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El relevo de Imbroda

Imbroda ya dejó la puerta abierta en 2011 a empezar a trabajar en el relevo. Un año más tarde, fue el único que se presentó como candidato. Habrá «banquillo», pero nadie en el PP dio entonces un paso al frente para coger las riendas del partido. Probablemente fuera porque el liderazgo de Imbroda es indiscutible y difícil de igualar. La situación, 5 años después, no ha cambiado e incluso ha reforzado a Imbroda tras salir victorioso de las veces que sus adversarios han intentado sentarlo ante un juez para tratar de tumbarlo de alguna forma Juan José Imbroda no repetirá como presidente del Partido Popular de Melilla cuando se celebre su próximo Congreso Regional, que debería tener lugar en cuestión de algunas semanas si se cumple el periodo de cuatro años para el que son elegidos los presidentes. No hay fecha aún para este congreso, que es el acto más importante que celebra el partido, aunque no sería descabellado pensar que podría retrasarse por la situación política nacional, que podría prolongarse hasta dos meses si la candidatura de Pedro Sánchez vuelve a fracasar hoy en la segunda votación del debate de investidura. No en vano, antes de los congresos regionales debe celebrarse el Congreso Nacional del PP, y en Génova ya han apuntado que no se convocará hasta que haya un nuevo gobierno. En el peor de los casos, podríamos llegar en esta misma situación hasta el verano.
De todos modos, aunque se desconozca por el momento la fecha del XII Congreso Regional del PP de Melilla, Imbroda lleva ya un tiempo preparando el terreno dejando caer en varias ocasiones su deseo de dejar paso a otros compañeros para que asuman el liderazgo del partido. En varias entrevistas recientes, Imbroda ha mostrado su deseo de ir dejando paso a otros compañeros. Alega un cansancio justificado si nos detenemos a observar su biografía. En este 2016 cumplirá 72 años, pero lejos de jubilarse, recientemente ha renovado las responsabilidades públicas que lleva asumiendo desde hace 16 al frente de la Ciudad Autónoma y en el Senado, ocupando uno de los dos escaños que corresponden a Melilla. Si cumple la totalidad de este mandato, llegará al final de él con 75 años, una década más allá de la barrera de la jubilación y después de dos como máxima autoridad en Melilla.
A nadie debería extrañar que Imbroda diga que se encuentra cansado. ¿Quién no lo estaría en su lugar? Es lógico que el presidente melillense, después de muchos años dedicado a la vida política y asumiendo importantísimas responsabilidades, quiera empezar a liberarse de las ataduras que le han impedido disfrutar de la vida de jubilado como ya hicieron otros de su quinta tiempo atrás. Si no lo ha hecho antes, probablemente sea porque no ha podido o porque sus compañeros no le han «dejado» aunque diga que en el PP hay «banquillo» para sucederle.
No hay que olvidar el enorme peso y carisma que tiene Imbroda en el seno del partido y la ciudad en general. Además, quien tenga algo de memoria, recordará cómo el presidente del PP ya dejó la puerta abierta en 2011 a empezar a trabajar en el relevo. Hace justo cinco años, dijo exactamente que el relevo en el PP de Melilla tendría que hacerse «pronto» y de forma «suave». Pero la realidad es que un año más tarde, en mayo de 2012, Imbroda fue el único que se presentó como candidato al XI Congreso Regional y fue respaldado por más del 98% de la militancia.
Habrá «banquillo», pero nadie en el PP dio entonces un paso al frente, al menos públicamente, para coger las riendas del partido. Probablemente fuera porque el liderazgo de Imbroda es indiscutible y difícil de igualar. La situación, cinco años después, no ha cambiado e incluso ha reforzado a Imbroda tras salir victorioso de las veces que sus adversarios han intentado sentarlo ante un juez para tratar de tumbarlo de alguna forma. El Supremo ha archivado todas las causas relacionadas con Imbroda, que ha logrado para el PP los mejores resultados electorales de su historia en Melilla, mostrándose como invencible desde hace más de una década incluso con operaciones judiciales de por medio.
Con esta trayectoria, es lógico que nadie en el PP haya mostrado, al menos públicamente, interés en coger el relevo por la dificultad que entraña el reto. Está por ver si este mensaje que ahora lanza Imbroda va en serio o es como en 2011, y si son ciertos los rumores que señalan como el sucesor a Manuel Quevedo tras su vuelta a la política después de una década fuera de ella. No sería, desde luego, un mal repuesto teniendo en cuenta su experiencia, profesionalidad y buena gestión, demostrada incluso en momentos complejos como el terremoto del 25 de enero. Veremos.

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