Por Marisa Escamez
Como decíamos ayer (más bien lo dijo Fray Luis de León y mucho más tarde Unamuno) el mundo es un pañuelo y nunca mejor referido.
Es sabido que los puentes en Melilla sirven en general para el relax de todos y casi siempre incluye un viaje previo a la Navidad. Años atrás lo habitual era ir a «encargar los regalos de Reyes» a puntos cercanos de España, pero hoy por hoy las tradiciones han cambiado y así, lo cotidiano desde hace algún tiempo es trasladarse al extranjero, generalmente a Europa. Especialmente, después de la pandemia este gusto se ha concretado en celebrar: que estamos vivos, que queremos disfrutar y además sentirnos bien en compañía…
Y de aquello, esto; al menos 150 melillenses (según datos de Halcón Viajes Melilla) han optado por conocer la Alsacia francesa este puente. El recorrido de cada grupo de amigos o familia, ha sido variado por los pueblos que se disputan ser la inspiración de Disney para los dibujos de “La Bella y la Bestia” incluyendo siempre a Riquewihr, Kaysemberg, Riveauvillé, Eguiheim, Colmar… y como colofón o inicio la llamada capital de la Navidad: Estrasburgo.
Estrasburgo es una ciudad francesa cargada de historia franco-alemana además de ser la sede, entre otros, del Parlamento Europeo, el Consejo de Europa, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos… con un patrimonio arquitectónico reconocido por la UNESCO sin olvidar toda su fama mundial por su asombroso ambiente navideño que destaca en cada una de sus fachadas, calles o plazas.
Y es aquí, en Estrasburgo donde de manera inesperada y no prevista, en la mañana del 7 de diciembre coincidimos varios conocidos trasladados desde Melilla al Parlamento Europeo. En el grupo se mezclaban adultos y niños, familias y amigos pero también cinco compañeros, policías locales que no sabían entre ellos del viaje al mismo entorno. Y puede que esa sea la magia de la Navidad o tal vez la refutación de que el mundo es un pañuelo… Nada más improbable que encontrase a miles de kilómetros de la ciudad con amigos y compañeros pero va, y sucede!
Y aquí están las pruebas de un viaje inolvidable al corazón de la Navidad que simplemente no está allí o fuera sino dentro de cada uno de nosotros.
¡FELIZ NAVIDAD!
