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Carta del Editor

Nada es gratis en esta vida

La capacidad de este Gobierno local para mal utilizar el dinero de los ciudadanos y la de perder (y hacer perder) el tiempo a los melillenses es enorme. Pero, a pesar de ser tan inmensa esa nefasta capacidad, resulta que es sorprendentemente creciente e incesante: no hay día sin una nueva tontería.
La última: la idea de derribar los muros de nuestro gran Parque Hernández, “Los muros de mi Parque”, como bien escribió Ángel Gil en un buen y sentimental artículo que publicamos el lunes. El Parque, como es conocido por todos los melillenses, Ángel y yo incluidos, ya está abierto al uso, el conocimiento y el sentimiento de todos. No hace falta que ningún consejero político nos lo “abra” derribando muros protectores y gastando nuestro dinero. No hace falta que se destruyan más cosas en una ciudad como la nuestra, que necesita crear, no destruir. Destruir, como se pretende hacer, según me cuentan, con nuestro Campo de Golf, cofinanciado por la Unión Europea, para convertirlo en un CETI 2, un centro más de acogida temporal de inmigrantes, de nuevo a base de destruir lo que ya está hecho y de liquidar un proyecto deportivo que podría y debería ser uno de los pilares fundamentales de atracción de turismo en nuestra ciudad, como sucede con todos los campos de golf del mundo.

Destruir es lo habitual en los incapaces, es lo que está haciendo el Gobierno presidido por el tránsfuga real Eduardo de Castro. Destruir Melilla a base de mentiras, incapacidades y declaraciones cantinflescas, del tipo “actuaremos atendiendo a la proporcionalidad de la situación”, como si una situación pudiera poseer esa cualidad de la proporcionalidad, frase utilizada por el Consejero de Economía y Políticas Sociales, el socialista Mohamed Mohamed Mohand, para ¡definir! el paquete de medidas que la CAM, se malsupone que coordinada con la Delegación del Gobierno en Melilla -la sanidad melillense depende directamente del Gobierno nacional- tiene previsto adoptar, intentando que Melilla deje de ser -como hoy es- la cabeza del pelotón de los torpes en el tratamiento del corona virus.
Ícaro, hijo de Dédalo -el arquitecto que construyó el famoso laberinto de Minos, en Creta- cayó al mar, y murió, por no hacer caso a su padre y pretender alcanzar lo que para él era inalcanzable. Aun suponiendo -lo cual es mucho suponer- que nuestro actual Gobierno nacional y también el local tuvieran la intención de trabajar por el bien de los ciudadanos-en lugar del suyo personal y el de su partido- es evidente, y los resultados lo demuestran, que es incapaz de conseguirlo, no tiene ni la capacidad, ni la preparación, ni los conocimientos mínimos necesarios para ser un Gobierno mínimamente eficaz, algo que, para ellos, como para Ícaro, es inalcanzable. Pero lo dramático es que Ícaro cayó por su propia culpa, mientras que estos Gobiernos nos están haciendo caer a todos los españoles.

Otra cosa que está cayendo en nuestra ciudad es el transporte marítimo, otro drama. Ahora, el presidente de la Autoridad Portuaria, nombrado por Aberchán, advierte que “Melilla puede quedarse sin barcos, si no se ayuda a las navieras durante las restricciones de viajes”. Tuvimos contratos marítimos de la Administración con distintas navieras, sobre la base de que el mar es nuestra carretera con nuestro país. Ahora no tenemos contrato alguno y se quiere presionar e imponer a las navieras diferentes condiciones, como es norma en los gobiernos socialista-comunistas, lo que convierte las conexiones marítimas Melilla-Península, con el actual tráfico y en las actuales condiciones, en algo económicamente insoportable para las navieras, empresas privadas que no pueden lograr, como las públicas, que todos nosotros -no el Gobierno, que no produce nada- paguemos obligatoriamente sus pérdidas.

El Ministerio de la Mentira, del Gobierno español actual, se ha apresurado a declarar que “la vacuna contra el Covid-19 será gratuita”, y que “podría distribuirse a partir de enero por el hospital y los centros de salud melillenses”, refiriéndose a la vacuna desarrollada por la farmacéutica estadounidense Pfizer. Son dos mentiras clamorosas. Ni la vacuna, ni nada, es gratis en esta vida. Todo lo pagamos nosotros, los que producimos y consumimos, de una manera directa o indirecta, con el dinero que, directa o indirectamente pero siempre obligadamente, el Gobierno nos quita. Es también falso, como se comprobará pronto, que la vacuna, que todavía no ha pasado los controles precisos y sobre la cual nuestro maldito Gobierno no ha firmado contrato alguno con la farmacéutica Pfizer, siquiera “pueda” distribuirse a partir de enero.

Cuando aparezca, que aparecerá, el gran mentiroso, Pedro Sánchez, haciéndonos creer que la vacuna la ha descubierto él y que los 20 millones de dosis para vacunar a 10 millones de españoles (la vacuna se administra en dos dosis) los ha pagado él, recuerden que, una vez más, miente. Recuerden que Sánchez no ha salvado ninguna vida, sino todo lo contrario. Por su incapacidad y por anteponer sus personales intereses políticos a la vida de los españoles, muchas muertes evitables no se han podido evitar.

Posdata: “La muerte no nos concierne”, dijo Epicuro, “pues, mientras existimos, la muerte no está presente, y cuando llega la muerte nosotros ya no existimos”, así que la muerte no debe darnos miedo. Pero sí debemos no rendirnos ante la injusticia y los mentirosos, como algún trabajador que denuncia a la empresa por no haber hecho a tiempo lo que él se negó a querer hacer. Si esta empresa es el periódico que fundé, a petición de un grupo de amigos de mi infancia melillense hace más de 34 años y cuando Melilla se había quedado sin periódico local, la avaricia, la falsedad y las amenazas de una persona podrían terminar, si la Justicia lo permite, no solo -a nuestro juicio y al de expertos consultados- en una injusticia, sino también en algo fatal para la vida del periódico. Tendríamos, entonces, que recurrir a Epicuro.

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