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El ridículo y la falta de humanidad por la Plaza de Toros dañan a Melilla

Lo idóneo habría sido trabajar en la solución y buscar una alternativa antes que echar a personas a la calle mientras sigue la pandemia. Se ha hecho todo lo contrario y la imagen de Melilla queda emborronada, entre la falta de humanidad y el ridículo ante toda España. Muy injusto para una ciudad que tan generosamente ha actuado durante más de un año Realmente resulta inexplicable lo sucedido en torno a la Plaza de Toros de Melilla desde, prácticamente, el comienzo de esta dura crisis sanitaria del coronavirus. Que se optara por este edificio, rehabilitado recientemente tras el terremoto de hace cinco años, para darle un uso de albergue, fue una sorpresa para todo el mundo. Aquello fue en abril de 2020, en los primeros compases de la pandemia, y se admitió como una solución de urgencia después de que se inundara, tras una noche de fuerte tormenta, el campamento del V Pino. Allí dormían muchas personas atrapadas por el cierre de la frontera y otras personas sin hogar. Entonces, los melillenses estábamos confinados y brindamos esa ayuda, cediendo nuestro patrimonio y fondos públicos por una cuestión de humanidad y de protección de la salud pública.
Pero la solución de urgencia se ha dilatado más de un año, de manera injustificable, y ha terminado de la peor manera posible: de una forma abrupta y sin dar alternativas a buena parte de los que estaban acogidos en la Plaza de Toros, que se vieron condenados, de un día para otro, a dormir al raso y sin que la pandemia haya terminado. Es inaudito que ahora no se haya tenido en cuenta la razón de salud pública que se esgrimió para hacer de la Plaza de Toros un albergue. Ni tampoco la cuestión de humanidad que nos vendieron desde el PSOE, que tiene gran parte de culpa en lo que ha pasado. Sus socios de Coalición por Melilla han impedido que la vergüenza de tener a personas durmiendo en la calle en mitad de una pandemia no se prolongue ni una noche más y ha reabierto la Plaza de Toros en una medida contradictoria si se tiene en cuenta que el mismo Gobierno hace una cosa y la contraria en un espacio de 24 horas.
Pero decíamos que el PSOE tiene gran culpa de lo que ha pasado en torno a este asunto porque fue el partido que montó el albergue en la Plaza de Toros, el que lo ha mantenido 13 meses con esa función y el que lo ha usado como un CETI II llevando allí a todos los que la Delegación del Gobierno no quería acoger en el CETI real, sin atender sus responsabilidades ni sus competencias. También es el partido que ha contribuido, con la dejación de funciones del Gobierno y su Delegación, a que cientos de personas migrantes estén atrapadas en Melilla por no haber sido tramitados sus expedientes. Y el mismo que organizó repatriaciones voluntarias sin aplicar medidas a los que no quisieron irse, dejando de ser personas atrapadas en Melilla para convertirse en personas en situación irregular.
Dice Sabrina Moh que todo esto es más difícil con la frontera cerrada. Y su compañero Mohamed Mohand alega que las personas acogidas en la Plaza de Toros pudieron irse cuando se organizaron las repatriaciones. Ambos faltan a la verdad. Porque, aunque la frontera esté cerrada, el Gobierno tiene otras opciones y, si no, podría haber contribuido a que Melilla no fuera una caldera migratoria agilizando traslados a la península. Y también porque las personas a las que el PSOE echó de la Plaza de Toros para luego no admitirlas en el CETI eran menores extutelados que, probablemente, hayan cumplido su mayoría de edad recientemente y eran menores cuando se habilitó el pasillo humanitario.
No se entiende que se haya mantenido tanto tiempo el drama de la Plaza de Toros, criticado por el Consejo de Europa y lamentado públicamente por una secretaria de Estado. Ni tampoco las prisas por acabar con él 13 meses después, alegando el fin del segundo estado de alarma, cuando se pudo haber adoptado la misma medida al terminar el primero en junio de 2020, lo que habría ahorrado a Melilla 11 meses de gastos y problemas en la Plaza de Toros.
Lo idóneo habría sido trabajar en la solución y buscar una alternativa antes que echar a personas a la calle mientras sigue la pandemia. Se ha hecho todo lo contrario y la imagen de Melilla queda emborronada, entre la falta de humanidad y el ridículo ante toda España. Muy injusto para una ciudad que tan generosamente ha actuado durante más de un año.

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