“Señor Gobernador de este Plaza: D. Francísco de Alva, Tte. Col. de Infantería, y Sargento Mayor de esta Plaza, y ciudad de Melilla, D. Matheo Morales Tte. de Infantería, Ayudante Mayor D. Miguel Alvarez de Perea, Ayudante Segundo y Tte. de Infantería, D. Francísco de El Toso, y D. Jacinto de Oval, Capitanes de las Compañías de Dotacion, D. Manuel de Valenzuela, ….
…y D. Domingo López Curiel, Tte, de ella, D. Antonio Pérez Medellin, Subte, D. Gabriel Trujillo Tte. Reformado, D. Agustín Ximénez, D. Joseph López Curiel, Subtenientes, Ayudantes Dragones destacados. D. Sebastián del Campo, Subteniente Graduado Capitán de Lenguas, D. Matheo López Curiel Sargento Graduado de Subteniente, Juan Ramírez, Vicente de Reyna, Juan Moyano, Juan de León, Joseph Naranjo, Joseph Tinoco y Miguel Zaso, Sargentos de las referidas Compañías, D. Baltasar Fernández de Sanso, vecino, y Secretario de Gobierno, D. Juan Morey y todos los demás, que abajo firmamos por sí, y en nombre de nuestras familias, de todos los naturales, habitantes y residentes en esta dicha ciudad, ante V.S. como más haya lugar, parecemos y decimos, que en la immemorial antigüedad de la reverente, y fervorosa devoción del Vecindario, hemos rendido siempre el mas humilde culto a la Emperatriz Reyna de los Cielos María Santísima Nuestra Madre y Señora de la Victoria, y siendo tan notorios, cuanto frecuentes sus milagros, como que los ha hecho patentes en los contínuos efectos de sus misericordias, le hemos aclamado y aclamaron nuestros antepasados, con el título de Patrona, tributando la veneración los obsequios de nuestra gratitud, pero no hallando nuestra solicitud, instrumento que aclare el orígen y derivación de el Nombre de Patrona, hemos seguido en anticuada costumbre la que encontramos, y cada dia crece con mayores anhelos, en el reconocimiento de repetidísimas ocasiones que nos demuestra su amparo, y preservación de los imminentes peligros con que esta ciudad ha suspirado en sus clamores, la impetración a tan piadosa Madre, Patrona y Abogada, siendo efecto preciso de nuestra obligación, el tierno amor, de la mayor reverencia, y que vivamos en la esclavitud de hijos, publicando entre sus prodigios, el mayor, que es la estabilidad de este Pueblo, en la situación tan remota, en el desamparo de la bárbara vecindad de los infieles, en la incesante guerra de sus obstinaciones y que la resistencia, en tantas constituciones de la estrechez, hemos advertido, por efecto milagroso de su Divina protección los felices éxitos del consuelo, en hambres, epidemias, sitios, tempestades, fuegos y miserias: Llegando el colmo de sus clemencias a relucir en el crisol de su omnipotencia, lo que el horrible miedo, consternación, y susto, de tantos terremotos, o temblores de tierra, como desde el día de Todos los Santos, primero de Noviembre del año pasado de 1755, se han sentido en esta Ciudad, en la que obstentando la compasión de Patrona, hemos quedado tan reconocidos, como admirados de que en los generales lamentables estragos que dolorosamente gimen muchas ciudades, y pueblos de España, con escarmiento en las ruinas de templos, casas, y personas, ha sido esta Plaza, el objeto de su clementísima, protectiva defensa, sin más destrozos, que los leves, que padeció la torre de fortaleza de la Concepcion, para índice de la Divina Justicia, presentándonos en ellos será Amantísima Patrona los extremos de Madre, y más; cuando en la débil materia de las antiguas obras, y casas de ésta, aún sin el violento impulso de los temblores amenazaban, y amenazan el evidente riesgo, que es notorio; siendo esto un instimulo a la terneza de nuestros corazones para que entre la contrición, y la impetración del perdón de las culpas al mismo tiempo hayamos rendido devotas gracias a la Magestad Divina, y con festivos aplausos esforzado el agradecimiento, en las funciones de Iglesia a expensas de nuestras limosnas, y aunque por oposición a la idea se desvaneció en el día último de la novena, la de formalizar el asunto de que se hará mencion, no podemos dilatar el fervor a las ocultaciones del olvido, ni a las esperas del tiempo sino que por tan singulares misericordias queremos hacer, y ratificar solemne nombramiento de Patrona, que desde ahora, y ad perpetuam rei memoriam deje otorgado instrumento, que supliendo alguna casual circunstancia, pueda haber oscurecido, desde luego lo ratificamos, con la mayor veneración a los Pies de Nuestra Madre y Señora de la Victoria dicho antiguo nombre poniéndonos bajo de su tutelar Patrocinio, en caso necesario es nuestra voluntad que se practique nuevamente con aquellas cláusulas, método, formalidad y requisitos, que prescriban perpetuidad en nuestros hijos, nietos, y descendientes, para que este corto mérito de nuestras gratitudes junto con la devocion, y obligacion de ratificarlo todos los años, a Nuestra Santísima Vírgen y Patrona, consiga futuras felicidades y que recibiendo nuestros cordiales afectos sea escudo de esta Plaza en todas las aflicciones, consiguiéndonos de su Santísimo Hijo el fruto de su Piedad, para que en las tranquilidades de su poderoso amparo nos libertemos de los riesgos de la vida, con el logro de la bienaventuranza para cuyo fin se hace preciso que Vs, con cristiano celo y para el correspondiente instrumento, haga convocar al Estado Mayor, de esta Plaza, a los hijos naturales de ella, los connaturalizados, residentes, y habitantes, para que el dia que señalare al toque de la campana del Gobierno o Vela, acudan a la Plaza pública, o al paraje donde Vs. destinare, en donde presidiendo esta convocación, o cabildo abierto, respecto no haber ciudad, como principal cabeza de esta que lo es Vs y a concurrencia del Señor Don Josphef de Osorno, Comisario Real de Guerra, Ministro Veedor, y Contador de la Real Hacienda y Marina, a quien por oficio político, se le haga el debido combite, se lea y notorice este pedimento al Congreso,..” (Continuará)
José Luís Blasco López y Juan Jesus Aranda López
