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Carta del Editor

Todo huele a cambio

Me da pena ver cómo, en lo que a la moción de censura presentada por Vox se refiere, Juan José Imbroda se manifestaba repitiendo y haciendo repetir consignas seguidistas de lo que manifiesta la cúspide de su partido, algo que es lo habitual en política, por cierto. Demasiados pensamientos coincidentes son señal inequívoca de falta de libertad de pensamiento.
Lo más sagrado que nos ha concedido la naturaleza es nuestra libertad de pensamiento. El cordobés Averroes (1126-1198) descubrió a Aristóteles en aquella Córdoba que fue llamada “la nueva Atenas” y el gran Rafael colocó acertadamente a Abdulwalid Mohamed Ibn-Ahmed, Averroes, en su célebre “Escuela de Atenas” de la Capilla Sixtina. La Escuela de Atenas fue la del arte libre de razonar, de dudar, de interrogarse, de cuestionarse, de no tragar ningún dogma sin pasar por el tribunal de la razón y de la conciencia individual, de no renunciar a la libertad de pensamiento.

Lo políticamente correcto y el pensamiento único son los enemigos de esa libertad de pensamiento que es el motor del progreso, al que solo se puede llegar mediante el cambio.

El jueves la información única -el covid 19- tuvo una cierta competencia: la moción de censura de Santiago Abascal a Pedro Sánchez, que en realidad era una moción contra Pablo Casado con el fondo de una pregunta: ¿qué es mejor para el centro derecha, votar juntos en una sola candidatura PP y Vox, o sumar más votos separados y que permitan desalojar del Gobierno al PSOE, como ocurrió en Andalucía? De la respuesta a esa pregunta depende la valoración que se puede hacer sobre el resultado colateral, electoral -que era el importante- de la moción de censura del jueves: el panorama electoral español a partir de ahora. Ahora que el PSOE se está comiendo, a fuego lento, a Podemos, ¿podrá el PP de Casado comerse al Vox de Abascal u ocurrirá lo contrario?
Pablo Casado, que representó él mismo un cambio en el PP, cambió el jueves respecto de lo que venía haciendo desde que es presidente del partido. Digamos que de la pasividad ante Vox -su socio de votación, no de gobierno, en Andalucía, Madrid y Murcia- pasó a la agresividad. ¿Será eso positivo o negativo para el PP y su objetivo, que es gobernar en España?
Los periódicos aplauden, en general, a Pablo Casado. “Doble triunfo para Casado, supera la moción de Vox y logra que Sánchez dé marcha atrás con su reforma del CGPJ”, titulaba ABC el viernes en portada. “Casado devuelve el orgullo al PP”, era la portada de La Razón ese día. “Casado rompe con Abascal y sale ganador de la moción de censura”, fue la portada de El País. Entre los líderes políticos, los había muy contentos -Casado-, sorprendidos y contentos -Sánchez e Iglesias (mal síntoma)- y descontentos y muy sorprendidos -Abascal- que se había acostumbrado a atacar al PP sin ser respondido.

Todo huele a cambio, entre otras razones porque hay dos factores nuevos que cambian radicalmente nuestro panorama: el coronavirus incontrolado y la crisis económica agudizada, con el consiguiente aumento de la importancia de las decisiones de apoyo de la Unión Europea. La crisis sanitaria en España es enorme, ha sido muy mal gestionada y, como consecuencia, es muy superior a la del resto de los países de nuestro entorno. La crisis económica española es inmensa, imposible de solucionar por nuestro Gobierno y solo con nuestros recursos propios, lo que hace imprescindible la ayuda económica de la UE.

El Gobierno socialcomunista/separatista español no puede con la pandemia, ni puede con la crisis económica. Lo mismo le ocurre al Gobierno mal llamado tripartito de Melilla, surgido de una aberración electoral. En España, para contar con Europa -económicamente imprescindible- es necesario un pacto, aunque sea de corta duración, de un PSOE renovado -sin Pedro Sánchez, con un nuevo dirigente socialdemócrata tipo Felipe González- y un PP también renovado -con el “nuevo” Pablo Casado-. En Melilla, donde los aires de cambio son ya un clamor, Eduardo de Castro tiene contados, con los dedos de la mano, sus días como presidente, pero la eternamente indecisa Gloria Rojas dependería, además de la aprobación de Pedro Sánchez, del voto del tránsfuga Jesús Delgado, que, en el último instante, como hizo De Castro, puede cambiar su voto para postularse él como presidente, evitando así la presidencia de Rojas y volviendo al caos. Aquí, a corto plazo, hasta las elecciones de mayo de 2022, solo cabe un pacto PSOE-PP renovado, difícil y probablemente efímero, pero ahora -tras lo de Casado del jueves- menos imposible. Ni España ni Melilla pueden -literalmente: pueden- soportar más tiempo estos dos Gobiernos que ahora padecemos en nuestra salud y en nuestros bolsillos.

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