Por supuesto que es el voto necesario para mantener un sistema a la vista de todos, sea plural u orgánico e incluso como dictado agazapado, tal es este último el de Venezuela donde el Maduro es vidente en el riesgo abierto en el ganar o perder.
Cierto es que, la propaganda, las promesas y cómo no, los resultados anteriores de un buen gobierno hacen que el pueblo se decida a votar por un partido u otro, bien sea para quitar poner o continuar. Lo que no se puede consentir es que, un cualquiera tome el poder y menos aún con aires de populismo barato cercano a república bananeras. Éstos, hoy en día en un país europeo occidental es inconcebible, ahora bien, si el desarrollo de esa mentalidad democrática se decide desde un libertinaje que pueda utilizar a la llamada democracia plural como trampolín personal hacia una economía propia y no nacional, entonces sólo entonces, nos daremos cuenta de que no estamos preparados jurídicamente
para una democracia nacional.
Por ejemplo ¿hace falta cambiar la Constitución? Cuando solo es entender con buena fe la letra de la misma. Puede tener puntos débiles, pero gracias a esa debilidad hemos llegado a entendernos.
Otra cosa es la ambición de la nebulosa secesionista o la contra bananera, donde el anarquismo antisistemas tiene su almohada y su colchón. Para parar y reprender a esa amalgama está el Presidente de Gobierno. Y este punto está bien cubierto por Rajoy.
Otra cosa es que no gobierne el más votado, cuestión electoral que hay que rectificar por anacrónica. Ahora bien ¿interesa a la social democracia?… ¿Es lógico que minorías unidas contravengan el espíritu de la competencia del voto?… ¿Es lógico que la victoria del ganador sea usurpada por segundos y terceros perdedores?… Piensen ustedes, porque para mí es del todo ilógico.
