- Buenas. ¿Tiene Vd. sueldos?
- ¿Sueldos? Pues no sé si quedara alguno, ya que últimamente el Ayuntamiento, ha sido uno de los grandes consumidores….Voy a mirar en los sobres haber si sobra alguno… ¿Es para Vd.?
- No. Es para mi suegra.
- Para su suegra. ¿Por qué?
- Porque ella dice, que como es suegra y por lo tanto madre política, y ahora están dando sueldos a todos los políticos, pues me ha mandado por el suyo.
- No sé. No sé. Un poco tarde es. Pero mirare bien a ver si hay suerte. (Mirando los sobres)…¡Vamos a ver¡…Aquí hay sueldos para esposas políticas, para cuñadas políticas,…para sobrinas políticas,…para amiguitas políticas,…para primos políticos….pero para suegras no queda ninguno.
- ¿Ha mirado Vd. bien? Pues según tengo entendido, esto de los sueldos está muy escondido.
- ¡Qué me va Vd. a contar!…A veces no sé dónde están y soy yo el que los da. Y no se a quien los doy.
- Por eso le digo que mire Vd. bien. A ver si hay alguno por ahí despistadillo, pues a ella le haría mucha ilusión. Aparte que tiene como viuda, una pensión que parece más bien una fonda.
- ¿Tercermundista?
- No. Desfondada.
- ¿Una fonda desfondada? ¡Qué me dice!
- Y además sin palanganero.
- ¿Sin palanganero? ¡No me lo puedo creer!
- Pues créaselo Vd. Así que ella, está totalmente desaforada.
- Ella… ¿Quién es ella?
- Mi suegra. Que ahora que creía que la iban a aforar, pues resulta que van a quitar los aforamientos.
- ¿Van a quitar los aforamientos? ¿Quién ha dicho eso?
- Un ciudadano que dice ser ciudadano. O sea dos veces ciudadano.
- ¿Dos veces ciudadano? No le entiendo.
- Es muy sencillo. Se trata de un ciudadano que dice llamarse Ciudadano.
- Y porque no se llama Jacinto como todo el mundo.
- ¿Todo el mundo se llama Jacinto? No lo sabía yo. Yo creí que había gente que se llamaba Pedro, Pablo, Mariano, incluso Carmelo…
- ¡Hombre! Yo conocí a uno que se llamaba Carmelo y tenía un bar
- El bar MEDITERRANEO. Que tenia vino de Valdepeñas y tapas de tomate con anchoas.
- Y un puñao de cacahuetes… ¡Qué tiempos aquellos! En fin sueldos para suegras no me quedan, pero como me resulta Vd. simpático, le voy a dar una dieta. ¿Qué le parece?
- ¿Dieta? ¡No, no! Se pondría hecha una furia. Menudo genio tiene.
- Una furia ¿Por qué?
- (Bajando la voz). Pues porque ella no quiere que le digan gorda. Aunque esta como una mesa camilla. Y si yo le miento la dieta, pues…
- No. Pero esa dieta No es para adelgazar, sino todo lo contrario.
- ¿Cómo todo lo contrario?… ¿Quiere Vd. que engorde más?
- Pues aquí hay gente que estaban como un palo y se han puesto rollizos y coloraos. Pero en fin, si no quiere, dejaremos a la dieta, quieta.
Buenos días y….