Misa de 11,30 en el Sagrado Corazon. La Iglesia estaba casi vacia. Más mujeres que hombres, ocupaban los bancos de madera, que sirven de asiento. El sacerdote leyo el Evangelio y despues de un sermon, que apenas se entendia, en la parte mas alejada del altar mayor, donde tenia lugar, por la dificultad que ofrece una acustica del templo, mal conseguida, se dirigo a la mesa de consagracion, a celebrar la ofrenda.
Un coro de algunas muchachas y una voz de hombre, cantaron, acompañados de una guitarra la introduccion a la Eucaristia.Todo era silencio. Solo se oia la voz del cura decir: Haced esto en memoria Mia., al tiempo que los fieles, se dirigian al altar a tomar la comunion.Yfue entonces cuando crei ver lo inesperado.El templo casi vacio, se comenzo a llenar, de seres bellisimos, altos y deslumbradores.Vestidos con tunicas resplandecientes. D e colores celestes, blanco y dorados, que junto al sacerdote, lo custodiaban, cuando este, con el Copon en la mano, daba,- sin notar en nada aquellas presencias-, con la mayor naturalidad, la comunion a los fieles que se acercaban a ello. Cuando estos recibian la ostia consagrada, cambiaban de aspecto.Lo que era antes de comulgar, un hombre mayor, o una anciana se tornaban en una aureola de luz deslumbradora, que los hacia parecer infinitamente bellos, sin recubrimiento carnal alguno y, sin que perdieran su propia identidad .Sorprendido y casi a punto de desfallecer. los veia acercarse al lugar donde estaban sentados, con una apariencia serena, inefable. ,
Uno de ellos, Una mujer anciana, me miro y sonrio. Su sonrisa me parecio la de una niña encantadora y llena de paz, que me produjo una enorme satisfacion de dicha, humedeciendome los ojos, con lagrimas surgidas de una gran ternura.
Uno de aquellos bellisimos seres,que llenaban el altar mayor,mientras el sacerdote daba la comunion.Uno vestido con una rara tunica celeste,con grabados y bordados extraños en color blanco, que parecian signos estelares, con una estela luminosa en forma de larga cabellera, adornada con una hermosa diadema luminosa, me miro fijamente.Sus ojos de un color violaceo claro,se fijaron en los mios, que baje temeroso, mientras creia sentir, mas que oir,en mi interior una voz agradable que me decia: El cielo y la tierra pasaran, por que no son el cielo ni la tierra, pero sus palabras no pasaran, por que ellas no son palabras,sino el VERBO CREADOR Y MANTENEDOR Me arrodille asustado. Tembloroso y a punto de romper a llorar, cuando de pronto senti la voz del sacerdote que decia: La paz del Señor sea con vosotros. Abri los ojos, y todo estaba igual que siempre… Igual que siempre…
