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Nota en libertad

El pato cojo

melillahoy.cibeles.net fotos 1540 Carlos entrena a

En Estados Unidos se llama pato cojo (“lame duck”) al Presidente que se encuentra en el último año de mandato, si es inelegible por haber sido ya elegido en dos ocasiones, y, sobre todo, cuando alguna Cámara, el Congreso o el Senado, tiene mayoría del otro partido político por lo que el Presidente, seguramente, encontrará obstáculos para que …

…aprueben sus iniciativas legislativas. Esta es la situación actual del Presidente Obama, demócrata, que está al final de su mandato, es inelegible, las elecciones son en noviembre y ambas Cámaras están controladas por los republicanos. Sin embargo, en la democracia americana el Presidente acumula mucho poder ejecutivo por ser Jefe de Estado y de gobierno, además de ostentar la jefatura militar y de política exterior, de ahí que sea “cojo” por esa falta de influencia en el proceso legislativo.

Esto lo recuerdo porque en España podría vivirse una situación análoga si el nuevo Presidente del Gobierno, al que solo elige el Congreso, no contara, vía pacto o coalición, con los votos del PP que tiene mayoría absoluta en el Senado.

En efecto, tras las elecciones generales de 20.12.15 hay cuatro grupos políticos principales que componen el Congreso de los Diputados lo que, como estamos viviendo diariamente, está haciendo difícil un acuerdo para que algún aspirante obtenga el compromiso de respaldo de un número suficiente de diputados que le permita ser candidato para presentarse a pedir la confianza del Congreso. El art. 99 de la Constitución Española dice que…”el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”
El Sr. Sánchez se ofreció al Rey como aspirante y, el Rey lo propuso como candidato aunque no obtuvo la confianza del Congreso. Ahora, otra vez, el Sr. Sánchez lo está intentando sin contar con el PP con el que se niega a hablar. Aparte de acreditar falta de tolerancia, es un error estratégico y táctico pues aspira a ser presidente, de un lado, con C´s, y, de otro lado, de forma extraña y confusa (pues C´s no lo admite), con el apoyo expreso o tácito de grupos radicales. Es evidente que este procedimiento de investidura se está alargando en exceso; la población ya da señales de cansancio y, además, la ausencia de un gobierno con amplio respaldo parlamentario causa daño sobre la estabilidad gubernamental, sobre la política exterior y sobre las inversiones proyectadas muchas de las cuales se han paralizado. Lo peor es que la inestabilidad parlamentaria puede desembocar en nuevas elecciones generales y que, más o menos, se repitan los resultados.

De este largo periodo de incertidumbre hemos de deducir que para el caso de una futura reforma constitucional se habrá de fijar plazos más cortos para el proceso de investidura, evitando también el vacío legal del art.99.5 de falta de un plazo para realizar la primera votación que sirva como inicio del computo del plazo de dos meses para la efectiva investidura o para que el Rey acuerde la disolución de las cámaras y convoque nuevas elecciones generales.

Pero el problema del sistema de investidura no es sólo de plazos; es más profundo porque quien pretenda ser candidato debe presentar, según el art. 99 de la CE, “un programa político del gobierno que pretenda formar” y ello requiere que, previa y razonablemente, justifique ante el Rey que cuenta con el voto de un número de diputados suficientes para ser investido, es decir, no cabe ofrecerse como voluntario inconsistente. El espíritu de este art. 99 de la CE pide mayor consistencia porque la norma se refiere a un programa político “de gobierno” el cual, lógicamente, incluye contar la viabilidad de las iniciativas legislativas del gobierno al disponer de apoyos en el Congreso y en el Senado. Sin embargo, parece que el planteamiento que ha perseguido y está persiguiendo el Sr. Sánchez es distinto y ofrece la apariencia de pretender alcanzar la presidencia sin dar mayor importancia al programa en su vertiente legislativa. Hemos de recordar que nuestro sistema parlamentario es bicameral (imperfecto con preeminencia vía del Congreso) y que las leyes se tramitan y aprueban en ambas Cámaras aunque del Senado acuerde vetos o enmiendas salvables por el Congreso como prevé el art. 90 CE. En todo caso, para que el gobierno despliegue una ordinaria y normal acción política, ha de calcular la viabilidad de sus proyectos de ley, y ello requiere contar con el Senado.

Evidentemente la posibilidad de ocupar la Presidencia del gobierno es muy importante dadas las amplias facultades del gobierno (art. 97CE) pero un gobierno del PSOE con los radicales resultaría “cojo” a nivel legislativo. Especialmente significativo merece la consideración del anual proyecto de ley presupuestaria que se debe tramitar en plazo, con el contenido y límites comprometidos por España con la U.E. En fin, pretender alcanzar el poder prescindiendo del partido PP no augura una evolución positiva para la necesaria estabilidad política y económica que precisa España, carece de base racional pues puede evitarse negociando con responsabilidad política sin poner estigmas ni actuar con sectarismo político, todo ello en aras a la consecución de las reformas y la regeneración que precisan nuestras instituciones. De actuar sin esta base racional no hablaríamos de “pato cojo” y cada uno de nosotros podría aportar otro calificativo. No nos conviene una salida alocada.

CONCLUSIÓN: En USA se llama “pato cojo” al Presidente que se encuentra en su último año de mandato cuando es inelegible o no tiene el apoyo de las cámaras. En España el intento del Sr. Sánchez de ser investido Presidente del gobierno sin contar con el apoyo del PP, que tiene mayoría absoluta en el Senado, recuerda esa situación; pero, la cojera podría convertirse en tara grave, y se extendería a los ciudadanos españoles si el aspirante “hipotecara” su investidura con los votos de quienes no creen en la soberanía de la nación española , ni les importa el futuro de nuestra democracia, ni nuestra convivencia, ni el crecimiento económico y la creación de empleo.

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