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Carta del Editor

El cuerpo social enfermo

El gobierno autonómico de Murcia, de izquierdas, ve al golf como una industria con enormes posibilidades de crecimiento y de creación de riqueza para los murcianos. El gobierno de Melilla -de centro derecha- y en concreto su área de Turismo, ni siquiera ve el golf, a duras penas sabe que en nuestra ciudad la administración pública construyó un campo de golf para -como me insiste Juan José Imbroda- fomentar el turismo. Día de Melilla, 17 de septiembre de 2017, celebración de nuestro 519 aniversario. Discurso del presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda: "El arranque de las obras de la ampliación del Puerto en 2017 y la apertura de un nuevo paso fronterizo son indispensables para que Melilla pueda hacer frente a su futuro desarrollo económico". "En 2017 se reanudarán las obras del futuro Hospital Universitario". "La polémica de los borregos es un paso atrás en el pacto social". "La Ciudad pedirá que los MENAS sean repatriados o trasladados a la Península".

Un año después, 17 de septiembre de 2018, celebración de nuestro 520 aniversario como ciudad española. Discurso del presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda: "En 2018 comenzarán las obras de ampliación del Puerto, con cuatro anualidades presupuestarias". "Hace falta una nueva frontera". "Se van a reiniciar las obras del nuevo hospital". "Hay que terminar con la mala imagen que causa la situación de los MENAS, vallas fronterizas y porteadores". La polémica sobre los borregos marroquíes continuó y CpM de nuevo no acudió a los actos en conmemoración de nuestro 520 aniversario como ciudad española.
¿Alguna diferencia notable de un año al siguiente? Sí, que la mención de un año para el cumplimiento de los principales objetivos era el año 2017 y que la del siguiente, para cumplir los mismos objetivos, ha sido el año 2018. No dudo de las buenas intenciones del presidente de la Ciudad Autónoma, ni de las complejidades de depender de presupuestos públicos nacionales e internacionales, pero sí insisto, una vez más, en que tenemos que cambiar, desarrollar Melilla, convertirla en una ciudad productiva, en vez de ser una ciudad receptiva de dinero público y generadora de problemas asimismo públicos (e inevitables en parte, por nuestra situación geográfica de europeos en África y de enormes diferencias de renta per cápita entre dos países limítrofes).

Cambiar en lo grande -ampliación del Puerto (más que conveniente), nuevos pasos fronterizos y nuevo orden en los pasos, terminación del nuevo hospital, solución al problema de los Menas errantes- pero también es necesario cambiar en lo pequeño, en la economía local, en el intento de convertir micro empresas locales en empresas más grandes, como recomendaba Daniel Lacalle en su conferencia melillense, fomentar y apoyar la aspiración de salir de la excesiva dependencia pública creando una sólida estructura empresarial en nuestra ciudad.

Este fin de semana, y ahora, cuando escribo esta Carta, estoy en La Manga, en la Región de Murcia, en un Congreso de Federaciones Autonómicas de Golf. Cuando viajo siempre pienso en lo que están haciendo en el sitio en el que estoy y lo que podríamos hacer en Melilla. Murcia ha desarrollado la industria -como ellos le llaman- del golf, con resultados espectaculares, que me envía el director general de Turismo de la Región. Entre ellos, que, en el año 2016, Murcia recibió 140.000 turistas por el golf, el 21% de ellos españoles y el 79% extranjeros; que el golf es uno de los productos turísticos mejor valorados por los turistas; que el impacto económico de ese turismo de golf fue para Murcia de 243,7 millones de euros, lo que representó más del 8% del PIB turístico regional; que el golf genera un turismo de calidad y, entre otros muchos beneficios para la Región, produce una gran sinergia para el resto de los sectores turísticos. Para este año el plan es favorecer la construcción de más campos de golf y lograr un aumento en los ingresos de alrededor del 10%.

El contraste con Melilla no puede ser más evidente, ni más lamentable para nuestra ciudad. El gobierno autonómico de Murcia, de izquierdas, ve al golf como una industria con enormes posibilidades de crecimiento y de creación de riqueza para los murcianos. El gobierno de Melilla -de centro derecha- y en concreto su área de Turismo, ni siquiera ve el golf, a duras penas sabe que en nuestra ciudad la administración pública construyó un campo de golf para -como me insiste Juan José Imbroda- fomentar el turismo, jamás ha siquiera mencionado el golf en las numerosas, y caras, Ferias de Turismo nacionales e internacionales a las que nuestra área de Turismo ha asistido. En el cambio de este tipo de cosas, en seguir -e intentar conocer- lo que hacen los demás (en lugar de creer que se sabe más que nadie, algo monumentalmente falso, además) es en lo que debe de sustentarse ese cambio económico que Melilla precisa casi angustiosamente, para no desaparecer.

También el resto de España necesita cambiar para no desaparecer como nación milenaria. Lo que está pasando en Cataluña se veía venir, desde hace muchos años, desde que los distintos Gobiernos españoles -de izquierdas y de derechas- necesitaron los votos de los nacionalistas para gobernar y cedieron, entre otras cosas, la Educación a los gobiernos autonómicos catalanes y vascos. Ahora lamentamos que "unos cuantos delincuentes sin armas" ataquen con éxito a las fuerzas armadas que defienden el orden legal y legítimo". O que "una banda haya asaltado sin resistencia un cuartel de la fuerza militar más poderosa del país y haya izado en su mástil la bandera sediciosa". O que los Mossos se desentiendan del mantenimiento del orden público, que es para lo que les pagamos. "Las comunidades, como la catalana, enferman, igual que las personas", dice Albert Boadella. " El referéndum de Cataluña es un disparate absurdo, un anacronismo que no tiene nada que ver con la realidad de nuestro tiempo, es una enfermedad que, desgraciadamente, ha aumentado de manera lamentable en Cataluña", escribe Mario Vargas Llosa. Las enfermedades, si se atajan a tiempo, se pueden curar con poco daño, pero si se deja que carcoman el cuerpo, el cuerpo social en el caso catalán, la solución o es ya violenta y dolorosa o terminará con la muerte del enfermo, que en este caso no es sólo Cataluña, es España entera.

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