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Columna Política

Es necesario transformar Melilla

Son continuas las apelaciones al excelente clima de convivencia que respiramos todos los días en Melilla, se recurre a la ciudad como crisol de culturas, como paradigma de entendimiento entre pueblos y se usa, como promoción política, una imagen desvirtuada e irreal de lo que fehacientemente vivimos en nuestra realidad cotidiana de cada día.

El deterioro social, político, institucional en la ciudad ha llegado a extremos insoportables. Se suceden diariamente las imputaciones de miembros del ejecutivo local y nos salpican todos los días nuevos escándalos de corrupción: caso opera, caso abogados, caso campo de golf, caso tosca, etc. Los méritos de muchos trabajadores y miembros del partido son meramente haberse arrimado a buen árbol o tener el apellido correspondiente. Se discrimina aleatoriamente entre unos y otros tomando como criterio cualquier cosa menos la eficiencia y la profesionalidad: es un buen escudero, fomenta mis intereses, protege a los míos, es un buen promotor político, saber guardar silencio y hacer la vista gorda ante nuestros tejemanejes, en síntesis: es un cómplice de confianza de nuestra infamia. La trama endogámica alcanza con sus tentáculos a todos los sectores y todos los espacios de la ciudad hasta haber convertido el aire en algo irrespirable, que mas que llenar los pulmones genera asfixia, estupor y perplejidad ante la impunidad política de los responsables de semejantes atropellos ilegales y usurpaciones de bienes colectivos.

No obstante, el gobierno podría tener su excusa, su justificación, su pequeño margen para el perdón si, podríamos pensar, hubiera elaborado obras de interés, pero sin embargo obras absurdas tan absurdas como la pavimentación hormigón del río Oro o el parcheo constante en la Jefatura de la Policía Local con una inversión que habría sido suficiente para construir uno nuevo y que año tras año el Gobierno actual promete poner la primera piedra sin llevarse a cabo dicha obra. A ello debemos sumar una larga serie de “errores administrativos”, “presuntas ilegalidades”, así como impagos a empresas locales, tanto en gastos ordinarios como en subvenciones.

Desde IU Melilla creemos que un cambio no es que sea necesario en la ciudad de Melilla, es que es una cuestión de urgencia social. El fracaso político, institucional y social de las políticas del PP es algo de lo que ya nadie duda, por eso de no cambiar las políticas que se están llevando a cabo en la actualidad, el deterioro social será ya irreversible.

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