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El rincón de Aranda

Réplica a Rufián

melillahoy.cibeles.net fotos 1691 Juan Aranda web

Leyendo este periódico del 3.09.2016, veo una fotografía donde se ve a Juan Gabriel Rufián Romero, -“Juanga” para los amigos-, de ERC, en la tribuna del Congreso, portando un mapa de España, señalando la decisión en Cataluña en las últimas elecciones: “Este es el resultado del voto de países diferentes y respetarlo sería lo democrático”, decía.

Claro que en el mapa, como es natural en ese partido sobre la opinión que tienen de Ceuta y Melilla, faltaban nuestras ciudades hermanas. Pero a los melillenses y ceutíes, no debe importarnos el síndrome que tienen de la capital de Suecia. Yo digo: ¡Que se jodan!, que nuestras ciudades seguirán siendo España, como su región.

En la anterior, y corta legislatura, ya le vi y le escuché decir: “Soy lo que ustedes llaman charnego e independentista. He aquí su derrota y he aquí nuestra victoria”: ¡ahí!, con dos collons. Esto lo decía con su pose de perdonavidas, a ritmo lento, y alargando las últimas sílabas, que rozaba una caricatura, con su cara de luna llena. Él creyó que estaba hablando, como liberado sindical, en una reunión de sindicato, haciendo un papel de chico malo que en el fondo es bueno, cuando lo que realmente parece, es lo que ya digo antes: una mala caricatura de orador de tres al cuarto.

Es el “charnego bueno”, que los independentistas catalanes, muy listos ellos, ficharon como castellano-hablante para ocultar la falta de corriente ideológica que renuncia a identificar sus ideas con el espectro político clásico, que se basa en la distinción izquierda-derecha, como es la transversalidad. Este joven, que para cada frase tiene un modelo cinematográfico con aire de sabelotodo, cursi, amante de las metáforas fulastronas, y sobreentendido, como algunos jóvenes que desean ser unos buenos “juntaletras”, pero que no leen, salió como de la nada a candidato al Congreso.

Según su curriculum es diplomado en Relaciones Laborales, hijo y nieto de trabajadores de Jaén y Granada, y dice, que todo lo que sabe de política lo ha aprendido de la película “El Padrino”. No sé pero creo que de esa película lo único que se entera uno es de como actúan los mafiosos; porque de política de la talla de los portavoces en el Congreso, me parece que no tiene ni puta idea. Pero bueno, allá él con sus circunstancias, y sus estudiadas poses.

También creo que su compañero de partido, de cabeza leonada, el que se trabuca con el castellano y catalán, debiera advertirle que en Barcelona, concretamente en Santa Coloma de Gramanet, pueblo donde él nació, como hijo único, en una modesta familia andaluza: el “Charnego”, no es el hijo de emigrantes como lo es él, el “Charnego” propiamente dicho, y pronunciado peyorativamente, como burla y escarnio, es el hijo de un catalán, hombre o mujer, y de un andaluz, gallego, murciano o de otra parte de España. Y debo decir que a ese pueblo de inmigrantes, como siempre ha sido Santa Coloma de Gramanet, en las décadas de los 50-60 del pasado siglo, lo bautizaron con el nombre de “Charnegolandia”. Las aguas de ese “bautizo”, no se la echaron la gente de fuera de Cataluña, como dice el “Juanga”, sino que fueron los mismos compañeros que ahora lo han acogido en sus filas, para fardar de “corriente ideológica idiomática”. Este Rufián, hijo de emigrantes andaluces, que no “charnego”, creo que es como un joven soldadito que aún no se ha endurecido al sol de los combates del Congreso, pero se ha colocado un peto acorazado con su fanfarrona soberbia, e ignorancia supina en Historia, como si se hubiese alimentado en su corta vida (34 años), de grandes cantidades de chuscos cuarteleros.

Y como esta gente, que camina en pos de su añorada y utópica “República”, se pasa por el forro todas las Leyes del Estado yo, como dice el Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE, digo que como regla general, cuando escribo en castellano, que es el único que me sé, los macrotopónimos catalanes, gallegos y vascos que tienen la forma tradicional española, los suelo hacer, según la grafía que corresponda a esa lengua: Cataluña y no Catalunya, País Vasco y no Euskal Herria, Vizcaya y no Bizkaia. Y con el yeísmo, como ha ocurrido con ese vano intento del catalanismo cateto y ceporro a lo Pujol, de obligarnos a pronunciar Girona, con el fonema que el castellano ya licenció en el siglo XVI, en favor de la J, junto a la X de México; no sé ustedes, pero lo que yo suelo hacer por ese yeísmo, es: Yirona. Eso es lo que hay, y el que quiera más, que se coma un plato de papas fritas y luego que se compre un pito.

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