El pasado martes, 29 de diciembre, nos dejaba, rodeado del inmenso cariño de su familia, el Coronel de Infantería, D. Juan Jesús Martín Casaña. Nos dejaba, tras unos años donde la salud de hierro de su cuerpo había ido dejando paso al aparente olvido de su mente, pues no nos cabe la menor duda de que tras estos lapsos de memoria se escondían sus adelantadas charlas con el Señor, que le estaba ya reservando un lugar de privilegio a su llegada; el lugar que ocupan los hombres buenos.
Ha partido en busca de su gran amigo, el Coronel D. Luis Segura Quesada, que lo hacía como avanzadilla el pasado 10 de este mes; ha recogido su “hoja de marcha” justo en el día en que cumplía, junto a sus familiares, 86 años, como queriendo celebrar tan señalada fecha al lado de otros allegados y camaradas que ya no están entre nosotros, en presencia del Altísimo.
El Coronel Martín Casaña, como su ya eterno amigo, el Coronel Segura, había nacido también en nuestra querida ciudad de Melilla y al igual que aquél, su vida militar había estado marcada de forma especial por dos unidades ya legendarias: Las Fuerzas Regulares y muy especialmente, La Legión, donde llegó a Mandar la ya disuelta II Bandera y desarrollaría gran parte de su andadura en filas; unidades que hoy, nuevamente, están de luto y que habrán, a buen seguro, mandado “a formar” entre las filas de los que ya no están aquí, para escoltarle en su camino frente a nuestro Señor, tras una vida al Servicio de España y de cuantos le han rodeado en su dilatada vida.
Su carrera militar, lejos de detallar sus múltiples condecoraciones y reconocimientos, ha estado marcada siempre por su continua búsqueda de los puestos más sacrificados.
Su trato cercano hacia el subordinado (norma sagrada de las Fuerzas Regulares), su marcado estilo legionario, su gorrillo bien ladeado (santo y seña de aquellos que vistiendo la verde camisa legionaria dejan de lado las comodidades de la vida para centrarse en el servicio a España) y su locuacidad y simpatía han facilitado, sin duda, que sea recordado como un gran compañero y un mejor Jefe de cuantas unidades militares ha formado parte.
Pertenecía a una extensísima familia muy querida en nuestra ciudad y que había ofrecido (y ofrece) a España a muchos de sus miembros, como servidores de ésta, en las filas de los 3 ejércitos de nuestras FAS; tanto es así que, muy acertadamente, hace ya unos años, con motivo de los actos de celebración del día de las Fuerzas Armadas (DIFAS), la Comandancia General de Melilla les rendía un sentido homenaje a todos ellos.
Estos últimos años, especialmente, se había visto rodeado del cariño de todos estos familiares: su mujer, Mati, que ha acompañado tantos y tantos años con amor y devoción a su marido; sus hijos María José, Juan Jesús, María del Carmen, Mati y María del Mar, así como sus hijos políticos, nietos, bisnietos, sobrinos y otros familiares y amigos han devuelto ese cariño a su padre, abuelo, bisabuelo, tío, suegro, en forma de amor, atenciones y acompañamiento, para ejemplo de los que les conocemos a todos ellos. Ahora, el relevo lo toman sus allegados y compañeros que ya partieron hace tiempo y nos dejaron. A todos ellos, nuestro agradecimiento, por cuidar tan bien de un Soldado de España
Los que hemos tenido el placer y el privilegio de conocer al Coronel Martín Casaña, en vida, somos sabedores de su caudal de virtudes, castrenses y humanas (si es que las primeras pueden existir sin las segundas), pues era un hombre, fundamentalmente, bueno, cercano y amable, que no dudaba en rozarse con todos, independientemente de su empleo militar o de su edad y experiencia, cuando acudía a un Viernes Regular o a un Sábado Legionario, lo que le había hecho acreedor del cariño sincero de todos los que formamos o hemos formado entre las filas de estas dos unidades o, simplemente, hemos coincidido con él.
Atrás quedan esos emocionantes instantes cuando a su hijo Juan Jesús, el Coronel Martín Cabrero, como Jefe del Grupo de Regulares de Melilla, en el último Viernes Regular al Mando de dicha unidad, se le entrecortaban las palabras al dedicar en su alocución un sentido recuerdo a los Veteranos Regulares, de cuya Hermandad, en Melilla, su padre formaba parte del cuerpo directivo, pero que no podía asistir a tal evento. Como tampoco pudo asistir a su imposición de la faja de General, ya como Jefe de la Brigada de La Legión, en Almería, donde también nos hizo a muchos pasar un mal rato cuando hablaba con admiración y agradecimiento, entre otros, de sus padres. Desde ese puesto, que en estos meses le ha situado al Mando de nuestra Unidad desplegada en el Líbano, donde mantiene con ésta, bien alto el Pabellón de España; tan alto que con toda seguridad, su padre lo está ya viendo desde el cielo.
No dude, mi General, que si en aquellos momentos, pudiera parecernos que, aparentemente, su padre no era totalmente consciente de sus logros y progresos en la carrera de las armas, ahora sí lo será y a buen seguro, velará, aún más por todos los que formamos la familia militar. Hoy, como en el caso del Coronel Segura, ha caído otro de los grandes, como igualmente recordaba nuestro Comandante General, el pasado día 8 de diciembre, durante el vino de honor tras la parada militar con motivo de la Inmaculada Concepción, Patrona de la Infantería y otros Cuerpos y Servicios, al dedicar unas palabras de ánimo a ambos con el deseo de un pronto restablecimiento.
Nuestra memoria, aún intacta, no permitirá olvidar su legado de vivencias, conversaciones, consejos, sonrisas, anécdotas, mi Coronel. Nuestra memoria, aún intacta, debe perpetuar, si cabe, la suya.
Descanse en Paz.
Los componentes de la Comandancia General de Melilla y muy especialmente, los que formamos o hemos formado parte de las filas del Tercio Gran Capitán o del Grupo de Regulares de Melilla rogamos una oración por el eterno descanso de su alma.
