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El Torreón Del Vigía

De noche, Antonio

melillahoy.cibeles.net fotos 1633 angel gil

Las Vistillas. Madrid por la Paloma y esa parte de Ketama, ahí en esas tablas que le sobran para venir venenoso cuando seduce la noche y levanta la voz. Te recuerdo castizo por Agosto y te sentí anoche a los pies de esa Puerta que mira a poniente. Que paren el mundo, dijiste pregonero, que tú te bajas, a pesar del abuso y del desvarío,… … la media verdad y el amor, la palabra dada y el apuro, los amaneceres de Búhos, aun callejeando a punto de subir al 4. Alguien dirá que estamos lokos pero solo queremos vivir la vida, buscando los sueños, que pueden perderse en el tiempo. Carmona has sido capaz de abrir esa puerta de atrás para ponerle ritmo caliente, buscando un te quiero de mentira con locura y deseo. Jugando, siempre haciéndolo hasta el límite que te lleva a la condena. Tal vez de Pasión, así con la mayúscula escrita por dos, que la hace única cada vez que, como regalo del Cielo, la buscas dentro, y encuentras esa huella a fuego de tiza, perenne como la memoria gigante y el corazón no tan pequeño. Tú te ves tan a gusto pero nosotros, también. Pensaste un día en un camino libre, con banderas, para correrlo deprisa que corta es la vida y apagado se queda el amor. Da la mano, ponla en otra, cruza los puentes y sin respiro las consecuencias salen y lo aprendido queda, para… dibujar un paisaje y ser capaz de compartirlo a dos conociendo guerras o heridas, pero das tregua mientras se cosen alas y a toda prisa, quererla a morir. Como el pájaro, sientes, anidas y él es sombra que siempre acompaña. Pero en el desierto de caricias, la llamaste mala por dejar a su antojo, por la burla de un cariño por hacer un juego rompiendo un silencio. Entonces Antonio describes lo amargo del recuerdo para devolver lo que antes se negaba con una mirada perdida o el silencio que desprecia más que una palabra. Y ahí a tu lado la Ensenada, líneas de azul y sin domar. Es el reino de sonido a mar. Pero ¡dime de donde vengo! y por qué atravesé kilómetros de arena para al final parar en esa barra de un bar donde siempre esperaré. Nunca miraré hacia atrás, me aguarda el camino y no quiero ser estatua de sal. Sé que volverás en una escalera o en ese pub, donde suena, ayer, como aquella tarde de un adiós de Septiembre. Y vuelvo siempre a empezar, murmuraron, hablaron, callaron, fueron todos como el pez que muere por su boca, pero aunque hicieron lo posible para poner distancias jamás hice mi corazón de hielo. Gasta tus poesías y háblale de tu amor. Déjate llevar por el aire de una mirada en otra, por lo que fuiste capaz de dar. Antonio Carmona, seguro que volveremos a vernos.

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