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El comercio atípico se nos va de las manos

Hace escasas semanas, ya advertíamos de que si no se tomaban medidas urgentes que paliaran el desbordamiento evidente en la frontera, podría volver a ocurrir una desgracia como la que hubo en Melilla hace ocho años y medio. Por desgracia, los acontecimientos nos han dado la razón tras la muerte de una porteadora en Ceuta. Esto debe hacer reaccionar a todo el mundo para dejar los debates a un lado, muchas veces muy interesados, para buscar cuanto antes una solución a este problema en el que hay tantísimo en juego El comercio atípico entre Melilla y Marruecos existe desde hace muchos años, aunque de un tiempo a esta parte todo el mundo hable y opine de él. Y esto se debe a que esta actividad económica de la que viven cientos, e incluso miles de familias a uno y otro lado de la frontera ha aumentado de forma muy considerable en los últimos meses, generando muchos más incidentes en la frontera de los que ya de por sí provocaba cuando no había adquirido el volumen actual.
El problema no es único de Melilla, también está sucediendo en Ceuta, donde hace escasos días una jovencísima porteadora ha perdido la vida. Lo lamentable es que se veía venir lo que acaba de suceder en Ceuta, precisamente porque en Melilla el comercio atípico también se ha cobrado una vida en estos últimos años. Ocurrió el 17 de noviembre de 2008, cuando se produjo una aglomeración de entre 300 y 400 personas ante los tornos de entrada del control policial español del puesto fronterizo, y una mujer marroquí de 41 años fue arrollada tras caer al suelo.
Por eso ahora no caben lamentos, porque aquí mismo, en nuestra ciudad, ya había un antecedente de lo que ha sucedido en Ceuta sin que se hayan adoptado medidas. Menos aún desde que todo el mundo está viendo y advirtiendo de que el comercio atípico se nos está yendo de las manos y no sólo porque nos encontremos en una determinada época de liquidación, como suele ocurrir a finales de año. Este aumento desproporcionado del comercio atípico se debe a que la cantidad de mercancías que pasa de Melilla hacia las zonas colindantes no deja de crecer, aumentando de manera considerable los riesgos de la frontera para usuarios y trabajadores, y generando por parte de un sector muy concreto una presión en aumento en torno a los pasos fronterizos, en claro detrimento del resto de usuarios y la ciudad en general.
En Melilla no queremos una frontera monopolizada por las aglomeraciones, empujones, o agresiones entre porteadores o incluso contra los propios agentes a causa de la mayor competencia y desesperación que provoca ese aumento sin control del comercio atípico. Todo el mundo debería tener ya claro que la capacidad de nuestra frontera tiene unas limitaciones, que sumadas a sus muchas deficiencias, hace sea muy difícil absorber con normalidad tanto trasiego de personas dedicadas al comercio atípico.
Hace escasas semanas, ya advertíamos de que si no se tomaban medidas urgentes que paliaran el desbordamiento evidente en la frontera, podría volver a ocurrir una desgracia como la que hubo en Melilla hace ocho años y medio. Por desgracia, los acontecimientos nos han dado la razón. Esto debe hacer reaccionar a todo el mundo para dejar los debates a un lado, muchas veces demasiado interesados, para buscar cuanto antes una solución a un problema en el que hay tantísimo en juego, no sólo los ingresos que el comercio atípico reporta a las arcas municipales y a muchas familias que viven de esto a ambos lados de la frontera, sino fundamentalmente, la integridad de todas las personas que pasan la frontera y los agentes que prestan servicio en ella.

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