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Carta del Editor

Una fábula muy triste y unos golfos muy malos

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Una vez en el poder el camaleón se fue hinchando de tal manera que terminó explotando y siendo desalojado del poder por los miembros de la granja, con sus votos, y los jueces, con sus sentencias. Un nuevo animalito, un pez pequeño criado en la granja, de nombre J, ocupó el poder, tras comerse al pez, a los peces grandes. I no pudo aguantarlo y juró vengarse de J, apoyándose en otros animalitos, antaño enemigos suyos (de I), como por ejemplo un caracol muy malo, o un monito muy fatuo, Ju, además de un elefante muy rico y muy prepotente, G. Una fábula es una habladuría, un género de narraciones de asunto imaginario y maravilloso, una narración literaria, una alegoría, una parábola, el argumento de una obra literaria. Un fabulador, por lo tanto, es una persona que fábula o inventa historias imaginarias. Por ejemplo yo, hoy, en esta Carta.

Imaginemos, como Félix María Samaniego en sus famosas 'Fábulas morales', que había una vez una granja, llamada M, relativamente pequeña, que pertenecía a otra granja mucho más grande, llamada ES, que estaba pasando por una situación muy problemática y tenía una historia muy larga y con grandes hechos registrados. M estaba ubicada en un lugar complicado y era objeto de deseo de una granja vecina, lo que atizó la ya de por sí complicada situación política y social que E sufría en general y M muy en particular.

La granja M estaba dirigida social y políticamente por unos animalitos que hablaban y tenían forma aproximadamente humana. A veces simpáticos, cuando dependían de manera próxima de los votos de los otros animalitos que poblaban la granja, otras veces insoportables, generalmente cuando ya llevaban varios años gobernando la granja y creían que era suya y que podían dominar todo sin necesidad de nadie, más allá de los otros animalitos, más pequeños e intrigantes, que les rodeaban, les adulaban sin cesar y les debían su sustento, mantenido con el dinero público que obligaban a aportar al resto de los animalitos de la granja.

M también tenía una historia complicada. Por no remontarnos a un pasado muy remoto, de más de 500 años, y si miramos sólo unos 30 años atrás, veríamos una situación en la que la granja estaba dominada por un animalito muy malo, una especie de sapo, apellidado B, que se apoyaba y era apoyado por un burrito muy torpe, apellidado H. Los habitantes de la granja estaban muy descontentos, muy asustados y dominados, y apoyaron el nacimiento de un periódico, MH, cuyo jefe, E, hizo todo lo posible para que un animalito nuevo, una especie de camaleón que entonces parecía una mariposa, que era forofo de un equipo de fútbol muy famoso llamado Real Madrid pero que si se encontraba con alguien que lo era del Barcelona le aseguraba, con gran convicción, que él también era forofo de ese equipo, un peligroso, como se comprobó más tarde, y en apariencia inocentón, como parecía entonces, camaleón de nombre I, pudiera dirigir la granja. Una vez en el poder el camaleón se fue hinchando de tal manera que terminó explotando y siendo desalojado del poder por los miembros de la granja, con sus votos, y los jueces, con sus sentencias. Un nuevo animalito, un pez pequeño criado en la granja, de nombre J, ocupó el poder, tras comerse al pez, a los peces grandes. I no pudo aguantarlo y juró vengarse de J, apoyándose en otros animalitos, antaño enemigos suyos (de I), como por ejemplo un caracol muy malo, o un monito muy fatuo, Ju, además de un elefante muy rico y muy prepotente, G.

J, en el poder varios años, consiguió éxitos notables y fracasos no menos notables a medida que los años transcurrían y los grandes cambios que la mayoría de los habitantes de la granja ansiaban y esperaban no se iban produciendo. I, con sus extraños compañeros de faena unidos por el rencor, se fue convirtiendo, con el apoyo de las cloacas de la Administración, con un tal S a la cabeza (la Administración de una granja en la que los administradores eran más que los administrados y los que debían perseguir a los delincuentes se dedicaban a inventar historias sobre los inocentes) en el jefe de una banda de golfos que, como todos los golfos y ladrones creen que los demás, como el ladrón, son de su misma condición, y empezaron a apoyarse en medios de comunicación ilegales sufragados con enormes cantidades de dinero público desviado de una actividad eléctrica a otra propagandística en favor de los que pretenden atacar el poder e intentando terminar con los que, realmente o en la imaginación de los conspiradores, no se unen a la conspiración que intenta asaltar al poder que los habitantes de la granja votaron. Incluso, los golfos, se apoyaron en una revista no menos golfa y decadente, cuya inicial también empieza por I, como el jefe de la banda, para propagar burdas mentiras, denuncias sin fundamento, insultos que no pasaban de ser más que una autocalificación de los golfos sin remedio que los conspiradores son.

La granja M, con tales circunstancias, iba muy mal. Casi todos los administrados, hundidos en la confusión y el desánimo, o producían muy poco o habían dejado de producir. No digamos nada de la inmensa multitud de administradores, la mayoría de los cuales se habían declarado en huelga encubierta, excepto para cobrar sus salarios públicos, naturalmente, y con la excepción añadida de intentar poner freno a todo animalito que, a pesar de las dificultades naturales y provocadas que existían, osase intentar hacer, construir, algo. Los conspiradores, I, G, Ju, B, etc, etc, se frotaban las manos: a escasas fechas de unas elecciones habían conseguido expandir el caos, el miedo y la paralización, con la ayuda de los jefes de las cloacas, como S. E incluso planeaban captar, a base de quintacolumnistas, a un nuevo partido político (C) que en la granja grande, ES, está subiendo mucho, para que se presente a las elecciones de la granja M con candidatos que parezcan de ellos pero que realmente serían de la banda I, G, Ju, B, etc, etc.

Mientras, los que ostentan el poder, capitaneados por J, de momento superviviente de una de las numerosas denuncias judiciales que la banda de golfos conspiradores le habían hecho, querían aparentar tranquilidad en medio del caos y se apoyaban en que cualquiera de los remedios posibles era aún peor que lo que existía, un consuelo muy triste para los animalitos de la granja, pero quizá cierto.
¿Podrá salir la apesadumbrada granja M de la terrible situación en la que se encuentra? La respuesta, positiva o no, la iremos viendo en los próximos capítulos de esta apasionante, bien que triste, fábula. Y repito, cualquier parecido entre lo contado en esta fábula y la realidad, si lo hubiera, es pura coincidencia.

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