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Atril ciudadano

Los ficus no son árboles peligrosos, el desconocimiento sí

Hoy me enteraba a través de un periódico local de la reciente caída de dos ramas de un ficus gigante en el Parque Hernández, lo que ha provocado la reacción de algunos melillenses quienes han dado su opinión al respecto, unas opiniones bienintencionadas pero tratándose de personas no conocedoras del tema, poco acertadas. Pues aunque a muchos les resulte incomprensible yo no tengo ninguna duda al respecto: el que las ramas de un ficus se caigan es una irresponsabilidad humana no del árbol, pues la naturaleza ya hace millones de años previó que esto podía suceder.
Ciertamente habrá que hacer una revisión de todos los árboles del parque para determinar qué ramas necesitan un tratamiento especial, pues los ficus son árboles gigantes con un crecimiento relativamente rápido, cuyas ramas pueden alcanzar un tamaño y un peso considerables. Sin embargo la naturaleza ya previó estos posibles problemas, es decir la naturaleza en su infinita sabiduría buscó una sencilla pero práctica solución para este tipo de árboles. Una solución que extrañamente en una ciudad como Melilla, plagada de ficus gigantes, nunca es tenida en cuenta, lo que imagino se produce por desconocimiento.

El que la naturaleza haya previsto que los ficus gigantes desarrollen raíces aéreas no es una casualidad, no es por gusto, tampoco es por estética. Las raíces aéreas son la solución a la caída de ramas en este tipo de árboles, porque las finas raíces aéreas que empiezan a salir en las grandes ramas del árbol, con el tiempo llegan hasta el suelo, se enraízan allí y terminan convirtiéndose en enormes troncos cuya finalidad es sujetar el peso del árbol. Se podría decir que un ficus gigante adulto con el tiempo estará rodeado de fuertes raíces aéreas que son como fuertes columnas que impedirán que las ramas se caigan por el peso de estas. Se podría decir que un ficus gigante adulto en la naturaleza será un árbol formado por numerosos y poderosos troncos que a modo de columnas sujetarán una enorme estructura natural, que aunque confunda a la vista, será un único árbol.

Los ficus gigantes no son árboles que deban plantarse de forma tan generosa y de forma despreocupada en las ciudades, pues no es la mejor elección para zonas urbanas. Son árboles apropiados para grandes jardines o parques, donde podrán desarrollar sus grandes raíces en tierra y tambien sus raíces aéreas, las cuales se deben dejar llegar hasta el suelo, para que allí crezcan y garanticen que el enorme árbol esté seguro y no se caiga. Por lo que la solución de podar los preciosos ficus del Parque Hernández tal como aconsejan algunos ciudadanos profanos en la materia, es una solución momentánea pero poco efectiva, pues no hay garantías de que con el tiempo alguna rama más termine en el suelo, con el consiguiente peligro para las personas.

Tal como hemos visto en muchas ocasiones las podas en esta ciudad son exageradas, poco profesionales y muy arriesgadas para los árboles, pues muchos ejemplares mueren después de las podas realizadas, lo que tratándose de árboles tan ancianos como los del Parque Hernández, sería realmente una desgracia si esta fuera la decisión final. Mi consejo para este caso concreto lo resumiría en tres pasos: hacer una revisión en profundidad de todos los ejemplares del parque, si hiciera falta se procedería a realizar alguna poda concreta y controlada de algunas ramas peligrosas, y como solución efectiva para el futuro dejar crecer las raíces aéreas que son las que de forma natural sujetan al árbol y garantizan la seguridad de las personas sin necesidad de la intervención de la mano del ser humano. Evidentemente la solución no pasa por realizar una poda indiscriminada y general de estos magníficos árboles.

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