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El rincón de Aranda

Unas pinceladas sobre algunas dimisiones

Máxim Huerta, después de conocerse que hizo sus chanchullos a Hacienda, dimitió en 24 horas.

En 1994, Antonio Asunción (q.e.p.d.), dimitió como Ministro del Interior, tras sólo cinco meses en el cargo, asumiendo la responsabilidad política por la huida del Director General de la Guardia Civil, Luis Roldán.

Cristina Cifuentes lo negaba todo cuando la pillaron en lo del famoso Master. Entonces se querelló contra el periodista que lo descubrió, presentando pruebas, (dijeron que eran falsas), que al enseñarlas, con burlona sonrisa decía: “Que no me voooy, que me queeedo…”. Pero cuando se descubrió que se llevó de un super dos botes de crema, para su sonriente rostro, sin haberlas pasado por la caja, también lo negó.

Pero al salir el video de la seguridad de ese establecimiento, entonces, ¡menos mal!, es cuando dimite, y haciendo mutis por el foro, toda ella vestidita de blanco, se largó.

Ana Mato y José Manuel Soria, se fueron por un escándalo de corrupción cada uno de ellos.

La señora Mato, dijo que se iba, en noviembre de 2014, el mismo día que el juez del caso Gürtel consideró que era “partícipe a título lucrativo” en los delitos cometidos por el que fue su marido, Jesús Sepúlveda, ex-Alcalde de Pozuelo de Alarcón. En su comunicado, la entonces ministra de Sanidad alegó que no tenía conocimiento de ningún delito que pudo cometer su esposo. Ella ignoraba cómo su marido cambiaba de coches: igual tenía un Jaguar como un Range Rover, en el garage de su casa. También los confetis en cumpleaños y comuniones de sus hijos. ¡Bah!, total: unas bagatelas sin importancia. Por los confetis, claro.

El ministro Soria presentó su renuncia tras cinco días, mintiendo y acorralado, por estar vinculado a empresas arraigadas en paraísos fiscales. O sea: nádená, otra fruslería intrascendental.

José Ignacio Wert, el que pronunció la impresionante, acádemica e inteligentísima, frase: “Hay que españolizar a los niños catalanes…”, dimitió, pero eso sí, con una suculenta beca en París, que la pagamos entre todos.

Miguel Arias Cañete, el que se zampaba los yogures caducados, es diputado en Europa.

Ninguno de ellos fue destituido por Mariano Rajoy, el que hoy registra propiedades en Santa Pola. Y ahora, qué quieren que les diga?, pues que “Viva la Pepa de Puerto Real”. Como decía un cachondo cuando le
preguntaron: “¿Quién es la Pepa?. -La Pepa, le respondió: es un muchacha alegrota y juguetona, que no piensa más que en danzar y en vivir alegremente. Pero hoy todas son Pepas en Madrid, o por mejor decir, Madrid entero es hoy un Viva la Pepa”. (Constitución de Cádiz 19.03.1808, día de San José).

Y ahora, como suelen pregonar en las ferias, rastros y mercadillos: “¡Busque, compare, y si encuentra algo mejor: cómprelo!”. Bueno, mejor: dígalo; y si es por este medio tanto mejor.

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