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El Torreón Del Vigía

Ángel Valencia

melillahoy.cibeles.net fotos 1238 A ngel Gil

La noticia aun no parece ser cierta cuando se habla de alguien con tanta vida al límite de la actualidad o superándola como en tantas ocasiones. Ahora da igual, lo importante es que existió una persona como él que pudo ser espectador pero sin pisar el albero que pudo pasar si nada hacer, pero seguro que no tendría el nombre de guerra que la profesión le puso.

En su último adiós a la Melilla que le acogió había caras pero faltaban otras tantas. A Valencia sólo había que escucharle, pararse y templar su conversación para poder dialogar, para entender su verbo apasionado aunque no se coincidiera o las ideas fueran opuestas. Era tal cual, usaba camisetas tal vez porque el chaqueteo no era lo suyo, ni tampoco el poner alfombras ni subir a los altares a quienes ni lo merecen. Es recomendable vivir como a uno le plazca sin caretas y sin miedos, esos que atenazan o que hacen volverte para ver quien observa, esos que minan una convivencia y coartan la libertad. La cual no debe decirse sino practicarse y sobre todo sentirse, si se carece no vamos bien, pero si la prensa no es libre, no es ya ni cuarto poder. Es aborregamiento, es ser voceros, es dejar de pensar para que otros nos digan lo que se debe o no se debe hacer, sobre todo esto último en un mundo de prohibiciones. Ayer se cumplían cinco años desde que apareció el diario Norteafrica.com, por obra y gracia de Ángel Valencia. Hoy permanece mudo, sin actualizarse y sobre todo sin dedicar una línea sobre la noticia del adiós de quien lo creó. La opinión en la calle es que debe ser fiel reflejo de lo que aquí acontece como el mejor homenaje a quien fue su padre, pero también por el trabajo de todos los que ahí han estado. La vida que hace coincidir un cumpleaños con otro nacimiento, el eterno. Ahora pienso en Jesica, como fiel escudera, como aprendiz en un mundo digital difícil pero sin duda sin descanso. El tándem funcionó porque la confianza se basaba en el respeto y esto en creer en ella. En estas horas vuelven a aparecer instantáneas de Ferias de Turismo, de encuentros apresurados de quienes se cruzan por la calle pero tienen minutos para saludos, de uno que va a una convocatoria o de otro que va a una declaración, también de tantas preguntas en ruedas de prensa, a la que Valencia siempre iba y nunca te fallaba. Los previos, mientras se colocaban micrófonos o una cámara, tenían el sabor de lo inesperado de la ilusión por descubrir a pesar de la veteranía ganada en mil batallas y después, llegaba el análisis o por qué no de sacar donde no había o de intuir lo venidero. Aquí de nuevo las dos manos caídas agarradas a un capote como en las buenas verónicas. El último acto en el que coincidimos fueron las tomas de posesión en el Colegio de Abogados, le note algo cambiado, tal vez porque el traidor infarto rondaba, pese a todo supo captar mi preocupación por la organización y me preguntó con interés por si estaba todo bien. Este es el Valencia que conocí, el del jefe de prensa del Ayuntamiento, o el que luchaba a diario como si fuese su último día tras las noticias, el que quería contarte que pasó cuando era un activista vecinal o con aquél depósito que se rompió. Su obra digital merece seguir, con otras personas y otra impronta, simplemente porque Ángel Valencia es irrepetible. ¡Que el buen Dios te haya acreditado ya en su Reino!

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