La Guardia Civil ha desarticulado una organización dedicada al tráfico de seres humanos, a la que se atribuye el pase de 166 inmigrantes desde Marruecos hacia Melilla. Esta actuación, la más importante que ha llevado a cabo la Guardia Civil en los últimos años en Melilla en la lucha contra la inmigración irregular, ha conllevado la detención de ocho supuestos miembros de esta red, que podría haber obtenido unos beneficios superiores a los 300.000 euros introduciendo inmigrantes en la ciudad escondidos en dobles fondos y a bordo de una lancha motora de gran velocidad. Estos son algunos de los resultados de la Operación Jabal, que ha llevado a cabo la Comandancia de la Guardia Civil tras una compleja investigación que se ha prolongado durante más de seis meses, y que ha tenido como una de sus principales dificultades su ámbito transfronterizo, dado que se trataba de una organización que se movía entre dos países.
El grueso de las detenciones se produjeron el pasado 7 de marzo en el Monte María Cristina, donde agentes del instituto armado llevaron a cabo varios registros durante horas en una vivienda y garaje situados frente al Centro Penitenciario. Sin embargo, los detalles de la Operación Jabal no se han dado a conocer hasta ahora, una vez que el Juzgado de Instrucción número 3 de Melilla, que lleva el caso, ha levantado el secreto de sumario.
Según informó la Comandancia de la Guardia Civil, la investigación arrancó a finales de septiembre del año pasado tras detectarse un aumento del número de inmigrantes que lograban entrar a Melilla. Aquello disparó las alarmas, ya que además se desconocía cómo llegaban tras aparecer por el centro de la ciudad con la ropa mojada. Siempre aseguraban haber entrado en doble fondo o patera, pero la realidad es que la Guardia Civil nunca creyó esas versiones porque las supuestas embarcaciones nunca aparecieron.
Ahora se sabe que es porque, en realidad, la mayoría de los inmigrantes que esta organización introdujo en Melilla llegaron escondidos en una lancha motora que, muy rápidamente, daba el salto desde la costa marroquí hasta las escolleras del espaldón del puerto, donde los soltaba para retornar al país vecino de manera inmediata. Se trata de un método novedoso, ya que hasta ahora en Melilla se barajaban los saltos a la valla, la patera o el doble fondo como las únicas vías de la inmigración irregular.
4.200 euros el doble fondo, 1.500 en la lancha
La Guardia Civil cifra en más de 300.000 euros los beneficios que podría haber obtenido esta mafia de tráfico de seres humanos debido a los elevados precios que cobraba a los inmigrantes que introducía en Melilla: 4.200 euros por cabeza si el transporte se hacía en dobles fondo de vehículos, y alrededor de 1.500 euros si era en una embarcación de alta velocidad, una vía con la que podrían haber entrado a nuestra ciudad unos 130 inmigrantes en un total de 13 pases.
Esta red se caracterizaba, sobre todo, por las fuertes medidas de seguridad que adoptaba para que su intensa actividad pasara inadvertida, pero también por el procedimiento tan meticuloso que seguía para pasar a los inmigrantes y conducirlos hasta el CETI sin levantar sospechas. Para ello, esta organización echaba mano de personas que se dedicaban a ejercer como vigilantes y lazarillos, y de técnicas basadas en el disimulo, la cautela y las falsas apariencias, lo que le permitió durante un tiempo sortear el blindaje al que está sometida la frontera terrestre y marítima de Melilla.
Además, la red tenía muy estudiados los movimientos de la Guardia Civil en su vigilancia fronteriza para hacer los pases de inmigrantes en el momento propicio, eligiendo los días y franjas horarias más idóneos para actuar sin que los agentes se percataran de su actividad delictiva.
En lancha motora
Las entradas por vía marítima constituían la principal actividad de la organización desarticulada. Para ello, utilizaba una embarcación de alta velocidad, en la que llevaba escondidos a 10 inmigrantes, a los que desembarcaba en las escolleras del espaldón del puerto mientras otros miembros de la red, aparentemente personas que disfrutaban del paisaje, vigilaban desde puntos cercanos de las escolleras y Melilla la Vieja para avisar si se aproximaba una patrulla. Tras el desembarco, la lancha volvía a Marruecos.
Por su parte, los inmigrantes eran escondidos entre las rocas de las escolleras para después sacarlos por el Pueblo en pequeños grupos de tres o cuatro personas. De esa manera, pasaban desapercibidos, sobre todo con la técnica de la mafia, que formaba a los inmigrantes en parejas de hombre y mujer para que se hicieran pasar por novios haciendo el camino cogidos de la mano.
Para llevarlos hasta el CETI, utilizaban a otras personas, casi siempre menores inmigrantes magrebíes, para que hicieran el papel de lazarillos, guiándoles hasta el centro migratorio.
Ocultos en doble fondo
Esta organización también introducía inmigrantes en Melilla empleando el doble fondo en vehículos, un método que logró perfeccionar haciendo uso de un garaje, que estaba comunicado a una vivienda del Monte María Cristina. Además, los coches que utilizaban para hacer los pases (hasta seis contabiliza la Guardia Civil) estaban siempre ocupados por un hombre y una mujer con niños pequeños, y aunque no tenían ninguna relación entre ellos, simulaban ser una familia normal de Marruecos que quería pasar a Melilla a pasar el día.
En cada coche escondían a tres inmigrantes para rentabilizar el pase, que les suponía cerca de 13.000 euros de beneficio. Una vez en Melilla, el coche iba a un garaje del Monte María Cristina para sacar a los inmigrantes, a los que escondía en una vivienda comunicada con el aparcamiento. Allí los tenían 24 horas para llevarlos al día siguiente a las inmediaciones del CETI.
Para no levantar sospechas, los trasladaban de manera escalonada y los soltaban cerca para que hicieran a pie el último tramo del camino.
