Melilla se convirtió ayer en una ciudad desierta y prácticamente paralizada a pesar de no ser jornada festiva oficial. De hecho, en zonas como el Rastro, el cierre comercial era total, tanto en cafeterías como en comercios, una imagen que se repitió en buena parte del resto de barrios de la ciudad. La causa principal, que la práctica totalidad de los trabajadores de hostelería han pedido el día de descanso para celebrar la fiesta. En especial en la zona centro, únicamente en la Plaza de las Culturas algunas cafeterías permanecían abiertas intentando atender a funcionarios y empleados de los pocos comercios abiertos. Este cierre casi generalizado del comercio y la hostelería se vivió también a otro lado de la frontera, en Nador o Beni-Enzar.