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Columna pública

La balada del olvido

Obreros alemanes levantabanun muro para dividir la ciudad, aunque el país ya estaba roto desde hacía mucho tiempo. Fue durante elverano de1961, llevaba años esperando el momento de volver a Berlín, por fin se cumplía mi sueño. Estaba juntoa la Puerta de Brandeburgo cuando comprobé el desaguisado, no me gustó lo que vi.

Sigo sintiéndome alemán, aunque el pasaporte diga que soy norteamericano, uno es de dónde pasó su infancia.

Me tuve que ir dela ciudaden1937, el conocido comoAño Terrible, sería unnombre acertado,si no fuera porque es más exacto decir que todos los años con los nazis fueron terribles. La vidafuemuy dura para mi familia,tuvimos que abandonar Alemania. Ahora sabemos lo que ocurrió después, no nos equivocamos. Fui afortunado con la apuesta, era un chico del swing,pude dedicarme a lo que más me gustaba, tocar con la flautala música degenerada de negros y judíos.Precisamente esa noche actuaba en un club de jazz, era el motivo oficial de mi viaje, aunque para mí sólo era una excusa largamente esperada para regresara mi patria.

Pateaba a conciencia la ciudad,por lugares conocidos y otros que no recordaba, quizás sólo buscaba una infancia que había perdido en el olvido. Pensé en los seres queridos que ya no estaban, mi padre fue un célebre dramaturgo al que los nazis prohibieronrepresentar sus obras. La más conocida, “El mendigo de Grustow”, sufrió escarnio públicoen una hoguera.La última que escribió,“El hombre leyendo”, denunciaba las dificultades parala cultura en aquella sociedad sombría, estuvo a punto de costarle la vida.

EnTiergaten,me sentí mal. En aquel mismo lugar, un díaque mi padre y yo volvíamos juntos a casa,vimos un grupo de jóvenes cantando “Tomorrowbelongs to me”. Muchos de mis compatriotaslos acompañaban enfervorizados, aquella maldita ideología había calado en ellos,los que antes se mostraron amables con nosotros nos echaban miradas cargadas deodio, el antisemitismo era un cáncer incurable. Es la única vez que vi llorar a mi padre, lamentaba cómo cambiaronnuestros vecinos. Se sentía derrotado, participó en la Primera Guerra, luchó por defender su patria, uningrato país le obligabaa emigrarsólo por ser judío.

El viajese convirtió en melancolía. Cuando era niño, mi madre cantaba una canción hebrea que hablaba del olvido, no podía apartarla de la cabeza,sentía su voz como si la estuviera escuchando de verdad, estuve toda la tarde en la habitación del hoteljugando con su melodía. Por la noche, la interpretamos en el concierto, nunca me he sentido tan inspirado fraseando una canción. Las gotas de sudor que caían por la frente se mezclaban con las lágrimas que fluían de mis ojos, el sonido se mezclaba con imágenes de mis padres, pero ellos no estaban allí,nunca escucharían aquella balada.

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