Los Reyes trajeron a Antoñito, además de otros juguetes una bonita caja de lápices de color. Y su perro, le dijo
-Ahora sí que podrás pintar estrellas. Y el niño contestó:
-¡Estoy cansado de pintar estrellas con picos¡ Y volvió a decir:¡No pintare nunca más estrellas¡. ¡Ni redondas, ni con picos¡
-Entonces, ¿Qué harás? Pregunto su perro extrañado.
-Desde ahora, contesto el niño, escribiré estrellas.
-¿No es lo mismo escribir que pintar? El perro meneo el rabo.
Antoñito se quedo mirándolo muy serio y le dijo: No es lo mismo. ¡Veras¡… y cogiendo un blanco papel, con sus lápices empezó a dibujar. Primero trazo una línea que era el horizonte. Después hizo un monte y lo pinto de color violeta. Puso en su ladera arboles que coloreo de verde oscuro, y abajo, un pueblo con sus casas blancas y sus tejados rojos. Un campo de flores amarillas y rosas, con tierras labradas de color marrón y naranja. En este campo había un sembrador, con su camisa a cuadros, un sombrero celeste y un pantalón azul.
Cuando Antoñito hubo pintado todo esto, su perro que le miraba muy atentamente le dijo:
– Y ahora, ¿de qué color escribirás el cielo?
El niño sin titubear le contesto:
El cielo no tiene color. El cielo está formado de todo aquello que ha salido de la tierra y ha sido bueno para él. Por eso el cielo está compuesto de muchas cosas, y yo no voy a pintarlo de azul, sino que sobre él, escribiré los nombres de todos aquellos que a mí me gustaría estuvieran en el. Y empezó escribiendo: Abuelo Vicente. Abuela Maria. Cristobita. Benito. Tito Juan. Abuela Ana. Julia. Abuelo Andres. Mohan el Blanqueador. Maria la de enfrente. El Padre Perez. Juan el lechero. La Chati,…al perro se le humedeció un poco sus ojos. El niño seguía escribiendo: Anita la malagueña. Tito Paco. Miguel el ciego. Tito Pepe….el niño seguía escribiendo. El cielo se iba cubriendo de nombres que sobre aquel inocente paisaje, le daba un extraño resplandor. El perro le dijo; ¿Por qué no pones a Bambi?
-¡Claro que si¡ exclamo el niño. Y escribió: Bambi…Que bonita era. ¿Verdad? El perro asintió con la mirada perdida en el recuerdo….Y Paco el del bar y la prima Isabelita….seguía escribiendo nombres y nombres, hasta que estuvo todo completo y no cogía ni un solo nombre más. Entonces el niño levantando el papel lo enseño a su amigo preguntándole: ¿Te gusta?
El perro contesto: No está mal. Pero y a Dios, ¿donde lo has dejado? Antoñito, se quedo muy pensativo. No había caído en eso, y ahora tendría que borrar algún nombre si quería escribir el de Dios. Titubeo y de pronto exclamo jubiloso: ¡Dios está ahí¡…¡Dios se escribe con los nombres de todos los que están escritos¡…Lo que ocurre, es que el nombre de Dios nadie lo sabe. Por eso no puedo ponerlo. Pero esta ahí. Ellos si saben cómo se llama Dios, y habrán formado con todos sus nombres, la palabra exacta.
Y cogiendo al perro entre sus brazos, se marcho a dormir.
Buenos días y felices sueños.
