El Ministerio Público solicita la pena de tres años de prisión para el acusado de agredir, robar y amenazar con un perro a dos menores cuando tenían 13 años, en febrero de 2016. El acusado negó los hechos y aseguró que sólo corrió tras ellos, sin conseguir darles alcance, para reprocharles que hubieran lanzado piedras a su azotea. Un hombre se enfrenta a la posible pena de cuatro años de prisión como presunto autor del delito de robo con violencia e intimidación. Según recoge la Fiscalía en su escrito de acusación, el procesado amenazó con su perro, un mastín, a dos hermanos menores de edad, a los que supuestamente golpeó con objetos contundentes para robarle el teléfono de uno de ellos. Los hechos denunciados datan del 19 de febrero de 2016, cuando los menores tenían 13 años.
El acusado negó por completo la versión del Ministerio Público. Según relató, él salió de su vivienda para pasear a su perro. Entonces, escuchó varios golpes en la azotea: «Vi a varios menores lanzando piedras», agregó. El procesado afirmó que corrió detrás de ellos junto a su perro, pero no pudo alcanzarlos. Indicó que, a su parecer, los menores le habían denunciado porque «les insulté desde lejos» pero que, en ningún caso, cometió robo o agresión alguna.
Golpe en la oreja y “las partes”
Los dos hermanos, que ahora tienen 14 años, aseguraron a la fiscal que el procesado los abordó con su perro cuando volvían a casa tras jugar al fútbol. Según relató uno de ellos, usó un palo de madera para golpearle en la oreja, mientras que su hermano recibió «un patadón en sus partes». Asimismo, añadió que el hombre les amenazó diciendo que «si no le dábamos el móvil nos iba a matar». Por otro lado, el segundo menor indicó que el individuo había agredido a su hermano en la oreja «con una especie de ladrillo» y que a él le quitó el móvil.
El padre de los perjudicados también prestó declaración. Fue una vecina del procesado quien encontró a los menores tras el presunto robo y avisó al progenitor. Según afirmó el padre, se encontró a uno de sus hijos con la camiseta ensangrentada y ambos tuvieron que ser atendidos en el centro de salud.
Alteración psíquica
El último testigo en testificar fue un médico forense, quien acreditó que el acusado sufre un trastorno mental por el que se ven alteradas sus capacidades. Según explicó, la descompensación psicótica “puede dar pie a alucinaciones, situaciones violentas o estado de agresividad”. No obstante, dijo que no podía acreditar que las capacidades del procesado estuvieran alteradas en el momento de los hechos.
El abogado del acusado, por su parte, reclamó una sentencia absolutoria para su defendido al entender que “padecía una alteración psíquica que le llevó a cometer esos delitos”. La fiscal, sin embargo, no consideró que el acusado tuviera anuladas sus capacidades mentales en el momento de los hechos, por lo que mantuvo la petición de una sentencia condenatoria. Finalmente, la juez tendrá que decidir.
