Aunque en otras ocasiones CpM haya mantenido un discurso más vehemente, llegando a hablar de que el 17-S conmemora actos de sangre, su postura inamovible y su ausencia ayer en el acto institucional sigue haciendo el mismo daño a la tarea que cada día tenemos encomendada los melillenses, que es fomentar la convivencia en paz y armonía entre todas las comunidades El 17 de septiembre es el Día de Melilla. Así está establecido oficialmente y lo siente una amplísima mayoría de los melillenses. Quienes ponen en duda la historia, lo hacen con pocos argumentos a su favor y una escasa o nula fuerza en las instituciones, que no va nunca más allá de su ausencia en los actos institucionales o una declaración ante la prensa. CpM, un año más, se ha quedado solo en este posicionamiento contra el 17 de septiembre porque ha dejado pasar una nueva oportunidad para dar muestras de querer cambiar las cosas, o al menos intentarlo, respecto a la conmemoración del día de nuestra ciudad.
CpM ha aludido otros años a su opinión de que el 17-S supone una ofensa para los melillenses de origen bereber. El mismo argumento empleado para celebrar el Levantamiento del Sitio cada 19 de marzo. En este 2015, quizá por el nuevo clima político constructivo que se respira en la Asamblea, los cepemistas han dado unas explicaciones más livianas afirmando que el Día de Melilla no representa hoy por hoy a toda la ciudadanía y que la historia no es clara en cuanto a que Estopiñán llegó con sus tropas a esta tierra el 17 de septiembre de 1497. Pero aunque en otras ocasiones CpM haya mantenido un discurso más vehemente, llegando a hablar de que el 17-S conmemora actos de sangre, su postura inamovible y su ausencia ayer en el acto institucional sigue haciendo el mismo daño a la tarea que cada día tenemos encomendada los melillenses, que es fomentar la convivencia en paz y armonía entre todas las comunidades que tejen una sociedad intercultural como es la melillense. Una labor que se debe fomentar aún más si cabe desde la Asamblea, la Casa de todos los melillenses, donde CpM está representada y es la segunda fuerza política.
Los cepemistas deberían reconsiderar su postura en torno al Día de Melilla si su política, como afirman y defienden, va más en la línea de unir que en la de separar. Porque lo importante de cada 17 de septiembre es reafirmar la soberanía española de Melilla, superior a los cinco siglos sin interrupción, pese a haber sido fuertemente cuestionada desde el otro lado de la frontera en otros momentos. Aquel día de 1497 fue la génesis de nuestra Melilla actual, una tierra ligada a España cuyas instituciones la han apoyado a lo largo de la historia. Un momento histórico por el que todos los melillenses, independientemente de sus creencias o culturas, son tan españoles como los que puedan vivir en otros territorios del Estado. Es importante, aunque sea simbólicamente, defender esta realidad y conmemorarla de manera solemne con el Día de Melilla porque lo contrario podría suscitar dudas o divisiones sociales que no hacen más que debilitar una ciudad constantemente necesitada de fortaleza.
