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Vivan nuestras futbolistas y España. Y los insultos de Soto según la RAE

Vivan nuestras futbolistas y España. Y los insultos de Soto según la RAE.
para gonzalo

España, audaz y brillante en el campo, superó a Inglaterra en la final de la Copa del Mundo. Periódicos del mundo entero han reflejado el gran logro de unas cuantas chicas españolas que han alcanzado el máximo en su profesión, venciendo enormes dificultades desde su infancia por el escaso, y con frecuencia nulo, apoyo recibido por parte de las autoridades deportivas.

Resalta aún más su mérito cuando lo comparamos con su contraparte masculina, equipos de millonarios que no han sido capaz de alcanzar las altas cotas conseguidas por las humildes chicas, salvo en una ya lejana ocasión. Y aún es más destacable cuando recordamos los problemas que hubo en el seno del equipo, descontentas con su entrenador Vilda, que ocasionó inicialmente la baja voluntaria de 15 de las mejores jugadoras, aunque al final el número se redujo a 12.

Ver un partido de la selección, u observarlas como grupo fuera del terreno de juego, ha sido emocionante. Han presentado lo mejor de la esencia de un deportista y, a la vez, de unos magníficos seres humanos. Han trabajado hasta la extenuación, siempre apoyándose anímicamente entre ellas, siempre celebrando los éxitos de las demás. Desde las de más edad, como Hermoso con su incesante batalla y su exquisito futbol, hasta la más joven Paralluelo, con su brillantez atlética y futbolística y la humildad en sus declaraciones.

Si los españoles, si nuestros políticos, fuéramos capaces de seguir aunque fuera mínimamente el ejemplo de las chicas, de estas enormes mujeres, nuestro futuro no tendría límites, como no lo tuvo el de estas campeonas en todos los aspectos. Lamentablemente, como sociedad, estamos muy lejos del ejemplo puesto por nuestras futbolistas.

El éxito no lo han conseguido por la debilidad de sus rivales sino, por el contrario, por su extraordinaria fortaleza física y mental. A través del maratón de un mes de la Copa Mundial femenina, las jugadoras de los 32 países, en los 64 partidos disputados, corrieron más de 14.000 kilómetros, una distancia equivalente a 334 maratones.

Nadie corrió más que la veterana mediocampista Jennifer Hermoso quien, en siete partidos, cubrió 78,4 kilómetros, más de 11 kilómetros por partido. En conjunto, las jugadoras españolas cubrieron unos 820 kilómetros, unos 117 por partido. Ningún otro equipo superó en esfuerzo a las españolas, en el conjunto del campeonato.

En cuanto a los datos referidos a un solo partido, de nuevo España se distingue al haber corrido unos 150 kilómetros en su victoria contra Holanda en cuartos de final, que requirió tiempo extra. En ese partido Teresa Abelleira cubrió unos 15 kilómetros, la marca más alta del torneo.

El éxito se consiguió con sudor, con esfuerzo, pero también con espíritu de equipo, con integración grupal, con una unidad de objetivos por encima de intereses o egoísmos personales. Con lo que en la actualidad le falta a la sociedad española, empeñada en la división fratricida que rompe la convivencia y amenaza la integridad nacional; en la obtención de derechos reales o supuestos, pero no en el cumplimiento puntual de las obligaciones.

Y los insultos según la RAE.

Nota inicial: cada vez que escribo sobre temas ‘sanchistas’ quiero distinguir claramente entre el socialismo europeo, de centro izquierda, necesario en una democracia como contrapartida y contrapeso a un necesario partido de centro derecha, y el sanchismo – zapaterismo, cuya única ideología es la obtención y permanencia en el poder, aliado de separatistas y filo terroristas, de delincuentes convictos, de regímenes políticos dictatoriales, quebrantadores de la unidad de España y divisores de la sociedad, que recurren a la mentira, histórica y actual, como herramienta para conseguir sus fines.

En ese contexto quiero comentar las declaraciones del cantautor Soto, obviamente erróneas en la forma, y que han ocasionado una respuesta masiva, de las masas, con todo tipo de acusaciones hacia su persona y sus ideas. La reacción se ha producido especialmente entre los ‘sanchistas’, lo que se podría considerar normal dado que las declaraciones de Soto eran claramente antisanchistas, y entre las feminazis, en este caso sin justificación alguna como explicaré más adelante.

Para analizar el comportamiento uniforme de los sanchistas, debemos recurrir a Gustave Le Bon, quien se hizo particularmente famoso por la publicación del libro “Psicología de las masas”, tema hasta entonces nunca tratado metódicamente. Su planteamiento básico era que los seres humanos desarrollan, en colectivo, comportamientos que jamás desarrollarían individualmente. En otras palabras, los grupos tienen una influencia determinante sobre los individuos.

Señala que las principales razones por las cuales el “yo” se pierde en el “nosotros” son las siguientes: El ser humano percibe a la masa como un poder invencible, deja de sentirse responsable porque en ella es una figura anónima; las masas contagian su manera de sentir y actuar a quienes las conforman, eso se da de manera inconsciente y permite que la masa sea manipulada por un líder; la masa sugestiona e hipnotiza al individuo, formar parte de una masa lleva a experimentar sentimientos de omnipotencia; en la masa lo irreal predomina sobre lo real, es compacta y no se rompe por diferencias internas; la masa se percibe como un mecanismo de supervivencia, no pertenecer a la masa es visto como un grave peligro.

Freud, por su parte, en su libro “La psicología de las masas y el análisis del yo” critica a Le Bon y a otros autores que lo apoyan, argumentando que no tienen en cuenta la influencia del inconsciente y la sexualidad -el sexo siempre presente en el pensamiento de Freud. En la segunda parte del libro Freud introduce el concepto de ideal del yo como una instancia psíquica que regula la autoestima y la identificación con los demás. En la tercera parte, Freud aplica su teoría al fenómeno del líder y el amor en las masas, y explica cómo el individuo renuncia a su yo en favor del ideal del yo colectivo.

Podemos concluir que, con sus diferentes aproximaciones, ambas escuelas de pensamiento coinciden en admitir que el individuo, el ‘yo’, renuncia a su propio pensamiento para adoptar el pensamiento colectivo, lo que permite que sean manipulados por un líder y que adopten posiciones en las que lo irreal, las mentiras sanchistas, predomina sobre lo real.

En el caso de Soto y centrándonos en el fondo del ataque, no en la forma, Soto refleja el pensamiento de muchos españoles, al menos la mitad de los ciudadanos (creo que individualmente, fuera del grupo, muchísimos más), que no quieren ni aceptan las imposiciones de los presuntos, muy posibles, pasados y futuros socios de gobierno del sanchismo.

En cuanto a la forma, me remito al diccionario de la Real Academia. Vean que, en la primera acepción del insulto que Soto utiliza, la Real Academia dice que dicho insulto se refiere a una ‘mala persona’, para nada mencionando la posible honestidad o profesión de la madre del citado. Por ello, señoras feminazis, descansen tranquilas. Soto no ha insultado en forma alguna a una mujer, del carácter o profesión que sea. No lo digo yo, lo dice la Real Academia. Distinto es que estemos o no de acuerdo con que Sánchez, su entorno inmediato, los que posiblemente apoyen su investidura y las masas -término sociológico, no despectivo- que apoyan al sanchismo, sean en su totalidad malas personas. O que sea política o socialmente correcto utilizar, para designarlos, el término que utilizó Soto.

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Gonzalo Fernández

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