabilidad desde las formaciones políticas y la sociedad en general La violencia de género es una lacra social tan grave y repulsiva, que es necesario abordarla de forma muy escrupulosa y responsable si de verdad queremos superarla en esta sociedad supuestamente avanzada en la que vivimos. Ayer decía la nueva jefa de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género, no sin razón, que éste es un tema de Estado en el que las disputas e intereses políticos no deberían tener cabida. Por desgracia vemos que eso no ocurre cuando la semana pasada, en la conmemoración del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, algunos partidos centraron su discurso en los cansinos debates políticos de siempre en vez de alzar la voz al unísono contra este problema. Ayer, apenas unas horas después del doble homicidio que ha causado conmoción entre los melillenses, diferentes voces, algunas anónimas y otras no tanto, estaban sembrando dudas respecto a si es un caso de violencia de género e incluso juzgando si la muerte de los dos jóvenes podría ser fruto de alguna negligencia profesional o política.

Ciertamente es comprensible que ante un hecho doloroso como lo ocurrido en la cuesta de la Alcazaba hace dos días, todos queramos que se haga justicia y que el responsable pague por ello. Nadie quiere que se vuelva a repetir y es un deseo común que el caso se resuelva cuanto antes. Pero eso no se consigue con conductas como las que lamentablemente se han podido ver en las últimas horas en Melilla, donde algunos, de forma totalmente irresponsable, se han metido en el papel de justicieros y han llegado a acusar a las instituciones de no declarar este caso como violencia de género desde el minuto uno, de no haber ayudado a la mujer asesinada, y de no protegerla debidamente. Todo ello adobado con el morbo de dar a conocer la identidad de las víctimas con nombres e imágenes que no eran, sin guardar ningún respeto ni a las víctimas ni a quienes aparecían retratados en las fotografías.

Hechos como estos deberían avergonzar a quienes los protagonizan sin pudor ni ética y obligan a una profunda reflexión sobre las miserias humanas y lo mucho que hay que trabajar todavía para lograr una concienciación real sobre la violencia de género. Las dos muertes violentas a las que por desgracia hemos tenido que asistir esta semana todavía no han sido catalogadas como violencia de género porque hay que dar tiempo a la Policía para que haga su trabajo resolviendo una investigación compleja, algo que tampoco permiten quienes exigen resultados desde el primer minuto, cómodamente sentados detrás de un ordenador conectado a las redes sociales. Es indignante que tras saberse que la joven asesinada tenía orden de protección, algunos desde Facebook se hayan atrevido a menospreciar a un grupo de policías totalmente entregados a la protección de las víctimas, tratándolos como los culpables del terrible asesinato contra una joven madre que ha tenido que vivir la pesadilla de los malos tratos. Todo el mundo debería tener claro que los policías dedicados a la protección de las víctimas no son guardaespaldas y que los verdaderos responsables de que esta lacra siga viva son los maltratadores. Es evidente que tras casos como éste aún queda muchísimo por hacer para erradicar la violencia de género, pero también hay que hacer infinitamente más de lo que se hace para lograr una mayor concienciación ciudadana hacia este problema, aunque solo sea para que se aborde con más respeto y responsabilidad desde las formaciones políticas y la sociedad en general.

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