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Carta del Editor

Desatinadas rebeliones

melillahoy.cibeles.net fotos 1703 pagina 3

La situación de Melilla, con su casi parálisis administrativa y la perniciosa judicialización de la política, no está para muchas bromas, para muchos desafíos, para desatinadas rebeliones, sino para todo lo contrario. No digo que haya que callarse, bien al contrario, insisto en que hay que luchar y no rendirse nunca Durante los días 7 al 10 de este mes de septiembre asistí, junto con otros cuatro melillenses, al XLI Congreso de Federaciones Autonómicas de Golf, que se celebró en Pamplona, capital del Reino de Navarra (Reyno, según la actual denominación del Nafarroako Gobernua, o Gobierno de Navarra). Desde el punto de vista deportivo es de destacar que tanto este año, con Elvira Rodríguez, como en los otros dos anteriores, con José Romero y Javier Palomanes, o sea, en todos los años en los que hemos participado, siempre ha habido un melillense en el equipo ganador del torneo de golf, que es una de las actividades destacadas de ese Congreso. Algo que tiene su mérito si se tiene en cuenta que la de Melilla es la Federación con menos federados de todas las Comunidades españolas y si se añade que, gracias a absurdas e infundadas denuncias y de deplorables "investigaciones" capitaneadas por un guardia civil de cuyo nombre no quiero acordarme y que ha hecho un inmenso daño a Melilla y a muchos melillenses, el golf de nuestra ciudad continúa atascado en la maraña administrativa, sin posibilidad de que haya profesores que enseñen a niños y mayores, con cada vez menos jugadores activos, sin casi presente y ningún futuro y con unos ingresos que, si bien son residuales para la Ciudad Autónoma -como todos sus altos cargos han dicho en público una y otra vez- ahora son mucho menores que antes, cuando la gestión deportiva del campo de golf la llevó -hasta que nos hastiaron- un club deportivo privado. Y desde el punto de vista social, lo destacable es que la Federación Navarra organizó extraordinariamente bien el Congreso, con un cariño y una dedicación admirables, con un inmenso, y justificado, orgullo por las cosas de su Reino, de su Navarra y su Pamplona, aunque ahora tal Reyno tenga algunos problemas, antes inexistentes o mínimos, derivados de la existencia y cierto auge de partidos nacionalistas locales y vascoparlantes.

Durante el antes citado Congreso tuve ocasión de hablar con muchos españoles de diferentes comunidades. Uno de ellos un directivo bilbaíno, un buen jugador de golf, muy buena persona, muy del Athletic, naturalmente. Los vascos somos una raza diferente, me decía muy amigablemente y muy convencido. Días después leí un artículo, "La rebelión del PNV contra la Ley", de Jaime Ignacio del Burgo, que empezaba recordando lo que el portavoz del PNV dijo en el Congreso con ocasión de la ya prevista fallida investidura de Rajoy: "El portavoz del Partido Nacionalista Vasco, Aitor Esteban, en su fogosa intervención ante el Congreso para justificar el no de su partido a la investidura de Mariano Rajoy, dijo textualmente: Euskadi es una nación. Los vascos somos una nación a ambos lados de los Pirineos, con una lengua propia que no tiene nada que ver con la española…Nunca hemos dado el visto bueno a ninguna constitución española, tampoco a la de 1978, que validó sólo el 30% del censo vasco. Quiero que le quede claro. No hemos dado el visto bueno a la Constitución española. Aunque luego nos hemos ajustado a la legalidad, no hemos dado el visto bueno a la Constitución española, y siempre nos vamos a rebelar ante una Constitución y un Estado que no nos reconozcan como nación. Usted me habla de unidad y yo le hablo de libertad».

Jaime Ignacio del Burgo, vasco, resume -y coincido con él- que lo que dice el portavoz del PNV es una serie de graves imprecisiones, por no decir falsificaciones, históricas, y un relato imaginario, asimismo falso, de los nacionalistas vascos. Nunca ha habido una nación vasca, señala Jaime Ignacio, y menos si en ella se incluye a Navarra y territorios más allá de los Pirineos, por mucho que un personaje xenófobo y racista como Sabino Arana, que bautizó como Euzkadi a esa patria imaginaria avalada por una raza distinta de la española y situada a ambos lados de los Pirineos, hablara de una nación que hoy, 120 años después, sigue brillando por su ausencia. Además, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya pasaron, por voluntad propia, a formar parte, desde la Edad Media, de la Corona de Castilla. Y, todavía más claro, el idioma que hoy llamamos castellano nació en tierras vascas y navarras. Es igualmente falso que los vascos nunca dieron su visto bueno a cualquier Constitución española. Lo fue, falso, en 1812, en 1841 y hasta en 1978, cuando el 69,11% de los electores vascos , y el 75% de los navarros, votaron a favor de la presente Constitución. "Es triste que el PNV hable de rebelión permanente frente a un Estado constitucional que le garantiza un elevadísimo nivel de autogobierno y de bienestar en libertad y democracia", concluye del Burgo – y vuelvo a coincidir con él-.

También es triste, y hasta un tanto ridículo, el espectáculo que algunos han montado con motivo del borrego marroquí versus el borrego español. La tradición musulmana, en todo el mundo, es sacrificar corderos en determinada fecha anual. Por supuesto que tal respetable y respetada tradición no es consumir borrego marroquí, algo imposible para la inmensa mayoría de los musulmanes del mundo (pensar en un musulmán neoyorquino esperando al cordero de Nador suena raro, evidentemente y por citar un sólo ejemplo) pero la atracción de imaginar agravios y crear "patrias" falsas parece ser inevitable cuando no se tienen claros los objetivos, cuando se va perdiendo el favor de los votantes o cuando se recurre (con enorme peligro) a la religión, a falta de otros recursos, como arma política. Y en este caso también es apropiado insistir en lo que decía Jaime del Burgo al final de su artículo: es triste que un partido político local llame a la rebelión frente a un Estado constitucional, y su representación en Melilla, un Estado que garantiza -con todos sus defectos- un elevado grado de bienestar en libertad -con las limitaciones que se quiera, pero libertad- y democracia -mismo comentario- a los melillenses. La situación de Melilla, con su casi parálisis administrativa y la perniciosa judicialización de la política, no está para muchas bromas, para muchos desafíos, para desatinadas rebeliones, sino para todo lo contrario. No digo que haya que callarse, bien al contrario, insisto en que hay que luchar y no rendirse nunca, insisto en que hay muchas, muchas cosas que tienen que cambiar en Melilla, pero también recuerdo que tenemos muchas cosas que defender y que, en términos comparativos, estamos mucho mejor que otros, como nuestros vecinos marroquíes, por ejemplo.

Posdata:
La actuación del Interventor de la Ciudad Autónoma y de algunos de los de su entorno se ha convertido ya en algo absolutamente insoportable para Melilla. Están causando un daño irreparable a muchos ciudadanos, a muchas pequeñas y medianas empresas, a las mismas arcas públicas y al prestigio de la ciudad entera. Merecen la reprobación general, que ya tienen, y la de la opinión pública, de la que, a petición de muchos melillenses de todas las áreas (miembros del Gobierno local incluidos) me hago ahora eco.

Boda civil musulmana en el Campo de Golf. Un espectáculo fascinante. Una muestra más de lo que se puede conseguir en libertad, sin barreras, sin antidemocráticas, despilfarradoras y paralizantes intervenciones de algunos organismos públicos, como la actual Intervención de la Ciudad Autónoma y su entorno.

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