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O sea, nada

La aduana comercial de Melilla, que funcionó durante décadas sin ningún problema, seguirá en pruebas. Para evitar “problemas de seguridad”, España y Marruecos no dan fechas para su puesta en marcha -que, recordemos, fue anunciada para el pasado enero por el ministro de Asuntos Exteriores-. Ese es el resumen de la pomposa Reunión de Alto Nivel, descafeinada ya no sólo por el desaire de Mohamed VI a Pedro Sánchez al no recibirlo en Rabat después de haber viajado hasta allí con medio Gobierno español, sino también porque el acuerdo de 12 folios no se traduce en ningún resultado tangible para nuestra ciudad.
Se podría decir que sólo cuatro de los 74 puntos que componen el acuerdo afectan a Melilla:
“22. Ambos países acuerdan intensificar su cooperación en el ámbito de la lucha contra la migración irregular, el control de fronteras, la lucha contra las redes y la readmisión de migrantes en situación irregular. Ambos países subrayan que la lucha contra las redes criminales de inmigración irregular debe apelar tanto a la responsabilidad de los países vecinos, como a la de los países de origen y a la de la UE para hacer frente a este fenómeno.

  1. Teniendo en cuenta las lecciones aprendidas de la pandemia COVID-19, España y Marruecos se comprometen a poner en marcha una gestión moderna de los controles fronterizos.
  2. Las dos partes reiteran su compromiso con la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada, incluyendo los dispositivos adecuados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo. Las partes tienen en cuenta las conclusiones de la prueba piloto del 27 de enero y continuarán esta serie de pruebas según el calendario acordado para superar cualquier posible eventualidad.
  3. Los dos países se congratulan de la excelente cooperación bilateral en el ámbito del transporte, en particular de mercancías, como demuestran los resultados de la Comisión Mixta dedicada a esta cuestión”.
    Nuestros lectores pueden sacar por sí mismos la conclusión: nada nuevo bajo el sol en lo que nos afecta. Podría decirse, incluso, que salimos peor de lo que entramos a esta RAN, porque se añade incertidumbre a la apertura de la aduana cuando ya se había dado por hecho abriría el mes pasado. ¿Para qué hace falta tanta prueba? Está demostrado que para nada, salvo para dilatar más nuestra recuperación económica. Lo triste es que nuestro Gobierno no haya puesto pie en pared para reabrir la aduana después de cuatro años y medio cerrada. Lejos de ello, asistimos a un sometimiento a la voluntad marroquí con este teatrillo probatorio innecesario mientras Melilla sigue languideciendo.

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