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LA SEMANA- Problemas crónicos en Melilla y el cortijo de la política

Frontera de Melilla

En la vida en general y en la política en particular suelen pasar, en pocos años, al olvido más absoluto (con asombrosa facilidad) las cosas, los acontecimientos y las personas del pasado. Ignacio Velázquez (PP, luego PPL), que fue alcalde de Melilla (de 1991 a 1995) y presidente de la Ciudad Autónoma (1995 a 1998) y que fue condenado en dos ocasiones por prevaricación (lo que le impidió ir a las elecciones con el partido que fundó en 2011 (PPL) para intentar derrocar a su antiguo partido), pasó rápidamente al olvido al igual que lo hicieron las muchas cosas que hizo (en general buenas) hasta que la cohorte de pelotas que lo rodeaba le endiosó; en cualquier caso nuestros actuales gobernantes saldrían muy malparados en una comparación con él y sus acciones durante sus años de gobierno.

“Si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido.” (Oscar Wilde). Ya no se habla de Velázquez  ni de las cosas, malas o buenas, que hizo, e incluso las nuevas generaciones no saben quién es.
Hace poco más de 25 años (el 3 de julio de 1996) publicaba MELILLA HOY cómo Velázquez expuso, en una reunión de presidentes autonómicos, al entonces presidente del Gobierno, José María Aznar los problemas que suponían para Melilla el mal estado en el que se encontraba el perímetro fronterizo y cómo incidía en la inmigración irregular. El problema de la frontera, la inmigración y las no buenas relaciones con Marruecos no son problemas actuales, son problemas crónicos que necesitan soluciones definitivas que no pueden venir del puñetero “consenso” que tanto gusta a Pinocho Sánchez. Se debe estar en Europa de forma plena y tener una frontera normal con un país no perteneciente a la Unión Europea, y debe hacerse rápido, con el mínimo consenso imprescindible. El consenso, cuando los actores son los nacionalistas, los pro-etarras, partidos de corte religioso, Podemos (cuyo modelo es Venezuela o Irán), el PSOE de las mentiras, el PP cagón, el dubitativo Ciudadanos o el, a veces, radical Vox, tránsfugas, etc., es imposible. 

El cortijo de la política

Las llamadas “puertas giratorias” son uno de los muchos males de nuestra política nacional y local. Crece la sensación de que la política es un gran cortijo en el que políticos (o allegados) de cualquier signo se van turnando para entrar, o lo que es lo mismo, para repartirse puestos y prebendas. Algunos ejemplos recientes o cercanos: 1) El pasado sábado publicó MELILLA HOY que la fiscal jefe de Melilla, Laura Santa Pau Vázquez, comunicó a la Ciudad Autónoma que había solicitado la imputación del actual consejero de Medio Ambiente, Hassán Mohatar (CPM) y del ex-vice consejero (dimitió tras el escándalo) de esta misma área) Francisco Vizcaíno (PSOE), por el “caso autoayuda”, después de que el socialista solicitara y se le concediera una subvención para comprar un coche eléctrico, una ayuda que su propia área le aprobó por una cantidad de 5.500 euros. Para el entonces director general de Medio Ambiente, el también socialista José Carlos Medero, la fiscal solicita igualmente su declaración como “investigado”. Pues el investigado Sr. Vizcaíno (la justicia se encargará de dilucidar su culpabilidad o no) ha sido premiado (las puertas giratorias actuando) por el PSOE con un reciente nombramiento como consejero de la Autoridad Portuaria…Así todo el mundo dimite: salgo por una puerta y entro por otra. 2) El legendario caso del inútil (poco útil) Julio Liarte, al cual se le va colocando ora aquí, ora allá. 3) El caso de Paz Velázquez, introducida por su padre en la política, que fue vicepresidenta segunda y consejera de la presidencia de Melilla después de que el PPL (Partido Populares en Libertad) alcanzara un pacto con el Partido Popular tras las elecciones a la Asamblea de Melilla de 2015.

El voto en Cataluña

A nuestro presidente Pinocho Sánchez no le creen ni sus propios socios y hasta Rufián (al que el apellido le viene como anillo al dedo) duda de su palabra. Sánchez declaró en el Congreso  que “nunca jamás” habrá un referéndum de autodeterminación y Rufián dudó de su palabra y añadió que “también dijo que no habría indultos, así que denos tiempo”. Ahora pretende (Sánchez) con la mesa de diálogo “profundizar en el autogobierno de Cataluña” y que “se vote el acuerdo que se pueda alcanzar con la Generalitat”. Piensa que si otros votan se librará de las consecuencias e ignora (o pretende ignorar) que el resto de autonomías querrá, al menos, lo mismo que obtenga Cataluña.

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