Ayer conocíamos la noticia de que el eurodiputado de Ciudadanos y portavoz de Mercado Interior, Jordi Cañas, ha pedido a la Comisión Europea que actúe ante la «asfixia» a la que, a su juicio, somete Marruecos a Ceuta y Melilla al impedir que las mercancías de la Unión Europea puedan cruzar estas fronteras terrestres, lo que supone un incumplimiento del Acuerdo de Asociación que mantienen ambas partes.
En definitiva, un movimiento más después de que Marruecos decidiera hace más de dos años cerrar unilateralmente sus fronteras terrestres con Europa que, si bien han sido abiertas al tránsito de personas, por ellas no se permite el de mercancías, llegándose a impedir incluso las autorizadas en el conocido como «régimen de viajeros».
A ello se une la situación de la aduana comercial de Melilla, cerrada de manera unilateral por Marruecos en agosto de 2018 y de la que únicamente se sabe el anuncio de que será reabierta en enero, sin mayor novedad. En el caso de la aduana de Ceuta, los gobiernos español y marroquí anunciaron la creación de una «aduana regional» que excluirá a las mercancías procedentes del resto de España o Europa, debiendo estas, según fuentes oficiales marroquíes, entrar por el puerto de Tanger-Med 3.
Para el eurodiputado Jordi Cañas, estamos ante una «estrategia de aislamiento de las dos ciudades autónomas», a las que, desde su punto de vista «Marruecos utiliza como parte de su chantaje político a España». Por ello, insiste en que esta situación en las fronteras infringe el Acuerdo Euromediterráneo de Asociación UE-Marruecos y, a través de una nueva pregunta registrada en la Eurocámara, ha reclamado a la Comisión Europea que reaccione exigiendo al país vecino “que respete en las fronteras terrestres de España y la UE el mismo régimen de viajeros que aplica en las fronteras de sus puertos y aeropuertos.
A la vista de la debilidad del Gobierno español ante Marruecos en estos últimos años, cualquier avance en materia fronteriza llegaría, si es que lo hace, de la mano de Europa. El problema es que en Bruselas tampoco reaccionan, quizá porque no saben lo que aquí ocurre, como dejó ver uno de los comisarios europeos al ser preguntado, precisamente, por lo que pasa en la frontera de Melilla. Señal indudable de que España no hace los deberes transmitiendo a los organismos europeos lo que sucede en la que también es su frontera.
