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Atril ciudadano

“Violencia de género, banalización y bandazos de hiel"

De una hiel en tantos casos silenciosa, como una muerte lenta, desconocida para los demás o conocida y objeto de la indiferencia. Que tan a menudo es de por vida y que tan solo es tangible cuando el desenlace es trágico. Bien están los “minutos de silencio”, las declaraciones de repulsa, el avance de las instituciones en el dispendio económico para la atención, incluyendo a los hijos como víctimas no solo colaterales, cuando a veces incluso lo pagan con la vida; la modificación del Código Penal con perspectiva de género; la pionera ley en Castilla y la Mancha contra la violencia ma Chista es una luz, que incluye la obligatoriedad de una asignatura para educar en valores e igualdad. Así mismo, los cambios en la evaluación policial del riesgo ayuda a cercar el mal y su tratamiento…la sociedad está mentalizada.

Todo es posible en lo social y nada sin el compromiso individual. ¿Qué puede hacer cada cual en su entorno?: además de la actitud y comportamiento personal, escuchar, coartar, ayudar e incluso “entrometerse” si hace falta. La vida privada deja de serlo cuando es violentada y pasa a ser de corresponsabilidad por quien conoce circunstancias y hechos que atentan contra la dignidad e integridad de la persona. Preferible es “meterse en lo que no te llaman” para ayudar a quienes, bloqueadas por la dependencia, el yugo económico, el falso amor, el miedo u otro perjuicios, mantienen un doloroso silencio que tantas desembocaduras trágicas ofrece la realidad. Mas vale la indiscreción que la indiferencia en este mal social, sin duda. Conocer es actuar.

Y después está la regresión, la regresión especialmente de quienes representan a instituciones y que, por ello, les ata mayor responsabilidad por su proyección ante la sociedad. Cobran auge partidos políticos de corte machista y homófobo que hacen preocupar ante el complejo reto de la violencia de género, que aunque nunca desaparecerá, debe mitigar por dignidad social. Un candidato y mas que seguro Presidente de un país iberoamericano, se mofa y jacta de la violencia contra la mujer. Un juez español, insulta, desprecia, denosta y ridiculiza a una víctima de violencia de género. Una diputada local, de nuestra Asamblea, banaliza con el machismo con tal de “afear” las ideas del contrario.

Esta banalización es retroceso por lo que supone el plus de responsabilidad. Tantos micromachismos en el lenguaje y la actitud siguen aportando espesor al dique de contención a favor de la violencia y contra la educación frente a ella, verdadera arma profiláctica.
“Hay una grieta en todo, así es como entra la luz”. Una de las grietas de nuestra sociedad es la violencia de género, cuanta mas luz de compromiso individual y colectivo entre no le hará cicatrizar, pero evitará espacios de oscuridad.

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