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Recuperar nuestros espacios

El método de la Comunidad de Madrid, tan criticado por el Gobierno de Sánchez y otras comunidades socialistas, está siendo copiado aquí, por ahora sin problemas, y evidencia una realidad, y es que en Melilla tenemos ocupados o sin poder utilizar algunos de nuestros pocos espacios que podrían ayudar a ese necesario desahogo social y cultural entre los melillenses En Melilla sólo tenemos 13 kilómetros cuadrados. La escasez de suelo es una de nuestras grandes limitaciones y no podemos aumentarlo por nuestra doble frontera: la terrestre, delimitada por una valla, y la marítima, donde tampoco podemos ganar terreno, por ahora, después de que el Gobierno haya borrado el proyecto de ampliación del puerto de los Presupuestos Generales del Estado.
En definitiva, tenemos poco suelo y nuestros espacios son muy limitados. Una escasez que estamos sufriendo de una manera muy especial desde hace algún tiempo por esta terrible pandemia, el cierre de la frontera desde hace más de 13 meses y el largo, larguísimo cierre perimetral que estamos sufriendo desde hace justo seis meses. Un confinamiento geográfico que sólo se vio flexibilizado durante unos días en Navidades. El resto del tiempo, salvo causas justificadas (reales o no), no se ha podido salir de Melilla y eso nos pesa con la llegada de la primavera.
El buen tiempo invita a salir de casa y disfrutar, pero las duras restricciones tampoco es que dieran demasiadas opciones para ello. Hasta que, esta semana, el Gobierno de Melilla ha hecho un Ayuso abriendo la mano en sus estrictas medidas anticovid a los sectores de la economía, el deporte y la cultura. El método de la Comunidad de Madrid, tan criticado por el Gobierno de Sánchez y otras comunidades socialistas, está siendo copiado aquí, por ahora sin problemas, y evidencia una realidad, y es que en Melilla tenemos ocupados o sin poder utilizar algunos de nuestros pocos espacios que podrían ayudar a ese necesario desahogo social y cultural entre los melillenses.
Uno es el Fuerte de Rostrogordo. Hace más de un mes que dejó de albergar el polémico centro de menores, pero la población melillense sigue sin poder utilizar sus instalaciones por el deterioro que han sufrido. Primero hay que valorar los daños (aún el Gobierno no ha dado a conocer la cuantía), y después tendrán que ser reparados. Teniendo en cuenta que estamos a finales de abril, y la lentitud de la administración, parece poco probable que el Fuerte pueda reabrir sus puertas antes del verano, si es que piensan en devolverlo a los melillenses, que son quienes lo pagaron con el dinero público.
Y lo mismo pasa con la Plaza de Toros, reconvertida en un albergue desde hace más de un año. El PP cree que podría ser un buen sitio al aire libre para celebrar actos culturales, ahora que Salud Pública ya permite organizarlos, aunque sea con limitaciones de aforo. Pero, mientras en otros sitios de España tienen la suerte de poder ir al teatro, al cine y a conciertos, en Melilla tenemos que conformarnos con verlos por la tele o por YouTube porque no hay actos programados ni sitios abiertos disponibles para ello, como no sea el Auditorio Carvajal o alguna plaza (si es que no nos las quitan para hacer edificios, como pretenden hacer en la de San Lorenzo), con las dificultades de control de aforo que eso podría suponer.
Melilla y los melillenses tienen que recuperar cuanto antes sus espacios porque los necesita. Es verdad que seguimos metidos en la pandemia, pero los meses de emergencia ya pasaron. La Plaza de Toros hace tiempo que debería haber dejado de ser un centro de acogida, porque la Ciudad Autónoma está cargando con una responsabilidad que es del Gobierno, que encima de que no hace nada, escurre el bulto diciendo que no es su competencia.

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