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Un filme que nos transporta a la España de los 70

El director español Daniel Monzón, especializado últimamente en thrillers de acción como la impresionante Celda 211 o la notable El Niño, nos trae una película ambientada en la España de los años 70, Las leyes de la frontera (disponible para su visionado en Netflix). El filme cuenta como un tímido estudiante de 17 años se asocia con dos delincuentes de su barrio y acaba realizando junto a ellos atracos y robos cada vez más violentos y peligrosos.

Lo primero que cabe admirar de la adaptación de la novela de Javier Cercas es la cuidada ambientación (ganadora de 3 Goyas por Mejor dirección artística, Mejor diseño de vestuario y Mejor maquillaje y peluquería), que si bien se centra en su mayor parte en interiores o exteriores muy controlados, sin grandes planos generales, tiene una atención al detalle exquisita, con cabinas o cartelería propia de la época que nos introduce de lleno en un barrio conflictivo de los años 70, así como en sucursales bancarias, salones de máquinas recreativas o viviendas de barrios de lujo. La banda sonora con grandes éxitos de la época y un manejo de los efectos sonoros soberbio, especialmente en las escenas de acción, nos permiten adentrarnos más fácilmente en este mundo de constante peligros y emociones.

Los tres protagonistas están correctos en sus papeles, destacando una Begoña Vargas soberbia en su papel, quien se come la pantalla con su mera presencia cada vez que aparece en ella. Marcos Ruiz interpreta magistralmente al inicialmente tímido protagonista, quien poco a poco se va introduciendo en un mundo de delincuencia y dinero fácil del que no le será sencillo salir y que irá moldeando su carácter y su actitud. Y el debutante Chechu Salgado cumple sobradamente como el temible y carismático Zarco, papel por el que ganó el Goya al Mejor actor revelación. A todo esto ayuda una construcción de personajes detallada, lenta pero precisa, que se va revelando poco a poco a través de pequeñas acciones hasta llegar los personajes a las situaciones verdaderamente comprometidas que todos estábamos esperando por la natural evolución de los acontecimientos.

Otro de los grandes aciertos del filme es el manejo de la tensión narrativa por parte de Monzón consiguiendo que, pese a ir avanzando la trama lentamente, estemos enganchados a esos personajes que en el fondo sabemos (y saben) que están tirando su vida por la borda. Con las dosis justas de acción (viendo el tráiler podría parecer que es una película de acción al uso, una problemática de la mayoría de los tráileres actuales que parece que es lo único que saben vender, provocando a veces fracasos en películas notables porque el público se espera otro tipo de filme), el director realiza notables escenas demostrando que a veces menos es más, pues es preferible una buena persecución que tres mediocres por falta de presupuesto. Así, el director va intercalando pequeñas set pieces de acción dirigidas con mano férrea y sin que le tiemble el pulso hasta llegar al frenético final en el cual pone toda la carne en el asador tanto en lo relativo a la acción como narrativamente hablando.

Estamos ante un filme que, si bien no es carente de pequeños fallos, lo compensa con una trama intensa que consigue mantener la atención de los espectadores, unas interpretaciones a la altura y una dirección firme y precisa en todo momento. Una película española que triunfó en los Goya del 2021 (fue la segunda cinta más premiada en dicha edición) muy recomendable tanto para los amantes del director como para los amantes del género, así como especialmente para los que vivieron esa época y quieran sentirse un poco nostálgicos rememorando detalles de su juventud.

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Redacción

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