Por de pronto, la expresión "empresa sostenible" es una referencia concreta a aquellas empresas que, además de lograr una cuenta de resultados económicos satisfactorios y de alcanzar maximizar su valor, son viables a medio y largo plazo gracias a un crecimiento o progreso sostenido (dentro de los altibajos propios de la economía,…
…de dramáticos baches coyunturales de las cotizaciones en bolsa como ocurre estos días, o de los factores exógenos que las condicionan). Tales empresas, al tiempo que son sostenibles en el sentido de contribuir a un desarrollo sostenible de su entorno inmediato, también lo son con respecto al balance global del impacto humano en el medio ambiente. Ello conlleva además un pleno respeto a los derechos humanos individuales y colectivos desde una clara conciencia de la ineludible responsabilidad ética y social de las empresas con futuro, como lo proclama el contenido del excelente texto de la Carta de la Tierra presentado en su día a la Cumbre de Johannesburgo. Pese a ello, ahí están los magros resultados de esa reciente nueva Cumbre dado el escaso alcance de la suma de actuaciones a favor del medio ambiente en el mundo pese a tantas Declaraciones cuyo principal aporte, por ahora, es la de una cierta pedagogía y concientización de alcance global.
Las empresas sostenibles realmente excelentes lo son en la práctica gracias a su voluntad política y a una gestión ética, eficiente y flexible. Frente a una dirección y estructura piramidal, tales empresas delegan, dan margen a la autonomía y promueven la auto-responsabilidad en los diversos niveles de la cadena de actuación, lo cual motiva y facilita la creatividad y el desarrollo basados en la investigación. Pero además tendrán que estar dispuestas a superar, cada vez más, las barreras psicológicas que se oponen al cambio, es decir, a la indispensable innovación. Así, por ejemplo, en un mundo con tan abrumadora y masiva disponibilidad de información ¿de qué sirve tanta información si no utilizamos las técnicas que nos permiten acceder a la misma de forma ordenada, selectiva y rápida para poder transformarla en instrumento de trabajo fácil y en sólido conocimiento?
Concretamente y ante los graves acontecimientos mundiales y consecuentes con los replanteamientos en marcha en todo el mundo, urge contribuir desde el gobierno de las empresas a formular y a actuar coherentemente desde ciertas prioridades tales como:
- Atajar la pobreza;
- Atajar la ignorancia y facilitar el acceso al conocimiento avanzado;
- Asegurar la estabilidad social y el bienestar, con justicia social;
- Actuar coherentemente con los objetivos y valores declarados;
- Recuperar la confianza perdida cara al futuro, superando toda clase de "burbujas";
- No contribuir nunca a la corrupción; e
- Introducir medidas de seguridad frente a cualquier amenaza contra la empresa o su entorno.
En suma: La empresa ya no puede considerarse un ente aislado, de espaldas a las vicisitudes que experimenta el conjunto de la sociedad. Por eso mismo tampoco es posible separar lo empresarial de lo educativo, científico, tecnológico, cultural y social. Esas actividades tienen que formar parte de la deseable nueva cultura empresarial, gracias a la cual logra sus legítimos objetivos de producción, mercantiles y de beneficios y contribuye a reforzar la sociedad civil en todas sus facetas. Tal es el deber de conciencia y la oportunidad de ejercer un liderazgo en el gobierno de empresas sostenibles y altamente rentables para bien de todos.
Las empresas son, deben ser y van a ser, cada vez más, agentes de cambio económico y social global; plataforma del necesario diálogo de las culturas (desde la diversidad de identidades culturales y convicciones), en un clima de tolerancia y solidaridad que destierre al terrorismo y promueva la paz y el desarrollo. Tal es la mejor manera de insertar las empresas de manera positiva en el inexorable proceso de globalización en marcha y convertirse, en consecuencia, en portadoras de esperanza en vez de amenazas al provenir de los hombres.