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La columna de Salido

Escupir en la calle, y…

melillahoy.cibeles.net fotos 1587 Antonio Salido

Alguno pensará o dirá después de leer lo que sigue sobre el tema tan asqueroso de escupir que “el Salido este” está tan asqueado con tanto político y política inútil que para descargar adrenalina “no se le ocurre otra cosa que hablar de un asunto que solo da ganas de vomitar”. ¡Oye! Pues no es así, pero, que también ¡Hala!

El hecho más que repugnante, antihigiénico y nada cívico de escupir en la calle, al parecer, de forma totalmente injusta e incalificable algunos la han convertido en “un arte”. Mayormente hombres de todas las edades, aunque en ocasiones, las menos algunas mujeres también, dejan sus “flemas” por doquier. Los hay con estilo “chulesco”, “cowboy”, futbolero, “de lanzador atlético” simulando el peso, martillo o jabalina y también el más peligroso “flemático-enfermizo”. Les da lo mismo que sea contra el césped de un campo deportivo. En las retransmisiones sobre todo de partidos de fútbol, quizás por ser espacio abierto y no cancha (fútbol sala, baloncesto, balonmano, voleibol, etc) donde existe la costumbre de colocar normalmente junto a los banquillos unas papeleras contenedores donde “descargar ese volumen salival, de mucosidad o como se le suele denominar según zona de residencia, “gapo, lapo, esputo, gargajo”, incluso, en ocasiones hay quien descarga al suelo directamente desde su “napia” o nariz y luego se pasa el torso de la muñeca con brazo libre o de su camisa, jersey o lo que lleve. Una guarrería más indudablemente.

También se suelen soltar o liberarnos de ellos (me pongo yo también por delante, porque que no se engañe nadie el que más o el que menos en alguna ocasión hemos dado mal ejemplo de ello, mirando primero de soslayo a un lado y otro, detrás y delante para que no nos viese nadie) además de en césped, en la arena de la playa, en el mar, incluso en piscinas dentro y fuera, aceras y paredes de la ciudad. La cuestión es expulsar, si es con ruido mejor el esputo que molesta en la garganta y que cuesta desencajarlo de ahí.
¿Para qué destinar parte de nuestra efímera paga o pensión (quienes la tengan) en unos pañuelos de papel o de tela?, lugares más adecuados como destinatarios de esos excrementos bucales y nasales que según el caso luego se pueden depositar en papeleras o contenedores o en la lavadora. ¡Quién dice que es de mala educación? ¿Qué no es higiénico? Los campos de fútbol están llenos de viscosas mucosidades y los jugadores normalmente están vivos y sanos…; yo me se de uno, el mejor jugador del mundo mundial y que juega en mi Barça, que cada vez que lo coge la cámara de cerca, con ruido o sin él gapos o gargajos al césped y “limpio donde caiga”, por decir algo.

Desde luego, si voy andando y veo y escucho a alguien de estornudar o toser, procuro apartarme lo más posible, no vaya a ser que “salga en una dirección inesperada” y caiga sobre mi zapato, o bien en cualquier otra parte de mi ya maltrecho cuerpo y no lo perciba con suficiente tiempo.

Hablando de todo este insalubre asunto por llamarlo de forma suave y que seguramente como digo más arriba muchos de nosotros en ocasiones hemos pecado, yo, por supuesto, y estoy decidido a corregir ese gran defecto o agresión cívica que en según que lugares está penalizado con multa aunque esta sea leve de 150 a 750 euros, bueno, no tan leve. Muchos municipios lo recogen en La Ordenanza de Convivencia Ciudadana vigente desde el 2006 y modificada en el 2011 recogiendo de forma taxativa lo que no se debe hacer en la vía pública, necesidades fisiológicas (caca, pipí o escupir por decirlo de forma suavemente coloquial) y que si se hace en espacios de concurrida afluencia de personas o frecuentado por menores, la multa puede llegar a los 1.500 euros.

Hablando de esto recuerdo un chiste que posiblemente me contaron hace muchos años en mi Melilla natal años 60 o quizás en Manresa, años 70: Se encontraron dos personas en los aseos de un cine. Uno de ellos, al parecer era “mariquita” (espero no se ofenda nadie, antes les llamábamos así de forma suave, ahora gay y no tengo nada contra ellos por supuesto), el otro no lo era, pero bastante asquerosito sí…<>. El “mariquita” ya más que harto de tanto ruido y expulsiones, va y le dice: ¡Oye, perdona!, ¿Tu con las orejas no haces nada?
Corrijámonos todos y utilicemos según los casos, nuestros pañuelos de papel (clínex) o en su defecto los de tela, seamos más cívicos y pensemos en los demás. Los políticos inútiles (muchos de ellos) que se den con un canto en los dientes. Otro día para no perder la costumbre volveremos a hablar de ellos…¡Menuda banda!

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