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Carta del Editor

El cártel de Melilla

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Hace ya ocho días que se produjeron los dos atentados terroristas callejeros que culminaron con la quema, al segundo intento, del coche de mi esposa en la puerta de mi casa, un atentado que pudo ocasionar daños mortales (el de mi esposa y el mío incluidos) y con una más que aparente, nos parece, conexión entre un artículo que este periódico había publicado un par de días antes y el hecho delictivo instigado por alguien, o algunos, que nos lanzaban un aviso de tipo mafioso

Hace ya ocho días que se produjeron los dos atentados terroristas callejeros que culminaron con la quema, al segundo intento, del coche de mi esposa en la puerta de mi casa, un atentado que pudo ocasionar daños mortales (el de mi esposa y el mío incluidos) y con una más que aparente, nos parece, conexión entre un artículo que este periódico había publicado un par de días antes y el hecho delictivo instigado por alguien, o algunos, que nos lanzaban un aviso de tipo mafioso, algo así como o te callas y dejáis de publicar lo que no nos gusta o terminaremos contigo y/o con alguien de tu familia.

Al mismo tiempo que se produjeron tan lamentables hechos yo estaba leyendo la nueva novela de Don Winslow, "El cártel", un libro que, como el anterior suyo, "El poder del perro", además de extenso, bien trabajado y bien documentado -cuatro años empleó Winslow en escribirlo- es un profundo estudio sobre el narcotráfico mexicano y sobre los distintos cárteles que dominan ese siniestro y más que lucrativo negocio. Un cártel, palabra que proviene del alemán "Kartell", es, según el diccionario de María Moliner, una asociación de varias entidades, financieras, industriales o políticas, para conseguir un objetivo común, y una de las acepciones de la palabra es la de "agrupación de traficantes, particularmente de droga, que pretende controlar el mercado". Esta es la acepción que da título al libro de Winslow, en el que describe no sólo muchos de los miles de asesinatos y atentados que los miembros de los distintos cárteles de México protagonizaron, especialmente entre los años 2000 y 2011, sino las estrechas conexiones que los jefes de esos cárteles mantienen con políticos, fuerzas y cuerpos de seguridad de los Estados, empresarios, etc. Describe también cómo los cárteles intentan dominar, por las buenas, pagando, o por las malas, asesinando, quemando, torturando, a muchos periodistas y algunos editores de diferentes medios de comunicación que publican algo que no les gusta, o para lograr que publiquen algo que pueda dañar a un cártel competidor o a un político, policía, miembros del ejército, juez, fiscal o lo que sea que pueda estar molestando al cártel y a sus cuantiosos intereses.

No sé, todavía, quienes fueron los que recibieron el encargo de atentar contra mí en la forma de quemar el coche de mi esposa en la misma puerta de mi casa. Puedo estar equivocado, pero todo apunta a que los que lo hicieron fueron varios y de alguna manera ligados al tráfico de drogas. Recibieron, pactaron o les impusieron, no lo sé todavía, un encargo, quemar el coche en la puerta de mi casa, y no pararon hasta que cumplieron tal encargo. ¿Quién o quienes les hizo/hicieron el encargo y cómo les pagaron o les convencieron para hacerlo? No lo sé, todavía, pero me parece que lo vamos a saber muy pronto, porque, a diferencia de lo que algunos puedan pensar, y así me lo han manifestado en estos últimos y duros días, estoy convencido de que la Policía Nacional, con su Jefe Superior de Melilla al frente, está trabajando mucho y bien para solucionar este lamentable asunto pronto y yendo hasta el fondo, sea quien o quienes sean los que están en el fondo de este atentado mafioso/cartelista.

No va a haber, en este caso y si los hay, compañeros próximos o lejanos, poderosos o no, que queden inmunes, si se comprueba que son culpables, eso en lo que a la Policía atañe, y en lo que a mí respecta -contraviniendo lo que algunos buenos amigos me recomiendan- ni me siento asustado, aunque sí indignado, ni me van a callar, ni van a conseguir que nuestro periódico se rinda y calle ante los abusos y las injusticias, provengan de donde provengan, sean de los miembros de algunos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, de algún juez, de algún fiscal, de cualquier político, de quien sea o fuese. Me puedo equivocar, por supuesto, como le puede pasar al periódico, pero no nos van a amedrentar ni a forzar a escribir lo que no queremos ni a callar lo que sí queremos decir.

Escribo esta Carta en Madrid y me cuentan desde el periódico que alguien desde la Fiscalía local ha llamada a uno de los nuestros, de nuestro periódico, a declarar sobre no sé qué. La Fiscalía, que recuerdo que depende del Estado, desde luego a mí no me ha llamado a declarar sobre el atentado que sufrí y, me parece, está para algo más que para, quizás, intentar defender a algún miembro de la administración pública presuntamente dañado. No debe actuar, creo, como si fuera un cártel, en el primero de los sentidos que el diccionario de María Moliner da a esa palabra, tal y como explicaba yo en el segundo párrafo de esta Carta. No digo que lo haga, sólo digo que no debería hacerlo.

Pero a los que ya renuncio a decirles nada es a los que dirigen el PSOE local. El PSOE melillense tuvo, en otro tiempo, gente muy valiosa, de altura intelectual, valiente, creíble, presentable, con la que se podía hablar como, por citar sólo unos ejemplos, Justo Sancho Miñano, Jesús Morata o Andrés Moreno. Pero ahora los que verdaderamente mandan en el PSOE, que son los Dionisios Muñoz, por ejemplo, que no son los que están en los carteles, son lo peor de lo peor. Para su partido, por supuesto, pero también para Melilla en general. Que ellos, que viven del dinero público, no de lo que cotizan sus militantes, que esos dirigentes, que trajeron con dinero e influencias públicas periódicos para intentar que MELILLA HOY desapareciera (con el éxito que se puede comprobar), que ellos, en la época, muy larga, en la que malgobernaron Melilla, boicotearon durante años a este periódico para intentar hundirnos (con el éxito que se puede ver), que esos lamentable dirigentes semi ocultos lancen acusaciones continuas de que somos un periódico subvencionado y por eso no independiente no es más que la repetición continua del famoso dicho de que cree el ladrón que todos son de su misma condición.

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