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Un proyecto vital

La falta de posibilidades es una amenaza a ese desarrollo al que Melilla tiene derecho a lograr. Por esta razón, se entiende muy poco que haya tantos reacios a sumarse al proyecto de ampliación del puerto comercial o, al menos, a reconocer que puede ayudar a lograr ese objetivo de alcanzar un modelo económico alternativo. La magnitud de la obra invita a creerlo: 225 millones de euros de inversión pública en varios años y casi 2.600 puestos de trabajo que se podrían crear entre directos e indirectos Las limitaciones geográficas que sufre Melilla por su idiosincrasia de tener fronteras físicas por todos lados, unida a su ubicación «aislada» en el norte de África, son dos de los principales obstáculos para el desarrollo económico de esta ciudad constreñida en sus 13 kilómetros cuadrados. Pero Melilla aspira a ser una ciudad moderna y a resolver de una vez por todas el enorme y endémico problema del paro que le amenaza cual espada de Damocles, y por eso precisa un revulsivo en su modelo económico. Todo el mundo es consciente de esa imperiosa necesidad, y así lo reconocen partidos políticos, empresarios, sindicatos, comerciantes, hosteleros y, en definitiva, todo aquel que conozca Melilla y tenga una preocupación, aunque sea mínima, por el futuro de esta tierra.
La falta de posibilidades es una amenaza a ese desarrollo al que Melilla tiene derecho a lograr. Por esta razón, se entiende muy poco que haya tantos reacios a sumarse al proyecto de ampliación del puerto comercial o, al menos, a reconocer que puede ayudar a lograr ese objetivo de alcanzar un modelo económico alternativo. La magnitud de la obra invita a creerlo: 225 millones de euros de inversión pública en varios años y casi 2.600 puestos de trabajo que se podrían crear entre directos e indirectos, según las cifras que ofreció ayer el presidente de la Autoridad Portuaria, Miguel Marín. Estas previsiones ya se sabían pero lo lamentable es que algunos, principalmente el PSOE y otros adversarios políticos del partido que está en el Gobierno, no las quieran reconocer por su obcecación con todo lo que esté relacionado con la ampliación del puerto. Es más, se atreven a poner en duda su efectividad, pese a ser el único proyecto que se ha puesto sobre la mesa para intentar resolver la falta de expectativas que sufre Melilla desde hace ya demasiados años.
El PSOE se ríe incluso de la ampliación portuaria diciendo que el PP lo repite año tras año sin que se vea ninguna obra, obviando que esta reivindicación estuvo guardada en el cajón de Zapatero durante sus dos legislaturas y que como todo el mundo puede comprender, una obra de este calado no es una cosa de dos días. Quizá si hubiera contado con la unidad de todos los melillenses, como requiere un proyecto de ciudad, se habría conseguido dar pasos más grandes y rápidos para que pudiera ser una realidad antes. Los melillenses, que están llamados a las urnas el próximo 20 de diciembre como el resto de los españoles, deberían tener en cuenta situaciones como la de la ampliación del puerto en vez de dejarse llevar por aquellos que se dedican a criticar y obstaculizar aunque carezcan, descaradamente, de propuestas para nuestro futuro.

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