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Melilla en Flor, Ponzoña: Genialidades y afrentas

Melilla en Flor

En un lugar de la Guelaya de cuyo nombre no quiero acordarme, a finales del S XX (1996) el ayuntamiento convocaba una Bienal Nacional de Escultura que estaba muy bien dotada económicamente.En las bases se indicaba que la obra ganadora quedaría en posesión del Ayuntamiento. Una panda de sinvergüenzas e irreverentes, autodenominados Colectivo Ponzoña (aún perduran y continúan con su labor creativa y paralela a los estándares establecidos y bajo el anonimato que permite el lugar) se fueron a la playa de la Hípica, trincaron un losco de unos ochenta kilos, se lo llevaron a su “taller” y capa tras capa de purpurina dorada, lograron convertir a aquel bolo de piedra en una supuesta pepita de oro. Lo pusieron en una peana y bajo el título “Si fuera oro ganaría” lo presentaron a concurso sin que nadie filtrara la calidad de la obra. Tenían ustedes que ver al público … ¿han observado a los asistentes a un museo de arte contemporáneo que se admiran ante algo que no entienden? Les daban vueltas a la piedra con un aire de intelectualidad que sorprende. Los autores se partían la saca de risa. Llegó el día en el que el jurado hubo de observar, deliberar y decidir sobre la obra ganadora.El concejal de cultura era D. Amalio Jiménez, un personaje curioso de la política local. Su partido se llamaba PNEM, sin comentarios, hermano de César Jiménez (actor reconocido y director del Grupo de teatro Tallaví, con estatua en la ciudad), ambos amantes, defensores y difusores de la Cultura local. Bien, al salir de la exposición y tras las deliberaciones del jurado le preguntaron: “¿Qué opina de la piedra de oro?”.“¡Una afrenta, una afrenta!” respondió aquella bien formada y buena persona. -Hoy (por el sábado para el lector) he visitado las “instalaciones” de Melilla en Flor, me he encontrado con amigos y conocidos que me decían “¡qué bonito!, ¿qué te ha parecido?” Y yo les contestaba: “¡Una afrenta, una afrenta!”Amén y amén.

Guillermo Reus González

P.D. – Pasado el tiempo, un amigo les comentó: ¿Sabéis que el losco de oro está en el museo de arte contemporáneo? Incrédulos, allí se presentaron y, efectivamente, el bolo de oro allí estaba. El salitre de la roca había expulsado las capas de purpurina, los hongos invadían las grietas… Y sinceramente, era bello ver tanto “arte” moderno.

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